BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 23 de febrero de 2020

LA COMUNIDAD-FRATERNIDAD EL MEJOR SIGNO DE LOS CRISTIANOS HOY


Que el mundo está de aquella manera ya lo sabemos. Por suerte, todo está presente en el mismo mundo que vivimos tantos millones de personas. En una mirada negativa vemos guerras, hambre, paro, enfermedades, injusticias, desahuciados, trata, discriminaciones, racismo, pobreza, migraciones, drogas,… (y, además, hacen mucho ruido). A ver quién le pone remedio a todo esto. Aunque no seamos pesimistas también hay una mirada positiva pues vemos bondad, alegría, servicio, amor, solidaridad, compromiso, paz, diálogo (aunque es más silenciosa).
En el 'mercado' del espacio público, me admira, la pluralidad de proyectos que hay para organizarse uno en la vida. Pluralidad es riqueza. Uniformidad es pobreza. Hoy me quiero detener en uno de los proyectos, en el cual me sitúo y que no tengo reparo en manifestarlo: Creo en Jesús de Nazaret y apuesto por la oferta Cristiana. 
Sin la menor duda, para alcanzar esta utopía hay muchas alternativas, la historia nos da fe de ellas. Me quiero detener en la oferta cristiana, es la que más conozco. Pienso que no es ni la mejor ni la peor, es una alternativa -plenamente humana- que enraizada en el Dios de Jesús, nos ofrece el camino para construir la familia humana con lazos y vínculos, que nos hacen vivir como hermanos y hermanas, con plena libertad, justicia, amor y paz.
Desde sus orígenes el cristianismo se basa en la creación de comunidades, reflejo de la gran comunidad que llamamos Pueblo de Dios, es decir, la Iglesia. Muchos hombres y mujeres han escogido este camino. Y como hombres y mujeres: con sus aciertos y fallos, con sus valores y limitaciones, con sus alegrías y penas, con sus problemas e iniciativas,… se han esforzado por vivir la fraternidad humana, cuya plenitud de la misma, llegará en la otra vida.
Estas comunidades tienen algunos rasgos comunes que las definen. Son retos y metas que toda comunidad cristiana tiene y que se esfuerza por conseguirlos. Se pueden formular de esta manera:
1.      Mirad como se aman: La unión, las buenas relaciones, la comunión, el compartir, el perdón y quererse como hermanos, lo expresan muy bien. En el mundo que vivimos de divisiones y egoísmos crear espacios de convivencia y fraternidad son un acierto y referencia para los demás.  Y si damos el ejemplo del amor a los enemigos, ya ni te cuento.
2.      Id y enseñad: Explicar el mensaje cristiano del Reino de Dios, las razones que nos mueven a vivir, (razones de nuestra esperanza) el sentido que le damos a esta vida, a la historia de la humanidad está en la misión que tenemos como seguidores de Jesús. Esta es otra tarea de la comunidad cristiana, sobre todo en este mundo, que a veces parece que ha perdido el rumbo.
3.      Los pobres los primeros: La credibilidad de la comunidad se la juega en la apuesta y ayuda a los pobres y los marginados. Se tiene que ver que estamos al lado y con los excluidos, por ejemplo los migrantes. Fue el mismo Jesús el que nos marcó el camino con su ejemplo de servicio y entrega al prójimo. Precisamente las iniciativas sociales del cristianismo tienen su origen en el estilo de vida de Jesús. Al fin y al cabo los pobres son nuestros hermanos. El camino de la comunidad cristiana es el camino de los pobres.
4.      La celebración de la fe: Celebrar la vida, juntarnos como hermanos, festejar la fe que nos une, alimentarla con el Pan de vida; reflexionar y meditar la Palabra del Dios en el que creemos, es la expresión de que la familia humana es la mejor apuesta que tenemos.
En esto consiste la oferta cristiana: ser testigos de las Bienaventuranzas, ser iconos del Mandamiento del amor y ser felices haciendo felices a los demás, especialmente a nuestros hermanos y hermanas más pobres. Todo un reto y compromiso para dichas comunidades.

domingo, 16 de febrero de 2020

ENCUENTRO DE JÓVENES MUSULMANES Y CRISTIANOS (15/02/2020)


¡Ha estado Genial! Fue la expresión más repetida en la despedida. Por mi parte, me sumo al sentir del grupo juvenil, que pasó la tarde ayer en el Hogar la Salle. En la última reunión del Foro Interreligioso de Jerez, en el plan de actividades del año, vimos la importancia de convocar a los jóvenes de nuestras diferentes comunidades religiosas (jóvenes musulmanes y cristianos católicos y ortodoxos). Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que se cumplieron, más que de sobra, los objetivos que pretendíamos.
Dicen que esta juventud, la de ahora, es así o de de aquella otra manera. Lo que yo puedo decir, que tengo cierta perspectiva por la edad, es que la juventud tiene las mismas características de siempre. Los contextos cambian pero los rasgos de la juventud permanecen. Aunque no podemos generalizar, como si toda la juventud fuera igual en todos los sitios. Porque hay jóvenes y jóvenes, pero esto es otro asunto.
Después de una tarde con los jóvenes, sigo constatando, que tienen ganas de vivir, pasarlo bien, el ansia de utopía, la rebeldía con sus mayores, sus descontentos y críticas a los adultos, las denuncias a esta sociedad que les está engañando, quieren ir con la verdad por delante y son profundos cuando se 'ponen a tiro'. Esto lo hicieron palpable cuando mezclado en grupos nos comunicaron sus reflexiones.
Los jóvenes de ayer no nos defraudaron en esta apreciación. Al principio de ir llegando estaban los corrillos de los afines. Hay cierta rémora en juntarse con el desconocido. Hay que romper esos muros invisibles y pasar a la acción. De eso se trataba. ¡Y vaya que los rompieron! La verdad es que no costó mucho. Con una dinámica de Rompehielos y buena disposición se consigue todo.
Ver los rostros sonrientes, los ojos vivos, las ganas de habla, resulta una gozada, que te viene sin esperarla. Aunque cuando se facilitan las condiciones todo es posible. El bue ambiente y sana convivencia estuvieron presentes desde el principio. Había voluntad para ello. En las relaciones interpersonales desaparecieron todas las ‘trabajas mentales’. En el jardín que estábamos solo había jóvenes,  ya fueran chicos y chicas, blancos y negros o migrantes y andaluces. Vestían igual y la música se compartía.
Antes de la buena merienda que tuvimos, tuvimos el gesto de darnos un corazón con nuestro nombre y un deseo para la persona que eligiésemos. Fue un momento muy personal, emotivo y significativo. Un buen recuerdo de la tarde que pasamos juntos. Claro que cuando compartimos lo que cada cual había traído llegó la mejor expresión de lo que es la amistad y la fraternidad entre los seres humanos. Las comensalías son una experiencia tan humana que la deberíamos practicar más, entre los que nos decimos diferentes. Ahí descubríamos que no existen tales diferencias.
Y termino escribiendo frases que nos dejaron estos jóvenes, en sus diálogos interreligiosos:
·         Somos diversos como los colores, caminemos a la igualdad
·         La bondad, convivencia, amistad, respeto y paz nos hacen vivir en el amor
·         No importa de dónde eres, sino lo que eres
·         Da igual en qué o en quién creas, lo importante es el amor entre todas las personas
·         Por un mundo mejor: Fe solidaridad, unión empatía y respeto
·         Todas las religiones son ramas del mismo árbol
·         La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, Justicia, amor y libertad
·         Los jóvenes somos la luz del mundo
Qué ambiente más sano. Estar con los jóvenes es una dicha y un lujo como decía antes. Es que se te pega todo. Es la ocasión para 'removerse, actualizarse, ilusionarse... y tener esperanza en el futuro. Y es que sus alegrías, anécdotas, risas, ocurrencias, y preocupaciones, son una buena ocasión para gozar y disfrutar de la vida misma.
¡Como para no estar agradecido!

domingo, 9 de febrero de 2020

PENSIONISTA SÍ,... JUBILADO NO


En estos días cumplo 65 años. Ya me están diciendo que me voy a jubilar. ¡Y,… me felicitan! En la mentalidad colectiva, cuando se llega a estas edades, se celebra que ya se deja de trabajar. Es verdad que estoy muy agradecido por esta etapa profesional, pero la vida sigue en su horizonte del crecimiento personal y con sus nuevos planteamientos, en sintonía, con los años que se van sumando en esta nueva fase de la vida que me está llegando.
Por eso hablo de pensionista, dado que la sociedad lo entiende como receptor de la pensión que te corresponde a tenor de la vida laboral transcurrida. Pero claro, la  existencia va mucho más allá del trabajo realizado, en mi caso y con mucha satisfacción, como educador en los centros educativos y socioeducativos, por los que estoy pasando.
En este sentido afirmo que no me jubilaré. Me queda mucho por alcanzar. Incluso el tiempo disponible va a ser mucho más amplio para seguir desarrollando, con más hondura y calidad, cualquiera de las dimensiones que configuran mi ser personal.
Por cierto tengo que aprender a vivir sin prisas y sin agobios. Anticipo que me va a costar. Entre otras cosas porque el acento, como hasta ahora, no lo tengo que poner tanto en el hacer, cuanto en el ser. Sin duda un reto.
Aún hay más, se trata del factor determinante que no me permite jubilarme, me refiero a mi condición de seguidor de Jesús de Nazaret. Justamente son ya cerca de 40 años, los que han transcurrido desde aquel septiembre, de 1975, en que hice mi primera profesión como Hermano de la Salle. Mi opción, libremente asumida, de continuar la Misión del Reino de Dios, fue tomada con el compromiso de que durase toda mi vida.
Ahora bien, sí creo que viviré con júbilo, esta nueva etapa de mi vida. Continuar con el Proyecto personal, en todas sus dimensiones y ‘sin la presión laboral’ –intuyo- que me va a relajar y ambientar mejor para seguir desempeñando los compromisos adquiridos, tanto personales como institucionales. La vida interior, el ámbito comunitario, el compromiso apostólico cerca de los pobres, la espiritualidad evangélica,… son otros tantos sueños a la espera de seguir tejiéndolos, en los nuevos tiempos que me estoy adentrando.

domingo, 2 de febrero de 2020

"EN LA MEDIDA QUE YO... ASÍ ACTUARÉ CON LOS DEMÁS"


Me tengo que remontar a los años 70, del siglo pasado, para seguir constatando que todo empieza por uno mismo. Lo vengo observando, en la propia vida, que cada persona tiene los recursos para llegar a ser él mismo. Y los que tiene que gestionar adecuadamente. Pero como no vivimos solos, nuestra relación con los demás, va a tener sus frutos, en la medida que todo aquello que quiero hacer con los demás, antes lo he tenido que vivir  y experimentar en mí mismo.
La clave, de lo que quiero decir, reside, en que todo pasa por uno mismo, antes de llegar a los demás. En la propia persona generamos lo que somos y nos constituimos, así, en referencia de lo que somos y hacemos con las personas que nos rodean. Claro está, todo ello exige un esfuerzo que pide nuestro propio crecimiento personal. Porque en la medida que viva lo que soy estaré ayudando a los demás a que vivan lo que son ellos.
Todo esto lo concreto en estas realidades, utilizando la expresión 'EN LA MEDIDA QUE':
En la medida que me acepte, aceptaré a los demás.
En la medida que me comprenda, comprenderé a los demás.
En la medida que me busque a mí mismo, buscaré a los demás.
En la medida que me encuentre, encontraré a los demás.
En la medida que asuma mi vida, asumiré la vida de los demás.
En la medida que me perdone, perdonaré a los demás.
En la medida que sea alegre, seré alegre con los demás.
En la medida que me ayude, ayudaré a los demás.
En la medida que me preocupe por mí, me preocuparé por los demás.
En la medida que me esfuerce, me esforzaré por los demás.
En la medida que acepte mis crisis, aceptaré las crisis de los demás.
En la medida que me valore, valoraré a los demás.
En la medida que sea optimista en mi vida, seré optimista con los demás
En la medida que sea solidario, favoreceré la solidaridad en los demás.
Claro que en la medida que no me quiera a mí mismo, no querré a los demás.
En la medida que no me acepte, no aceptaré a los demás.
En la medida que no perdone mis errores, no perdonaré los errores de los demás.
En la medida que no asuma mis frustraciones, incoherencias, no aceptaré que los demás también tienen sus frustraciones e incoherencias.
Y así podríamos seguir, pero, que cada cual ponga su listado.
Por consiguiente, la clave de todo está, en que la medida que utilice para mí  -y lo planteo en positivo-, será la medida que utilizaré para los demás. Dicho de otra forma no podré hacer nada a los demás, si antes no lo he vivido y experimentado en mi propia persona.
Ya sé que exagero, pero la vida me viene diciendo que damos de lo que tenemos y somos, que es lo único que poseemos y disponemos. 
Como dice el evangelio, “por sus frutos los conoceréis”.