BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 29 de marzo de 2020

"ESCALANDO" LA VIDA COTIDIANA CON SUS RUTINAS



Estamos viviendo -la humanidad- unos tiempos únicos. Tenemos la "suerte" de ser protagonistas. De nosotros va a depender cómo continúa la historia de los seres humanos, el día después del Coronavirus, de ahí nuestro protagonismo como actores reales. Nos estamos jugando mucho.
Tengo la experiencia reciente, no hace un año, de estar en el hospital por cuestiones del corazón; ahora soy una de las personas en situación de riesgo, aunque también por la edad; esos días, estando en la cama, uno tiene tiempo para reflexionar y hacer un repaso de la vida transcurrida, circunstancia que afecta a todo el proceso de visión del pasado, pero que también ayuda -si el tiempo se alarga- en ir poniendo las cosas en su sitio. Tengo que constatar, unos meses después, que en mi vida se han dado unos pequeños cambios, estoy relativizando bastantes cosas, me siento de otra forma, como más liberado, o sea, que en lo que llamaos el crecimiento personal, sí lo he experimentado, y para bien.
He querido sacar todo esto a colación, por lo que quiero decir esta tarde en el blog. Estamos en la UCI = Unidad de Cuidados Intensivos. ¡Pero si yo no tengo el coronavirus! El "bichito no", pero el conjunto de la humanidad -entre los que estoy- sí se encuentra en cuarentena (UCI social). Estamos reflexionando, unos con más consciencia y otros con menos, unos con más perspectivas y otros con menos, unos se lo están tomando en serio y otros pasan, ¡Pero estamos!
Las redes sociales, medios de comunicación... ya se encargan de vehicular todo lo que está pasando y se nos ocurre o pensamos, con humor o seriedad, con optimismo o con alarmismo, pero están omnipresente en nuestros hogares. Me estoy planteando dejar de ser, personalmente, transmisor de todo lo que me viene -y es mucho- dejando unos días de respiro para mí para todos, en lo que de mí depende. En todo caso no abandonar lo esencial y echar a la papelera lo superfluo. Todo esto no deja de ser una forma de evadirnos de la realidad que nos distrae de lo que sí es esencial e importante.
Porque lo verdaderamente "duro" -de estos días- es la vida cotidiana. Por eso hablo de escalada. Una buena escalada, a una montaña alta, tiene sus exigencias, sus previsiones y entrenamientos, y aun así cuesta, supone un esfuerzo, en ocasiones, agotador. Tuve una videoconferencia con mi familia ayer. Estábamos en ocho hogares distintos y un total de 27 personas. Tenemos en la familia ocho nietos, con sus correspondientes abuelos y unos padres que ahora están todo el tiempo con sus hijos. Llevan 15 días en casa. ¡Vaya escalada! Que cada cual se haga la idea de las rutinas, horarios, iniciativas, kilos de paciencia y todo lo que queramos añadir. Y ahora ampliemos la visión a todas las familias del mundo mundial.
Nos estamos jugando mucho. No es que estemos en un macro proyecto universal, donde tenemos asignado un papel a desempeñar. Todo esto está improvisado, aunque es consecuencia de todo lo que hemos ido haciendo antes de que nos llegase. Estos días, sin esperarlos, tenemos que estar en casa las 24 horas, debemos seguir criando y educando a nuestros hijos, hay que continuar con el crecimiento de la pareja, también, dejar espacio para darnos un tiempo personal. No es un tiempo cualquiera, pues, entiendo, que estamos poniendo los cimientos de lo que queremos que siga siendo la historia de la humanidad después de la pandemia.
Que no. Que no es asunto de los políticos, gobernantes y multimillonarios. El futuro depende de nosotros. De cada uno de nosotros. Estos días que van a ser más de un mes, seguramente, son tiempo que la naturaleza, que Dios -para los creyentes- nos brindan para confrontar nuestra manera de vivir y ver el trren de vida que llevamos hasta ahora, sin olvidar a los pobres, los actores con un papel muy secundario, los que más sufren las consecuencias, en fin, que nadie desea que dentro de un año volvamos a las andadas, luego pongamos remedio. Ya sabemos lo que queremos, por consiguiente manos a la obra. La función va a empezar.





domingo, 22 de marzo de 2020

A PROPÓSITO DEL CORONAVIRUS: LA FAMILIA CRISTIANA, MÁS QUE NUNCA, IGLESIA DOMÉSTICA

Hay cerradas unas pocas Iglesias -oficiales- y abiertas, millones de Iglesias Domésticas. Sin querer hemos vuelto a los orígenes del cristianismo. Como no tenían Iglesias, los espacios para vivir la fe y celebrarla eran sus casas. Y así estamos. Va a ser la vida cotidiana, el hogar, allá en donde estemos que vivamos nuestra fe.
Es el momento de la familia cristiana como iglesia doméstica. Ahora, en estos tiempos difíciles, es cuando más se tiene que expresar y vivir nuestras creencias. Es la ocasión de visibilizar un modelo de cristianismo que no gira en torno a las grandes celebraciones parroquiales, es más, se acerca Semana Santa, y sabemos lo que supone de estar en las calles recordando y viendo en las procesiones los grandes Misterios Pascuales. De todo esto nada de nada.
Aquí podíamos aplicar aquello de que la 'procesión' va por dentro. Porque la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesús, está en los hospitales, en los enfermos aislados en nuestras casas, en el sufrimiento y sacrificios de tantos hombres y mujeres que están entregando sus vidas por superar esta pandemia. Es aquí donde los que somos cristianos ya seamos camioneros, médicos, tenderos, militares, basureros... tenemos que dar nuestro testimonio y entrega totales. No hay que escurrir el bulto. El amor al prójimo, como en la parábola del Buen Samaritano nos lo está exigiendo.
Y si las Iglesias oficiales están cerradas, como corresponde en estos tiempos, nuestras Iglesias Domésticas, en las que Cristo está en el centro de sus vidas, tienen que ocupar su lugar para ser espacios de comunión y amor. Es el momento en el que las parejas deben renovar sus compromisos, que un día públicamente manifestaron. Los vecinos tienen que percibir 'como un oasis' del amor y alegría que emanan de sus casas. Es el aquí y ahora en el que la familia en su conjunto de padres e hijos, son iconos de comunión, de servicio y perdón. Y las redes sociales son una plataforma de evangelización. Ahora que nuestras casas tienen todas estas posibilidades es nuestra responsabilidad el hacernos eco en ellas.

Pequeña Iglesia familiar de alegría y sana convivencia, en el que se reservan tiempos para la oración en familia. El alimento en la fe transmitida por los padres, se manifiesta en ratos de oración a partir de lecturas bíblicas, en las peticiones por tantas necesidades que hay y en la oración del Padrenuestro para recordar que formamos parte de la gran familia de Dios.
Lo mejor que podemos aportar -ahora de forma especial- las familias cristianas es... ¡¡¡Ser Iglesia de fraternidad y solidaridad para nuestros vecinos y para cuantas personas nos rodean allá donde nos encontremos (supermercados y hospitales, calles y carreteras, agricultura y fábricas...)!!!


domingo, 15 de marzo de 2020

¿NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA?

Del CORONAVIRUS, ¿Qué más se puede decir? Por mi parte no voy a completar más la información, además, soy profano en esta materia, como en tantas otras. Pero sí me surgen reflexiones a partir de lo que veo y escucho, tanto de las personas que me rodean, como de los medios de comunicación y redes sociales.
Ante todo en la medida que lo permiten las circunstancias mis oraciones y deseos para que se curen las personas que están en los hospitales o en otros espacios. También mi agradecimiento a los numerosos profesionales que están implicados y pendientes, de una u otra forma, en socorrer y sanar a los enfermos, por nombrar al personal sanitario y demás profesionales que todos conocemos y que siguen haciendo la vida más llevadera y cómoda.
Estos día me estoy admirando y emocionando por lo que está consiguiendo una enfermedad. No es que yo quiera que haya enfermedades... ¡Ojalá desapareciesen! Ya me he pronunciado en otra ocasión al respecto. Pero no dejo de sorprenderme todo lo que está generando, de positivo, el CORONAVIRUS. De ahí el título: "No hay mal que por bien no venga". Es como si fuéramos conduciendo y de repente llegamos a una señal de Stop (¡Alto!) Me fijo en cinco ámbitos, que para mí son emblemáticos.
Ámbito personal: Acostumbrados a constituirnos en el centro del mundo, resulta que un virus, que ni siquiera se ve, nos pone en jaque y nos sitúa en el lugar que nos corresponde y es que somos un ser finito, débil, frágil, indefenso... aunque también somos inteligentes y antes o después daremos con la solución. Mientras tanto, estos días tenemos tiempo más que suficiente - es un regalo del virus -, para pensar en cómo gestionamos nuestra propia vida, cómo vamos llevando nuestro crecimiento personal y de paso leer, escuchar música, orar, reflexionar,...
Ámbito familiar: Este espacio, tan desatendido frecuentemente, por el estrés, los trabajos domésticos, las responsabilidades profesionales, las mil preocupaciones que acarrea una familia,... Mira por donde tenemos 15 días para estar juntos. Ni siquiera las vacaciones laborales lo consiguen. Que esto nos va a traer problemas de convivencia, enfados, conflictos, sí, claro, pero también diálogo, comunicación, juego con los hijos, ver la tele juntos, reforzar la importancia de los estudios y la formación (igual echamos de menos al profe o a la 'seño') y potenciar las tareas domésticas entre todos, ¡Qué bonito, la imaginación al poder!
Ámbito social: Una simple enfermedad, altera toda la vida social. Nunca lo habíamos visto en estos últimos 40 años. Ni la política, ni la economía (que tendrá sus consecuencias) ni el deporte (ahora sin fútbol los fines de semana), son tan importantes, han pasado a un segundo plano. Con el dichoso virus, está apareciendo lo mejor de nosotros mismos, la solidaridad, tener en cuenta a los otros, ¡cuántas iniciativas aparecen en las redes! los reconocimientos a todos los profesionales que velan por nosotros, con aplausos, desde los balcones, en fin, una mayor conciencia social está emergiendo, creo que va a quedar en el recuerdo. De todo se aprende.
Ámbito ecológico: Empezando por la salud propia y cuidando a los demás, el lema: ¡Quédate en tu casa! está generando menos contaminación ambiental, percibir con mayor profundidad que la naturaleza es frágil y depende de todos, puesto que es de nuestra responsabilidad el cuidado de la misma. Igual aprendemos a valorar más el agua, la montaña, el aire que respiramos, los parques,...
Ámbito religioso: Que se lo pregunten a las Hermandades y Cofradías. A los fieles de las Eucaristías dominicales. También el virus tiene su repercusión. Ya están surgiendo las cadenas de oración en las redes. Algún nostálgico, de la Edad Media, lanza lo de Castigo de Dios, como si Dios tuviera que ver algo en este asunto. Lo que sí es la ocasión, porque vamos a disponer de más tiempo, para hacer una lectura creyente de nuestra fe, en el Dios Padre y Madre, que nos anunció Jesús, y que hoy, casualmente, se lo decía en la escena evangélica a la Mujer Samaritana. Nos queda la oración personal o en familia, para seguir pidiendo al Señor, que nos de fuerzas y esperanza para superar esta enfermedad y. con ella, una mayor conciencia de la gran familia humana, en la que todos somos importantes y debemos ayudarnos y querernos como hermanos.
Creo que este asunto del coronavirus, nos va a aportar mucho más a la humanidad, pienso que nuestras sociedades no van a seguir igual. Estar tantos días 'encerrados en casa', que nunca ha ocurrido en la historia de la humanidad, sin duda, que lo estamos acusando tanto personalmente, como en la familia y en el conjunto de la sociedad. Y esto traerá los cambios, para bien, que tanto necesitamos.
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domingo, 8 de marzo de 2020

LAS MUJERES SON LA MITAD DE LA HUMANIDAD, UNOS 3.750 MILLONES


"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros" (Declaración de los Derechos Humanos, Artículo 1º)
Las mujeres son la mitad de la humanidad y, lo que acabamos de leer, es también para ellas. Bueno, los papeles, ya sabemos que lo aguantan todo. El día 8 de marzo, celebramos el "Día Internacional de la mujer". Ya el año pasado hablábamos de estos asuntos. Por consiguiente, ahora viene la pregunta de rigor: ¿Ha mejorado, la situación de la mujer, a lo largo de este año pasado? Como no tenemos datos objetivos las respuestas pueden ir desde: Tal vez si,... quizás no,... a lo mejor... Bueno, yo espero que sí; creo en el progreso, en la evolución. Aunque me temo que, de un año a otro, los cambios, no se aprecien tanto.  
Ahora bien, no olvidemos el dato a destacar: las mujeres son la mitad de la humanidad. No son un grupo marginal, minoritario. Un grupo reducido, al que debemos atender en sus necesidades, movidos por la compasión. Es la práctica habitual, por ejemplo, cuando nos referimos a los migrantes, a los sin techo. Pero no es el caso de la mujer. Si somos en el planeta 7.500 millones de seres humanos, grosso modo, 3750 son mujeres. Este es el dato.
Me alegraré cuando, me entere, de que el día 8 de marzo, es un día más del mes, sin apellidos. Para entonces, ya no necesitaremos un día especial para recordar la desigualdad entre hombres y mujeres. Mientras tanto no nos podemos callar. No podemos pasar, 'como de puntillas', por un día que nos sigue golpeando a la conciencia. La mujer, mejor, muchas mujeres, millones de mujeres, son tratadas en el siglo que vivimos, como si no fueran personas. Y esto que afirmo, les pasa a las mujeres desde su nacimiento. (Por supuesto, que no todas las mujeres están en estas circunstancias, gracias a Dios).
Y es que, los seres humanos, ya nos hemos acostumbrado a leer, escuchar y ver noticias relacionadas con la explotación, mutilación, violación, la trata, compraventa, maltrato, esclavitud, discriminación, asesinato... de bebés, de niñas, de adolescentes, de jóvenes, de mujeres, de ancianas, por el solo hecho de haber nacido mujer. ¡Ya está bien! ¿No?
Para explicar (no digo justificar) toda esta degradación humana, hacia la mujer; podemos analizar muchas causas de origen histórico, social, e incluso económico. No obstante, hoy, me voy a detener en una de las raíces, que también ha contribuido a esta lamentable situación: La Religión.
Las religiones, basta echar un vistazo, tanto a sus escritos como a sus prácticas, defienden que Dios ha creado, al ser humano, o sea, al hombre y a la mujer iguales. Y, sin embargo, en los mismos escritos y prácticas religiosas, las mujeres y los hombres, no viven ni participan de la misma igualdad. No me voy a centrar en todas las religiones. Que cada cual haga sus reflexiones. En este caso, el catolicismo, al que pertenezco, me sirve de ejemplo. Las mujeres, en la Iglesia Católica, ¿Por qué no ejercen el ministerio sacerdotal? ¿Por qué no están en los puestos de animación y decisión en la Iglesia? No por estar, sino para servir mejor a la comunidad, para aportar su ser, su impronta, su visión. Tal vez tendríamos otra sensibilidad, si estuviera la mujer. Es verdad que con el Papa Francisco se van dando pasos, pero lentos. El hecho es, que la mujer en la Iglesia, tiene un papel muy secundario. Sí, ya sabemos que limpian la iglesia, que dan catequesis, que la mayoría de las personas que van a misa son mujeres... Sin embargo, aún seguimos, en el siglo XXI, discriminando, apartando, no considerando el ser y el estar de la mujer en la Iglesia.
El día que presida la celebración eucarística, de la comunidad cristiana, una mujer, ese día, empezaremos a hablar -de hecho- de la igualdad entre los hombres y las mujeres, dentro de la Iglesia. Es más, ese día cambiarían muchas actitudes, hacia la mujer, al menos dentro del cristianismo. Y tal vez, tuviera sus consecuencias, positivas, en la misma sociedad. Sería, una más, de nuestras contribuciones a la plenitud de la humanidad. Mi enhorabuena a las teólogas feministas y los grupos de mujeres, que dentro de la Iglesia, están luchando, enérgicamente, para que todo esto se haga realidad.
Mientras tanto, cada 8 de marzo, también por motivos religiosos, sigamos recordando el Día Internacional de la Mujer.