BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 18 de julio de 2021

¿CÓMO PUEDO VIVIR BIEN, CUANDO OTRAS PERSONAS VIVEN MAL?

 Esta es una pregunta que me vengo haciendo desde hace muchos años. Desde mi condición de creyente en Dios, que es Padre y Madre, no acabo de entender que unos vivamos muy bien y otros lo pasen muy mal. Entiendo, que el Dios en el que creo, quiere el bien para su hijos e hijas, que sean felices y, sin embargo, existen distancias cada vez más abismales ente los que disfrutamos de la vida y los que malviven, incluso, hasta morir de hambre. Y, lo peor sería, que para vivir bien, necesite que otros vivan mal.

El que yo viva bien, seguro que es una satisfacción para Dios: ¡Objetivo cumplido! Pienso que es algo parecido a cuando en la familia, a los hijos, les va bien en la vida. A los padres se les ve felices. Aunque, vengo observando, que también la familia se preocupa por los más indefensos de la misma; el último ejemplo notorio lo tenemos con esto de la pandemia.

Por consiguiente, de lo que se trata, es de llegar a vivir bien, disfrutar de la vida en plenitud, eso sí, todos los hombres y mujeres, empezando en la infancia y terminando en la ancianidad. Los cristianos tenemos la suerte de disponer del mensaje de la Buena Noticia, del Evangelio y, en concreto, de las Bienaventuranzas, el sueño de Dios para la humanidad. No acabo de entender que después de 2000 años, hayamos avanzado un poquito. Y eso que el mandato de Id y enseñad es asunto de todos los bautizados.

La parábola de la levadura es muy ejemplar. Cuando hay levadura en la masa, ésta fermenta y podemos hacer el pan. Pero si la levadura, -pongamos por ejemplo- la acaparan unos pocos o la dejamos estropear, igual no llega al resto de la harina para que fermente y entonces no tendremos pan para comer. Eso sí disfrutaremos de pan tierno, pero solo unos pocos.

Mi estupor llega a su máxima expresión cuando observamos que en la Iglesia, en general, parte de la jerarquía y de la vida religiosa, como muchos seglares, andan más centrados en su intereses (acaparar la levadura) que en el bien común, tanto del Pueblo de Dios, como de la sociedad en general. Aquí falla algo. 

Como el objetivo es que todo el mundo vivamos bien, aunque por las circunstancias algunas personas ya vivimos bien, ese bienestar no puede quedarse en nosotros, es un deber por nuestra parte, comprometerse a colaborar y facilitar -a los que viven mal- (y no tienen levadura), para que también ellos alcancen el mismo objetivo, y vivan igual de bien que nosotros. Vaya a ser, como decían algunos de los primeros cristianos, que los que tenemos la suerte de tener todas las necesidades cubiertas y además nos sobre, resulte, que se interprete que se lo hemos robado a los que no tienen y por eso viven mal. Vamos que no podemos permitir que otros vivan mal, entre otras cosas porque son de la familia.

domingo, 11 de julio de 2021

EL MUNDO CAMBIARÁ... SI YO CAMBIO

 Cada vez lo veo más claro. Alguien me dirá, con las calores que hace y... estos asuntos ahora. Me da igual que haga mucho calor o mucho frío. Justo en estos momentos (con mucho frío o mucho calor) hay niños que sufren la guerra, hay niñas que son explotadas sexualmente, (acaso no merecen nuestra atención). En estos instantes, ha personas migrantes, que van de un lugar a otro a riesgo de perder sus vidas (acaso no merecen nuestra atención).Ahora mismo hay gente que vive en la miseria, sin casa, sin trabajo, con enfermedades (acaso no merecen nuestra atención) Hoy se han muerto miles de hombres y mujeres de hambre (acaso no merecen nuestra atención)  ¡Qué más da la época del año en que vivimos!

Somos tan indiferentes, tan 'grises', tan cómodos, que todo lo que salga de nuestros intereses nos viene grande y ajeno a nuestras vidas. ¡A mí que me importan los demás! Yo voy a lo mío, que bastante tengo, con lo mío. Claro que podríamos preguntarnos ¿Qué es lo mío? Algún niño diría que la ropa, mis juguetes, la comida del frigorífico, la habitación donde duerme, el agua con la que juega, el coche donde viaja, las chuches que come,... ¿Qué diríamos los adultos?

A lo mejor tener móvil exige violencia; igual vestir ropa de moda conlleva explotación infantil; tal vez las fresas que como no se han pagado con justicia al recolector; lo mismo el papel higiénico que uso viene de la deforestación de grandes bosques,... ¿Aún pienso que lo mío no tiene que ver con el mundo que me rodea y las personas que vivimos en él? ¡Vamos ya!

Este mundo tan desigual, tan injusto, tan explotador, tan violento, tan egoísta, tan hedonista, tan indiferente, con tantas vallas y muros,... ¿tiene arreglo? Pues, claro.

Claro que tiene arreglo. Pero las soluciones, ni vienen de los gobiernos, ni de los ricos. Estamos muy equivocados. No crean que vienen de las religiones o ideologías rimbombantes; no, ese no es el camino. Lo tenemos más fácil. 

Todo empieza por uno mismo. El cambio viene,... si yo cambio. También se puede decir al revés, cuando yo cambie, entonces, cambiará el mundo. Y aquí está lo difícil, aquí se complica todo.

Porque, si yo quiero la paz, tengo que ser un hombre pacífico, abandonar la violencia.

Porque, si yo quiero la justicia, tengo que ser un hombre justo y honesto.

Porque, si yo quiero la solidaridad, tengo que dejar el egoísmo, la usura, acaparar la riqueza.

Porque, si yo quiero la libertad, tengo que dejar de manipular, las modas, las esclavitudes.

Porque, si yo quiero el amor, tengo que abandonar la envidia, el odio.

Porque, si yo quiero el diálogo, tengo que abandonar la intolerancia, la cabezonería.

Porque, si yo quiero puentes, tengo que rechazar los muros y alambradas.

¡Vamos! que si yo cambio, seguro, seguro, que cambiará el mundo.

domingo, 4 de julio de 2021

DE LAS CONVERSACIONES QUE ESCUCHAMOS EN LA CALLE, PASEANDO

 


Cuantas veces vas por la calle, y sin querer, oyes frases de la gente que va charlando. Eso sí, a medias. Parecería que si no decimos las cosas en voz alta no nos escuchan y eso que los tenemos al lado. Por eso, sin querer (queriendo) nos enteramos de todo. En un momento dado escuché a una persona: "¡Con lo bien que podíamos vivir!"  Y sin embargo preferimos el plato de lentejas de la historia. 

Con lo bien que podíamos vivir y, sin embargo,  no sé cómo complicamos las cosas que para muchos hombres y mujeres, la misma vida es un grandísimo problema ¡Que retorcidos somos! Luego me pregunté por el sentido que le podemos dar a esa frase. Lo de vivir bien creo que es el anhelo que tenemos y deseamos para nuestra familia, nuestros amigos, nuestro pueblo, nuestro país y el mundo en general.
Vivir bien, sin duda, se puede referir a que los niños -todos- tienen una familia, un hogar, un lugar en donde crecen como personas; su madre y su padre les crían y educan pensando en su felicidad, no les falta lo necesario para vivir con dignidad; vamos, ponen los cimientos para que sean felices.
Tal vez, vivir bien quiere decir que la infancia y juventud, tienen escuelas, en las que aprenden a convivir y socializarse, se educan en valores como la solidaridad, la justicia y la paz. Espacios que favorecen la creatividad, se aprende la cultura que tanto necesitamos y se ponen las bases para innovar, crear y avanzar para construir un mundo, todavía mejor.
A lo mejor, vivir bien es el resultado del esfuerzo común, que todos los seres humanos aportamos a este mundo globalizado para que no haya guerras, ni violencia; no existan muertes por hambre o enfermos incurables; no haya inmigrantes desesperados, ni parados fracasados o desahucios inhumanos y, menos aún, familias desestructuradas y rotas.
Pero no. Preferimos el plato de lentejas.  Queremos saciarnos de inmediato, consumir rápido, vivir el momento con intensidad. Dejarnos llevar por las circunstancias. No controlar nuestros impulsos más primarios. Si para obtener un puesto mejor en el trabajo, hay que pisar al compañero, pues, se pisotea. Si me enriquezco por la vía rápida aunque me haga corrupto, engañe a los demás, explote a los empleados,… lo que importa es que yo sea rico. Si para disfrutar a tope, la droga o el alcohol me ayudan, pues a darse un buen chute. Las consecuencias ya las conocemos. Y lo de vivir bien queda en el olvido.
Lo del plato de lentejas tiene su explicación en un relato bíblico. Cuenta que dos hermanos, Esaú y Jacob, tenían sus rivalidades y un buen día, Jacob, que por lo visto era un buen cocinero, tenía la comida preparada y, a esto, que llega su hermano Esaú, casi muerto de hambre, y le propone con urgencia, que le dé un plato del guiso sabroso que había hecho, a cambio de darle su herencia cuando llegase el momento. Y así fue. Quedó muy a gusto y satisfecho con el plato de lentejas que se comió, pero perdió la herencia. No deja de ser un relato, una historia pasada. Pero de rabiosa actualidad.