BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 25 de febrero de 2018

MENOS JERARQUÍA Y MÁS PUEBLO DE DIOS



Empezando el siglo XXI, tuvimos una Asamblea de Catequistas, para presentarles un Plan de Formación. En un momento dado levanta la mano un sacerdote y comenta lo siguiente: ¿Es necesaria tanta formación para los catequistas, cuando ya estamos los párrocos que hemos estudiado teología? (Casi se leía entre líneas ¿Es que van a saber más que nosotros?) Aunque se pueden sacar más conclusiones.
El clericalismo -que no el clero- sigue haciendo mucho mal entre los cristianos. Me preocupa, que tal y como están las cosas, en nuestra Iglesia, aún siga parte de la Jerarquía ‘campeando a sus anchas’ como ‘dueños del cortijo’. (Incluyo en esto de jerarquía a un grupo, no despreciable, de la vida religiosa).
Menos mal que hay un grupo, considerable, de laicos, religiosos/as y sacerdotes que siguen al Papa Francisco, por el camino adecuado. Esperemos que el ‘soplo’ del Espíritu siga una buena temporada con ellos.
Cada vez me molestan más las peticiones que se hacen en nuestras celebraciones litúrgicas, más o menos en esta línea: Pedimos por las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. ¿Dónde quedan los laicos? ¿No tienen vocación? Me pregunto si lo del sacramento del Matrimonio cae en el ámbito vocacional.
A mi modo de entender si valoramos las vocaciones por la cantidad de personas, creo que Dios llama a más hombres y mujeres a la vocación laical, que a la vida religiosa o sacerdotal. Ahora bien, les digo que esto es un discurso inútil, que no lleva a ninguna parte. Aunque puede hacer pensar.
Porque mi apuesta, es lo del Pueblo de Dios. Además hay una única llamada, es decir, una única vocación: la llamada a la vida; la llamada a realizarse como hombre y mujer en plenitud y, así, lograr la felicidad de todos los seres humanos, que es el verdadero sueño de Dios.
Lo que ocurre es que Dios sigue con su ‘pedagogía divina’ y se sirve de su Pueblo para llevar esta buena noticia a toda la Humanidad. De esta manera, el Pueblo de Dios (la familia de Dios) es la levadura que hace fermentar la Nueva Humanidad. En dicho Pueblo todos son llamados al seguimiento de Jesús. Y aunque es un pueblo organizado, en él, no hay nadie más que nadie y menos que nadie, o sea, todos están al servicio de todos, como hermanos, y de esta forma son el referente y testigos del Reino de Dios.
Por consiguiente, el Pueblo de Dios, lo percibo como una gran Comunidad de Comunidades, en la que sus miembros se entienden y viven como Hermanos e Hijos de Dios, de forma, que tanta dicha y felicidad les empuja a llevar la Buena Noticia al resto de la Humanidad, empezando por los más pobres (sus hermanos más necesitados)

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