BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 28 de julio de 2019

¡¡¡HAY TANTOS NIÑOS VIVIENDO EN LOS CHARCOS!!!

Se les ven felices, siempre con sus caras sonrientes. Pero viven entre charcos, juegan metidos en los charcos, se tiran el barro de los charcos, para ver quién gana embarrando más a los otros. Los charcos forman parte, imprescindible, de su hábitat. Casi, ni saben estar sin charcos (aunque acá les llaman cochas) ¡Qué cosas!
Estamos hablando de los niños y niñas del Barrio de Belén, que son miles. Imagínenselo ustedes, si en el barrio hay unas 20.000 personas. Chicos por todos los lados, materialmente, hasta debajo del barro. ¡Y son felices!... ¿Felices? Al menos cuando están en la calle, que es cuando nosotros los vemos. Aunque en sus “casa” están bien poco, acaso para dormir.
Bueno, si entramos en detalles, a lo mejor cambiamos de parecer. Hemos visto a niños con heridas en la cara y nos hemos enterado de que, su papa, le pegó porque perdió un lápiz que necesitaba. Tenemos muchas formas de saberlo, somos educadores, y la información nos va viniendo en la medida que nos acercamos, cada vez más, a las gentes del barrio. Hablando con los jóvenes, en una de las reuniones de los miércoles, nos constatan de que la violencia intrafamiliar está en un 90 % de los hogares...  ¿exagerarán?
Muchos de estos niños, viven con sus mamás y sus abuelitas, sus papás les abandonaron y se fueron de la casa... a otro hogar. Ni siquiera son reconocidos por sus padres. Muchos de ellos no constan en los registros. En estas condiciones, sin la figura del padre, crecen muchos niños de los charcos. Tal vez es mejor que no estén, pero, su crecimiento como personas ya está afectado desde la infancia. Su futuro va a quedar marcado desde la infancia.
Es verdad que hemos visto colegios en Belén, pero muchos niños no van a la escuela, aquí radica el gran problema y el mal endémico del Barrio de Belén. Muchos niños no van porque nadie les obliga, pero es que, numerosas niñas están demasiado ocupadas cuidando a sus hermanitos, mientras sus papás andan atareados, con los trabajos precarios, que ofrece el barrio. Por lo que vemos, no es que necesiten mucho para vivir, apenas la ropa -la misma todos los días- hasta que se desgasta y se ponen otra parecida; por no hablar de la comida, que podemos calificarla de supervivencia.
Están siempre en la calle, bueno, en realidad la calle y sus charcos son su casa. El concepto de casa que manejamos, en la que viven nuestros hijos, no corresponde a lo que tienen ellos. Ya han visto en las fotos, que viven en palafitos muy endebles y que en el tiempo de las lluvias -casi medio año- sus calles están inundadas de agua (como en la Venecia italiana) pero en versión mísera y pobre. Es verdad que los charcos desaparecen pero no sabemos qué es peor. Nos han contado muchos casos de bebés que se ahogan, durante estas fechas, por que se caen al agua. El agua cubre todo el piso de su casa y viven materialmente "colgados" entre tablas y hamacas.
Estos son los niños y niñas que estuvimos acompañando hace unos años en Iquitos. Nosotros nos fuimos cuando acabe el proyecto que nos llevó, ellos, seguirán. Seremos una anécdota que recordarán durante un tiempo. ¡Ojala tengan muchas de estas anécdotas! Luego seguirán en la calle, les abandonarán sus papás, recibirán de vez en cuando una paliza, pero eso sí, su sonrisa no desaparecerá de su cara,... mientras juegan en los charcos.

domingo, 21 de julio de 2019

MI EXPERIENCIA EN LA AMAZONÍA BRASILEÑA


Ahora que se está hablando del Sínodo de la Amazonía, quiero mostrar mi apoyo, con esta experiencia que tuve hace unos años. El Facebook, aún nos sirve de conexión. Así describía lo vivido aquel verano.
Increíble, pero cierto. Nada menos que en la selva. La misma selva a la que le estamos 'robando' sus árboles milenarios. De hecho, un trecho del trayecto, lo hicimos por las transamazónica. Pero vayamos aclarando algunas cosas. Me encuentro en un proyecto misionero (también llamado de cooperación) organizado por SOPRO-PROYDE, dos ONGS de La Salle, que llevan más de 20 años con estas 'iniciativas veraniegas". Una de las familias que trabajan en el Centro Social de la Salle, en Uruará, al norte de Brasil, nos invitó a pasar el domingo con su familia. Y allá que nos fuimos. ¡Qué atrevidos!
Será un día que no olvidaremos, al menos los españoles. Llegar al lugar, una finca extensa en la que cultivan el cacao, entre otras cosas, fue casi una odisea: carretera cortada varias veces, porque había camiones atravesados. Lluvia constante que dificultaba la conducción (no hay asfalto), y pese a todo, disfrutando del paisaje, del trinar de los pájaros exóticos, y saboreando el aire puro, sin ninguna contaminación,... ¡estamos en el pulmón de nuestro querido planeta!
Cuando por fin llegamos (tres horas unos 50 kilómetros), nos estaban esperando, más de 80 personas de todas las edades, en un ambiente festivo, con un sol espléndido y con una naturaleza benévola, congraciándose con los allí convocados. Un clima lleno de cordialidad, alegría, cantos y bailes estuvieron presentes, hasta que nos fuimos por la tarde. ¡Y no conocíamos a nadie!
Desde luego las rutas turísticas no contemplan estas visitas. Y participar en una fiesta, en medio de la selva, no deja de ser una suerte. Lo consideramos un regalo, inesperado. Un privilegio.
Si algo destacaba en el ambiente era la naturalidad. Todo estaba empañado de lo espontáneo, sin artificios. Se ve que el contexto lo hace todo. Habían matado una vaca y la barbacoa, todo en estas tierras es grande, no daba a basto para atender a los comensales. La carne estaba acompañada por arroz, manyoca, ensaladas variadas, zumos con sabores naturales y cerveza. Sí, había cerveza, por cierto, muy buena.
El grupo era muy diverso, la población brasileña lo es, y lo vive con mucha naturalidad: personas de color, mestizos, europeos, indígenas,.. No es que nos entendiéramos al cien por cien, pero sin duda, el ambiente favorecía una excelente comunicación, más allá del uso de las palabras. Los gestos, las sonrisas, las miradas,… dicen muchas cosas. A eso le podemos añadir que el portugués y el español tienen bastantes palabras en común. Bueno, y nosotros que teníamos ganas de comunicarnos. 
Por lo demás, uno se distancia de aquel espacio privilegiado, y constata que las experiencias festivas de los seres humanos, tienen el mismo patrón. Las relaciones humanas necesitan de estos tiempos gratuitos, donde desaparecen los roles cotidianos y 'nos vestimos' de lo que somos. Personas con ganas de divertirse, de reír, de compartir historias,... sin prisas, sin mirar el reloj, abriéndose a la novedad, conviviendo desde lo más humano que nos caracteriza.
¡Ojalá que no nos falten ni estos días, ni personas que estén a nuestro lado!

domingo, 14 de julio de 2019

SÍ, SÍÍÍ, ¡¡¡EL QUINTO MUNDO EXISTE!!!!

En el 2013, estuve en un proyecto misionero en Perú. Así contaba mis impresiones:
Uno tiene la "suerte" de venir a Belén,  un barrio de Iquitos, en Perú, y descubir que el mundo de los pobres no tiene  límites. Se me ha ocurrido que si clasificáramos a la población, del “0 al 10”, por su riqueza o su pobreza,  el “0” sería para el Quinto Mundo, los más pobres del planeta, y el “10” para los que están en la lista de Forbes, los más ricos del mundo. Les suenan Carlos Slim, Bill Gates, Amancio Ortega,... pues, estos son los tres primeros de la lista, privilegiada, de los más ricos, entre los ricos. 
Las fotos que hemos tomado, del Barrio de Belén, apenas son la punta del iceberg de la pobreza en la que viven estas pobres gentes. Te da angustia al verlos en la calle, vergüenza ajena cuando los ves en sus "casas", irritación al ver los niños jugando en las condiciones en las que se encuentran,... Uno se pregunta ¿Y de qué viven? Bueno lo de vivir -en este caso- es un eufemismo.
Dicen las estadísticas, que de los 7000 millones de habitantes que hay en la actualidad, aproximadamente el 20% de la población, o sea, 1400 millones, constituyen el grupo más rico. Por consiguiente, unos 5600 millones, se les clasifica como los pobres del sistema. Vayan sumando África, Asia y América del Sur, y obtendrán los resultados.
Con el afán de organizar a la población, en lo que a pobreza y riqueza se refiere, se ha venido hablando del Primer Mundo, Segundo Mundo, Tercer Mundo, Cuarto Mundo y, personalmente, se me ocurre después de los de Iquitos, lo de Quinto Mundo.
Si el Cuarto Mundo se refiere a los pobres que viven, miserablemente, en los países del Primer Mundo, por ejemplos Estados Unidos; el Quinto Mundo, para que nos entendamos, se refiere a los más pobres del Tercer Mundo, que ya de por sí es el mundo de los pobres. Es decir, que en el grupo de los pobres, están  los que todavía  son más pobres. Siempre ha habido clases, y en esto de los pobres, pues, lo mismo. 
Estamos hablando de los pobres más pobres. Después de este grupo de pobres, ya no hay más gente por detrás de ellos. Así que se pueden imaginar su situación. Se le juntan todas las pobrezas: económica, educativa, sanitaria, cultural, alimenticia, urbanística, afectiva, psicológica, política y social en general. Ni se les reconoce en los registros. Algunos tienen diferentes nombres según sean los papeles de su padre o de su madre.
Describir el Quinto Mundo, al menos en el que nos encontramos, llevaría mucho tiempo, por ahora, nos conformamos con saber que existe. Otro asunto es reflexionar sobre qué se puede hacer. Es la pregunta que surge, espontáneamente, cuando te encuentras este panorama.
De momento, nos hemos planteado estar con ellos, conocer un poquito más su realidad y, suponemos, que iremos ampliando nuestra conciencia sobre esta situación. Transformar el mundo no es un asunto que se hace de un día para otro, ni siquiera de un grupito de personas, pero es bueno que todos nos vayamos sensibilizando con estas realidades y tratar de poner nuestro granito de arena.  
A lo mejor son ellos los que nos transforman

domingo, 7 de julio de 2019

LOS CAMPOS DE TRABAJO, MÁS QUE UNA EXPERIENCIA SOLIDARIA


Estos meses voy a ir recordando las diferentes experiencias solidarias, que he tenido en varios países (Perú, Méxcio, Brasil, Melilla,...) sobre los Campos de trabajo, para ello recordaré de los primeros años del Blog, aquellas experiecnias solidarias me hacen recordar de donde viene mi historia y a las personas con las que he estado viviendo.
¿Qué son los Campos de Trabajo? Son una de las alternativas que se dan en este tiempo vacacional. Durante el verano, hay muchas personas, especialmente jóvenes, que dedican parte de su tiempo a los diferentes Campos de trabajo que existen. Unos son de carácter ecológico, otros tienen que ver con la arqueología, están los que se dedican a la restauración y recuperación de edificios antiguos y, finalmente, los que tienen un carácter social y religioso.
En todos ellos hay un denominador común: Dedicar parte del tiempo libre que se tiene - en vacaciones - pensando y ayudando a los demás. De forma más notoria se ve esta finalidad, en los de carácter social, en ellos me voy a detener a continuación.
En la experiencia que tengo, de los campos de trabajo, he constatado la importancia de poner en relación a las personas que tienen un nivel de vida, bastante desahogado, (digamos clase media, media alta) con aquellas otras que se mueven en unos niveles marginales y de exclusión (digamos clase baja, baja). En un lenguaje coloquial diríamos que se trata de facilitar el encuentro entre los ricos y los pobres.
En el grupo de "jóvenes" (normalmente de diferentes lugares) que realiza los Campos de trabajo, cabe destacar dos experiencias, muy unidas entre sí, y que posibilitan el buen desarrollo de los mismos:
La experiencia de la solidaridad. Por un lado está el conocer otros ambientes diferentes a los que uno vive normalmente. Sobretodo, si la vida nos ha tratado bien y hemos tenido la suerte de nacer en una clase social que vive la cultura del bienestar en toda su extensión. Conocer otras realidades menos favorecidas y empobrecidas, convivir con sus gentes, estar con sus hijos haciendo variadas actividades... constituyen todo un gesto solidario.
La experiencia de la fraternidad. Pero aún hay más, si a tal proyección social, se le une la experiencia de vivir juntos - durante unas semanas - jóvenes que no se conocen, con el compromiso de vivir en familia: haciendo la comida (o lo que salga), limpiando y fregando los lugares comunes de uso diario, organizando en común el tiempo de ocio y tiempo libre, reflexionando y dialogando sobre temas de interés y, como grupo creyente, orando juntos; ya tenemos, entonces, todos los requisitos para calificar la experiencia de una verdadera expresión de fraternidad.
Los Campos de trabajo, por consiguiente, crean conciencia social, fortalecen procesos personales, relativizan la propia vida, abren las puertas y ventanas a los demás, facilitan el encuentro y el compromiso,... vamos - sin la menor duda - merece la pena tener esta experiencia. Por cierto, lo de joven, no solo tiene que ver con la edad, también, tener "espíritu joven", aunque se tengan más de 40, te da posibilidades para participar en tan interesante y completa experiencia veraniega.
¡No lo dudes!