BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 25 de agosto de 2013

GRACIAS, MUCHAS GRACIAS

Dice la sabiduría popular que "Es de bien nacidos ser agradecidos". A todos nos suena la frase, repetida hasta la saciedad por nuestro padre o nuestra madre, cuando alguien nos daba alguna cosa: "Niño...qué se dice" y contestábamos: Gracias, muchas gracias. Pues, sí, éstas quiero que sean, de todo corazón, las palabras de agradecimiento a cuantas personas se han relacionado conmigo este verano.
Gracias a ustedes, que se asoman semanalmente a la pantalla para leer las reflexiones que surgen de la experiencia. No se imaginan lo que me motivan para seguir escribiéndolas.
Gracias a los hombres y mujeres, de Iquitos, con los que he tenido la suerte de saludar, hablar, compartir visiones de la vida; sin la menor duda, son nuna riqueza estas relaciones.
Gracias a los bebes -indefensos y amados- niños y niñas, adolescentes y jóvenes, sobretodo del Barrio de Belén, que me han dado la oportunidad de verles, de estar con ellos, realizar algunas actividades,... ¡Qué ratos más agradables y contagiosos!
Gracias a los alumnos y profesores que pasan unos años de sus vidas, en los Centros educativos de los Hermanos de la Salle, por su receptividad, compartir experiencias, su acogida y sencillez,...
Gracias a Nicolás, Rosana, Ludolfo, Mariela, Marcos, Javier, María, Harry, Marcos, Carmen, Mario, Paul, Margarita,... sin personas como ellas no son posibles estos proyectos.
Gracias a la ONG de PROYDE, que hace posible esta misión, a sus animadores y responsables, a los equipos locales de los colegios, que tanto se esfuerzan por hacer posible estos proyectos veraniegos, tan importantes y tan necesarios.
También gracias, a mis Familiares, Hermanos, Amigos y Compañeros que desde su complicidad, me facilitan, apoyan y se alegran conmigo con estas experiencias.
Y cómo no, muchísimas gracias, a las personas que me han acompañado y que sin ellas, no se podría haber llevado a cabo este proyecto: Chiky, Eva, Pilar, Ángel, Mariu, Raquel y Delia. El reto de vivir como grupo lo hemos alcanzado de sobra; tengo la esperanza de que ésta sea una experiencia, de las que nos ayudan a crecer como personas.

                 

domingo, 18 de agosto de 2013

PREGUNTAS QUE HAY QUE HACERSE ALGUNA VEZ SOBRE LOS POBRES

En determinados momentos de la vida, hay asuntos que se tienen que abordar y con seriedad. Este de los pobres es uno de ellos. A veces me he preguntado, no tanto por la existencia de la pobreza y de los pobres, cuanto porqué nos acercamos a ellos. Personas empobrecidas siempre han existido y, la ayuda, nunca les ha faltado. Desde dar una limosna hasta fundar una ONG,  hay una gran variedad de respuestas para ayudar a los pobres. Este verano, he ido narrando mi experiencia, con los pobres de Iquitos,  y un día me surgieron las preguntas, que hoy trataré de contestar. De una u otra forma todos tendríamos que responderlas. 
1ª ¿Utilizo a los pobres para ponerme medallas y colgar las fotos en el Facebook?
La primera parte de la pregunta es la importante, la otra, es anecdótica. No resulta gratuito afirmar que los pobres son un buen motivo para muchos intereses sociales y, también, para acallar conciencias. A veces parece que lo de los pobres es una moda, que en la actualidad tiene su público, y estar con ellos, realizar alguna actividad, tiene su resonancia en los demás. No solo los famosos y personajes ricos tienen sus ONGs y Fundaciones, eso sí, con un buen márquetin publicitario, para que quede constancia de su generosidad, sino que también, entre los amigos y familiares uno queda bien, con eso de estar o hacer algo por los personas empobrecidas y marginadas. Todo lo cual, no quita que haya personas altruistas que mirando el bien y el progreso, de las personas excluidas y pobres, dedican su tiempo, dinero y comparten su vida con ellas. Me gustaría estar en este grupo.
      2ª Menos mal que he venido a Iquitos, porque sino…  ¿Qué sería de esta pobre gente?
En este mundo de hoy, sigue habiendo ‘salvadores y redentores’ de las causas perdidas. Piensan que qué sería el mundo sin ellos. ¡Menos mal que estoy yo! Se creen que son los únicos que tienen las verdaderas soluciones y que son imprescindibles. Personalmente, en algún momento de mi vida, me vi al estilo de Superman, que iba a cambiar el mundo, al menos a las personas a las que me acercara, ¡Qué iluso! Me olvidaba de que cada persona es libre y que no tengo derecho a obligarla a nada. Como mucho caminar juntos y aprender unos de otros. 
      3ª Al final del proyecto: ¿Qué habrán cambiado en sus vidas por mi buen hacer?
Nada. Considerando los procesos de crecimiento de las personas, 20 ó 30 días en la historia de las mismas, no son suficientes para cambiarlas, ni siquiera un poquito. Tal vez quedemos en el recuerdo, sobretodo de aquellas personas a las que más nos hayamos vinculado, como nos ocurre a nosotros. También puede pasar que alguien se motive para hacer algo que aún no había descubierto o que le reforzamos lo que ya había intuido. Pero poco más. Sí creo que estos proyectos son como una ‘anécdota’ en sus vidas (y en las nuestras), un tanto significativas y que algún provecho se le puede sacar.
      ¿Son los pobres un paréntesis en mi vida y, además, aprovecho las vacaciones?
A lo largo de los años he visto de todo. Lo del paréntesis lo he constatado muchas veces. Me he preguntado, en numerosas  ocasiones, ¿Por qué tal o cual persona, que se ve tan comprometida, un buen día desaparece y deja la tarea para otros? No es fácil, por lo que se ve, lo de la constancia y la perseverancia. Casi lo asemejo, a lo del sarampión, hay que pasarlo, pero, luego la vida sigue por otros derroteros. Parece que lo del voluntariado va ‘calando’ en la sociedad civil, no obstante hay que hacer muchos esfuerzos para que avance. 
5ª Esta experiencia… ¿Es para que cambien los pobres o para que cambie yo?

Creo que es la pregunta clave, en el día de hoy. Desde mi punto de vista la respuesta es muy clara: Para que cambie yo. Hay experiencias en la vida que se tienen dentro de un plan que abarca a toda a persona. Digamos, que la experiencia de estar, vivir, acompañar a las personas empobrecidas es una de ellas. Vivimos en un mundo injustamente desigual, en el que una minoría, me encuentro en ella, disfrutamos de todos los beneficios de la llamada sociedad del bien estar, y que –sin embargo- una inmensa mayoría de la población carece de muchas de tales comodidades –legítimas, por otro lado- así que, estar junto a ellas igual nos puede despertar las conciencias y, desde la base, tratar de cambiar las cosas, pero eso sí, empezando por uno mismo.

domingo, 11 de agosto de 2013

LA EXPERIENCIA DE VIVIR EN GRUPO, NO ES FÁCIL, PERO ES POSIBLE


En este caso me estoy refiriendo a la experiencia, de más de  40 días, que llevamos viviendo en Iquitos (Perú), ocho personas (tres hombres y cinco mujeres)  y de edades variadas.
En un mundo en el que las relaciones humanas, no siempre son fáciles, tener la experiencia de que son posibles, sin duda, son una gratificación para las personas implicadas. Todos conocemos de amistades que se disuelven, de parejas que se rompen, de familiares que se pelean por una herencia, de compañeros de trabajo que no se hablan,… hasta procuran hacerse la vida imposible, unos a otros, si pueden. Me niego a pensar que estas situaciones son inevitables y para siempre.
Hay muchos motivos para que las relaciones humanas fracasen. Pero, también, hay muchos motivos para que las relaciones humanas sean positivas y ayuden a las personas para su crecimiento y maduración personal.  Creo que estos proyectos pueden ser la ocasión de experimentar que las buenas relaciones con las personas hay que fomentarlas y potenciarlas. Es una forma de ir cambiando el mundo.                     
Nos propusimos, al venir a Perú, vivir unas relaciones en el grupo que, al menos, fueran gratificantes para todos. Ya contábamos con que tal compromiso conllevaba el reto personal de estar a la altura de las circunstancias. Luego viene la realidad.  Y la tarea no es fácil. En algún momento aparece lo que siempre se dice: “Cada uno es de su padre y de su madre”. Y es así.
En el transcurso de los días van sugiendo las historias personales que todos tenemos, con sus salitas de estar y sus trastiendas. Antes o después aparecen las manías, que cada cual ha contraído con el tiempo. Los prejuicios y roles que tenemos de las personas, y que nos hemos formado por las informaciones de otros, se refuerzan o los quitamos en la medida que pasan los días de convivencia.
En los primeros días, uno trata de controlar sus impulsos, de aparecer con la mejor sonrisa y lo mejor de sí mismo, pero esta ‘tensión’ no es fácil mantenerla y pasamos, antes que después, a mostrarnos como en realidad somos.  Pero es que yo entiendo, que todas estas circunstancias están en el guión de la vida y no hay porque asustarse.
En el caso que nos trae, en la generalidad de los días, han prevalecido las ganas de pasar unos días lo mejor posibles. Ya contamos con las dificultades y los problemas, pero como personas adultas y, en este caso, con objetivos comunes, no hemos dudado en potenciar las buenas relaciones. Hemos sabido ceder, estar disponibles, tener iniciativas, con el pensamiento de que el proyecto que nos trajo a Iquitos, saliese adelante. Por lo demás, hemos sido conscientes, de que nuestras relaciones interpersonales son parte de la misión que nos trajo a estar tierras y las hemos cuidado. El diálogo, la flexibilidad, la cordialidad,... también han contribuido a ello.
Como educadores que somos, sabemos que el trabajo en equipo y el buen entendimiento entre sus miembros son muy necesarios para la buena marcha de nuestras intervenciones con los demás, en este caso, las buenas gentes de Iquitos que nos han abierto sus puertas de par en par. Claro que hay grados de profundización, en las relaciones humanas, pero no siempre es necesario llegar a los más profundos. Pero es que no estamos obligados a alcanzarlos. Esto depende de cada persona. Los ingredientes de la confianza, la misma intimidad, la oportunidad de intercambiar experiencias de la propia vida, no son fáciles. Sin embargo, la historia nos viene diciendo, que de estas experiencias han surgido buenas amistades.
En el tramo final, de este proyecto de verano, sigo confirmándome en que la experiencia de vivir en grupo, no es fácil, pero no imposible.

domingo, 4 de agosto de 2013

NAVEGANDO POR EL RÍO AMAZONAS: ¡UNA GOZADA!



¡Qué bien se tenía que vivir en el paraíso! Pero no es nostalgia. Acá, sentado en la cubierta del barco, se siguen viendo las maravillas de la naturaleza. Aún se pueden disfrutar de los sonidos y coloridos, genuinos, de la selva amazónica. El barco discurre con lentitud, por el río, lo que nos facilita  saborear, casi todos los detalles, de lo que nos va ofreciendo su rivera. El río Amazonas es inmenso y nos descubrirá sus numerosas sorpresas.
En estas latitudes, lo de las prisas no se conoce. Eso del estrés, las buenas gentes de la Amazonía, no saben qué es. El tiempo de la naturaleza, con sus ritmos, nos está pidiendo que nos abandonemos a él, que apartemos nuestras inquietudes y ansiedades, nuestras preocupaciones y miedos, y nos dejemos llevar… ¡Arto difícil para nuestras mentes occidentales!
A lo largo del camino nos vamos acercando a los poblados ribereños, en unos pasamos de largo y, en otros, hay un trasiego de personas cargadas con mercancías y nuevos pasajeros, que ocupan el lugar de los que acabaron su viaje; de esta manera se sigue la rutina diaria del trayecto entre Iquitos y Requena.
El río no está solo. Acá y allá, vemos numerosas barquichuelas (llevo-llevo) con dos o tres personas, que con mucha paciencia, esperan llenar sus redes del pescado que ofrecerán a los mismos aventureros que vamos en el barco, o a las familias que se acercan al puertecillo de los caseríos, para comprar su comida diaria.
Se acerca la noche, y la anticipa un atardecer con una auténtica sinfonía de colores. Qué momentos más agradables. El ambiente es adornado con el trinar de las aves exóticas, que nos llega de la interminable floresta, que no nos ha dejado desde Iquitos. El amanecer no se queda atrás en su apuesta por embellecer el día. Esta es la naturaleza viva, la Amazonía, el llamado ‘pulmón del planeta’, que siempre será poco lo que hagamos por defenderla.
Pero no vamos solos en el barco. Acompañamos a numerosas familias que van o vienen con sus preocupaciones y problemas. Como no hay otras vías de transporte (ni trenes, ni carreteras) todos los viajes son con barcos. El nuestro va al completo. Hay niños por todos los sitios y se fijan en nosotros; somos ‘como’ una atracción especial para ellos. ¡Tantos ‘gringos’ no se ven todos los días!  Menos mal, que las numerosas horas que pasamos juntos quitan muchas barreras.
Después de casi 18 horas, para hacer unos 200 kilómetros,  llegamos de mañanita a Requena. Nos esperan los Hermanos, a los que venimos a visitar este ‘finde’.  Hemos venido a conocer las obras educativas que desarrollan por estos lares. Sin duda, después de lo que hemos ido viendo, tanto la visita como el viaje han merecido la pena. Una vez más, tengo que decir, que hay muy buena gente por todo el mundo. Aunque falta la vuelta, a Iquitos, me imagino que seguiremos gozando del paseo por el Amazonas... ¡Toda una pasada!