BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 25 de agosto de 2019

SER PERSONAS ES LO FUNDAMENTAL, LOS APELLIDOS NOS SEPARAN


En el verano de 1972, me preguntó una mujer: ¿Cuál es tu gracia? Desconcertado le contesté que no sabía a lo que se refería y, con una sonrisa comprensiva, me dijo que me estaba preguntando por mi nombre. Conocer nuestros nombres facilitó la confianza y el buen entendimiento durante esos días que duraron los campos de trabajo,
Este verano ha está cargadito ‘de todo’. Lo último son las tribus humanas que viven en el Amazonas; los ‘antisistema’ manifestándose contra el G-7 (ricos y pobres, derechas e izquierdas, progresistas o conservadores); Richard Davidson, doctor en Neuropsicología, investigador en neurociencia afectiva, nos dice ‘que la base de un cerebro sano es la bondad’; durante semanas los inmigrantes del Open Arms nos han estado cuestionando nuestra ética europea; los líderes de China y Estados Unidos, andan a la gresca; han salido noticias de atentados y tiroteos a grupos de personas inocentes e indefensas,…
Me llevo preguntando, desde hace tiempo, por qué ocurren estas cosas o por qué nos fijamos más en los apellidos que en el nombre de las personas.
Es el nombre el que nos hace iguales. El nombre nos identifica como personas individuales, de la misma naturaleza, de la misma especie y, después, vienen los apellidos, pero éstos ya son secundarios - por muy "nobles" que sean -.
Lo primero es el nombre, mi ser personal (común a todos los seres humanos) y en segundo lugar vienen los apellidos, o sea, lo de ser blanco o negro, pobre o rico, creyente o ateo, extranjero o nativo, analfabeto o intelectual, progresista o conservador, y así hasta la enésima generación.
Creo que este mundo globalizado, sería muy diferente si nos interesáramos por el nombre de las personas, para identificarlas como tales y ya, en un segundo momento, iríamos conociendo los apellidos, tal vez con la intención de corregir las injusticias que dichos apellidos están generando.
Puedo afirmar, desde la experiencia, que cuando se conoce el nombre de la persona, las barreras de los apellidos van cayendo, da igual que sea subsahariano o musulmán, ateo o cristiano, marginado o ejecutivo, blanco o judío,... ¡Cuántos problemas y conflictos se evitarían!
Tenemos la ocasión, una vez más, de seguir educando en valores que dignifican a las personas, que nos hacen recuperar la igualdad perdida; y si somos cristianos nos remiten a una familia común, en la que Dios, nuestro padre y madre, nos quiere a todas las personas, como a hijos e hijas de una única familia, la suya. Otros hablan de la fraternidad universal.
Mi "gracia" es Juan Bautista ¿Y la tuya?

domingo, 18 de agosto de 2019

LAS FAMILIAS NUTREN A LA SOCIEDAD: ¿DE QUÉ FAMILIAS PROCEDEN?


Han sido las redes sociales, las que me han facilitado la foto que acompaña estas reflexiones. Por otro lado, sigo de vacaciones con mi familia, el pueblo donde nací, me sigue aportando nuevas experiencias y reflexiones. ¡Qué bueno tener una familia que te aporta tanto!
Como sabemos la sociedad está formado por ciudadanos y ciudadanas, hijas e hijos de las diferentes familias que conforman la sociedad. La sabiduría popular tiene numerosos refranes que suelen reflejar bastante bien la realidad. Algunos de ellos dicen: “De tal palo, tal astilla”, “De bien nacidos es ser agradecidos”, “Casa con dos puertas, mala es de guardar”, “Cuando de casa estamos lejanos, más la recordamos”, “De buena casa, buena brasa” “De padres cantores, hijos jilgueros”…
Todos hemos escuchado alguna vez, cuando decimos que el mundo está tan mal, que la culpa de todo la tienen los neocapitalistas y que les toca a los políticos –que comen de su mano- arreglarla. Los ciudadanos ‘de a pie’ no tenemos los recursos y resortes para hacerlo ¡Falso!
La naturaleza humana es la que es, y todas las personas tenemos la misma. Va a depender de la familia donde naciste, que te condicione, de una manera u otra, en tu futuro rol social. Y como la sociedad se nutre de las diferentes familias existentes, la sociedad se conforma según lo que aportan entre todas ellas.
Muchas veces me he preguntado sobre el asunto de los valores. Los seres humanos, tenemos una jerarquía de valores con la que vivimos y nos realizamos. En ocasiones nos ayudan en nuestras decisiones y en otras los aparcamos, por exigencias del ‘guión’. Creo que les corresponde a las familias iniciarlos y potenciarlos en sus hijos. Las personas de la foto, sin duda, tienen unos valores que recibieron, fundamentalmente, de sus familias.  Ya sé que otras instituciones sociales de carácter ideológico, religioso, político,… también aportan o refuerzan los valores de los que estamos hablando, pero, a mi entender, no tienen la última palabra.
En la actualidad, con la globalización, cualquier país, está configurado por distintas familias. En muchos casos hemos pasado de sociedades homogéneas a sociedades heterogéneas. Pensemos en España. En cualquier barrio o bloque de nuestras ciudades, viven familias de origen cristiano o musulmán, familias ‘de izquierdas o de derechas’, familias ricas o pobres, familias que trabajan o que están en paro, familias ‘normalizadas’ o ‘desestructuradas’,… ya me dirán de los valores que gestionan tales familias, cuando nutren a la sociedad de nuevos ciudadanos.
Por supuesto que las cosas no son tan simples. Vivimos en sociedades complejas y plurales. Tal vez, ‘el Contrato social’, del que se hablaba en la sociedad Ilustrada del siglo XVIII, haya que reescribirlo, los valores dependen de muchos factores como veíamos, pero la corrupción, las injusticias, la explotación, la xenofobia, el paro, las guerras, el machismo, los tienen hombres y mujeres que proceden de familias, que igual tienen que ver mucho con estos asuntos.
Me pregunto: ¿Qué llevan en la mochila nuestros hijos e hijas cuando se emancipan? Las familias de las personas que hay en la foto, ¿de qué manera están presentes en las decisiones que toman en el día a día en su ejercicio como políticos? Como responsables de la gestión del bien común, ¿De dónde emanan sus decisiones? Es más, muchos de ellos tienen familia ¿Con qué valores están educando a sus hijos e hijas?
Creo que los valores, por sí mismos, pretenden enriquecer, perfeccionar y ennoblecer a las personas. Le ayudan a realizarse más plenamente como ser humano y conseguir la felicidad. En este siglo XXI, igual tenemos que esforzarnos por ser más tolerantes, consensuar unos mínimos que favorezcan la convivencia, gestionar el bien común para todos,  dialogar entre diferentes, respetarnos unos a otros, ser más solidarios y pacíficos,… y en todo esto –sin la menor duda- las familias tienen un protagonismo fundamental.

domingo, 11 de agosto de 2019

ESTE MUNDO ES COMO MI PUEBLO


Palomares del Campo, un pueblo entre la Mancha y la Alcarria. Mi padre vino del pueblo cercano de Villar del Águila de similares circunstancias. Cuando nací, el término municipal estaba desigualmente repartido, muy pocos tenían grandes campos de cultivo, algunos tenían para vivir sin muchas algaradas, aunque también había familias sin tierras, que entre otras ocupaciones, vivían del trabajo que les daban al irse a la Mancha a segar o vendimiar. Con las ganancias y los trueques malvivían durante el año. A la gente más pobre nunca le faltaba para comer, pero se les notaba.
Unos quince años después de la guerra, la leche y los quesos americanos llegaban al ayuntamiento y se repartían, especialmente, en las escuelas. Los niños reforzábamos nuestra alimentación y nutrición. Las familias tenían bastantes hijos y en el ambiente se percibe que el pueblo no tiene recursos para todos. Tanto en mi familia, como en la de otros vecinos, el pueblo no cubría sus expectativas y tuvieron que abandonarlo abriendo nuevos horizontes en sus vidas. Del norte al sur y del este al oeste, muchas ciudades españolas les abrieron sus  puertas. Algunos llegaron, incluso,  a tierras americanas.
Otro aspecto a considerar es la oportunidad de estudios para los chicos y chicas sin posibilidades. Los seminarios y las casas de formación de las Congregaciones religiosas fueron la plataforma de promoción de un sector de la población que nunca habría accedido a ella de otra manera. En la actualidad algunos religiosos, religiosas y sacerdotes dan testimonio de ello, si bien, la mayoría aprovecharon su formación para situarse en una clase media alejada de la que procedíamos.
En la actualidad la imagen del pueblo es peculiar. La mayoría son personas mayores que han vivido siempre en él y un grupo reducido de jóvenes, de los que algunos se han ido a Cuenca y van por las mañanas al pueblo, a las labores de la labranza. Hijos en edad escolar van quedando muy pocos. Dudo que en estas condiciones la mayoría de los pensionistas del pueblo, pudieran seguir cobrando las pensiones con este panorama, si del pueblo dependiera.
Mientras tanto, al pueblo han ido llegando algunas familias extranjeras. Prácticamente están integrados. Tienen su trabajo en las casas o de albañiles y los hijos van al colegio. Están en sus cosas y no hay muchos conflictos.  Tal vez el ser americanos o rumanos lo ha facilitado. Por otro lado, en el pueblo no se mira más allá de sus tierras, sus fiestas y rutinas. Viven muy bien. Lo que pasa en el mundo les viene muy grande y no les entretiene mucho. Para qué complicarse la vida.
La política está más presente entre las personas de más edad, aún está latente lo vivido en la guerra y la posguerra, pero sin conflictos, aprendieron a coexistir y mantienen el talante. Las generaciones jóvenes no viven muy apasionados por el asunto. Más bien, despreocupados. Les interesa más, las fiestas de los toros y, desde luego, no escatiman el dinero que les cueste. Vivir el momento es lo que les importa. Por eso los discursos de los políticos les quedan lejos. En todo caso les preocupan las subvenciones y miran mejor a los que las favorecen.
En fin, estas cosas son las que vengo observando cuando vengo de vacaciones a mi pueblo. Pero claro en mi pueblo. No sé si se pueden extrapolar.

domingo, 4 de agosto de 2019

EXPERIENCIA 'INTERCONGREGACIONAL' EN LA FRONTERA SUR: EN MELILLA (ESPAÑA) Y NADOR (MARRUECOS)



Ha pasado una semana. Es hora de sentarse y escribir algo de lo vivido. Ya es el quinto año de esta experiencia. Y, por lo que dicen, merece la pena continuarla. En esta ocasión, hemos sido 16 religiosas y religiosos los que, el 13 de julio, iniciamos la aventura. Después, por primera vez, nos dividimos en dos grupos, seis fueron a Nador (Marruecos) y 10 nos quedamos, como en años anteriores, en Melilla. El balance, un año más, resultó positivo.
Desde el principio, siempre nos han acogido las Hermanas de Inmaculada Niña. Nos sentimos como en casa. Tanto en Melilla, como en Nador, las Hermanas nos ofrecen su alojamiento, y con él, sus atenciones, cercanía y cariño. Como digo, una prolongación de nuestras diferentes comunidades. Nuestro agradecimiento es infinito. En total 10 Congregaciones diferentes, seis femeninas y cuatro masculinas. Ya van apareciendo algunos hombres más.
Esta experiencia Intercongregacional, de carácter social, nace con el compromiso de CONFER, de acercarse a la Frontera Sur, de palpar de primera mano, el lugar de paso (para nosotros es sagrado) de las personas migrantes que nos vienen del continente africano, aunque también, nos encontramos con familias de Oriente próximo y asiáticos. Digamos que venimos a recibirles. No queremos estar ajenos a sus procesos personales migratorios. Acarrean mucho sufrimiento y deseamos estar a su lado cuando llegan. La pena es que no disponemos del tiempo que nos gustaría estar, pero nos queda ser mensajeros de lo vivido, estos pocos días.
Algunos ya se estarán preguntando ¿Y qué hacéis? ¿A qué vais? No deseo frustrarles, pero hacer, hacer, no hacemos nada, bueno, casi nada. Ya me diréis qué se puede hacer en 15 días. Lo nuestro es ver, oír y callar, nunca mejor dicho. Y lo hacemos en grupo. Aunque ya que estamos, acompañamos a las personas (niños, jóvenes y adultos) que nos proponen los responsables de los programas y proyectos, que durante el año, están llevando a cabo (en general de carácter socioeducativo y de ocio y tiempo libre). Nosotros, humildemente, colaboramos y apoyamos. Y además, muy agradecidos por que nos abren sus puertas.
En las reflexiones, que se plantean al principio, de esta ‘experiencia inter’, se dejan muy claras, las prioridades y objetivos de esta actividad veraniega: Por un lado, primar el ser sobre el hacer, es decir, somos propensos a inclinarnos al hacer. Sin embargo, esta experiencia está diseñada, para que sea la propia persona la que se confronte con su propia realidad, ante la situación de los movimientos migratorios. Y por otro lado, valoramos el encuentro de personas con otros Carismas, como experiencia intercongregacional: COMUNIDAD RELIGIOSA TEMPORAL.
Lo cual nos lleva a tener una enriquecedora relación con otras personas de culturas y religiones diferentes, en torno a la Frontera sur, en lo que el Papa Francisco, llama las periferias. Se trata de ir tendiendo puentes entre las personas que vienen y las personas que los recibimos. No nos olvidamos de que en el Reino de Dios (la Familia de Dios), cabemos todos.  
Dicho lo cual, los espacios en los que hemos colaborado han sido, en Nador, de manera especial  ayudando a los enfermos en la Darhería y, en Melilla, participando en las actividades del Centro de acogida de Menores, de la Divina Infantita (Inmaculada Niña) y en el CETI (Centro de Espacio Temporal de Inmigrantes). Como decíamos más arriba, dábamos tanto clases de español, como manualidades, pasando por juegos y salidas a la playa, etc.… No se pueden imaginar el derroche de alegría, cariño y buena convivencia que han reinado estos días, entre todos.
 En fin, una experiencia inolvidable, que sin duda nos abre un montón de oportunidades. Tanto a nivel individual de los participantes en su crecimiento personal, como a nivel intercongregacional, por las iniciativas que puedan ir surgiendo en cada una de nuestras Instituciones. No se trata de centrarnos, solo, en la Frontera sur, hay mucho por hacer en nuestros Centros educativos o sociales y eclesiales, que tenemos allá en dónde estamos durante el año. Por eso, esta experiencia tiene que pasar de lo intercongregacional  a lo intereclesial, es el Pueblo de Dios el que se debe enriquecer de esta experiencia en la Frontera.