BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 29 de noviembre de 2015

SÍ, AL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO. NO, A LAS GUERRAS DE RELIGIÓN



No se crean, que voy a meterme en la máquina del tiempo para hablar de las guerras de Religión. Están equivocados. Miren hoy los periódicos o vean la televisión y aparecerán: Siria, Irak, ‘Estado Islámico’,  palestinos, judíos, misiles, muertos,... y estamos en el 2015. Me pregunto: ¿Se trata de una guerra de religiones, es decir, cristianos o cristianos contra musulmanes? A lo mejor algunos piensan, que son motivos económicos y políticos, los que están detrás de estas 'refriegas'. El caso es que esa zona del planeta lleva miles de años a la greña. Así nos lo confirma la historia. ¡Ah! Y los libros 'Sagrados' de sus religiones.
Lo que nadie cuestiona, históricamente, es que las religiones han derramado mucha sangre, en muchos pueblos de nuestro planeta; la verdad, han hecho sufrir a numerosos seres humanos, sin distinciones de grandes o pequeños. Los motivos religiosos, ninguna religión se libra, han estado presentes en muchos conflictos  a lo largo y ancho de toda la tierra. Las religiones primitivas,  las religiones desaparecidas las, las religiones actuales, tienen muchísimos motivos para pedir perdón a la humanidad por los desmanes, a veces crueles, causados en las poblaciones. Numerosos creyentes, el cristianismo en los dos últimos siglos también, han utilizado 'la fe en dios', para justificar las guerras, con las que fortalecían sus intereses egoístas. ¡Ya está bien!
Ahora bien, con el mismo énfasis hay que afirmar, que las religiones, han sido y son un camino de felicidad para la humanidad. Millones de seres humanos se han beneficiado de su fe, en los diferentes Dioses, para darle sentido a su vida y para mejorar la vida de los demás. La religión, desde sus orígenes, ha tenido el papel de aportar luz a la humanidad, de dar razones para vivir, de señalar un horizonte que va más allá, de nuestra estancia en esta tierra que habitamos. 
Cuando hablamos 'del paso de las guerras de religión, al diálogo interreligioso',  quiero decir, que las religiones, tienen que dejar de mirarse a sí mismas, buscando sus propios intereses a costa de las demás; tienen que dejar de negarse, unas a otras, como caminos de salvación para sus fieles; para pasar al respeto, a la tolerancia, a valorar lo que tienen en común entre ellas y, sobretodo, mirar lo que juntas pueden contribuir a mejorar nuestro mundo. Y es que ninguna sobra, juntas nos dan las piezas del puzle de la familia humana creada para ser feliz. Gandhi, hablaba de que las religiones son diferentes caminos para 'fundirnos' con el Misterio, del que nos vendrá la felicidad plena.
Todos tenemos la imagen del famoso encuentro, en Asís, con los líderes religiosos mundiales, en 1986, promovido por Juan Pablo II, en el que se resaltó la tarea que tienen las religiones, empezando por el respeto a sus diferencias y siguiendo por el compromiso que tienen de trabajar por la paz y de promover la reconciliación entre los pueblos. Me gustaron unas palabras del papa, Benedicto XVI, hablando sobre el diálogo entre las religiones: “Los creyentes, por tanto, deben estar siempre dispuestos a promover iniciativas de diálogo interreligioso, para estimular la colaboración en temas de interés recíproco, como la dignidad de la persona humana, la búsqueda del bien común, la construcción de la paz y el desarrollo.” (Ciudad del Vaticano, diciembre de 2008). 
En estos Días, el papa Francisco, además de los mensajes correspondientes, son numerosos los gestos que insisten en la importancia del diálogo interreligioso. Creo que se están dando pasos en esta dirección, aunque sin duda queda mucho por hacer. Una vez más, el diálogo, es la palabra clave para evitar los conflictos y construir juntos la utopía de una humanidad feliz.
Las religiones, por la gran influencia que tienen en las personas de todos los tiempos, pueden ser una de las mejores herramientas que mejor contribuyan a ello; los distintos Parlamentos de las Religiones, que se vienen teniendo, desde 1893, pueden ser un buen ejemplo.

domingo, 22 de noviembre de 2015

LA VIOLENCIA DE GÉNERO: UNA VERGÜENZA Y LACRA SOCIAL


Esta reflexión, dominical, quiere ser un reconocimiento a cuantas mujeres han sido asesinadas, por sus parejas, no solo en España –que al día de hoy son 48-, sino también en el mundo entero. Del mismo modo, quiero tener presente a las mujeres y niños que están sufriendo violencia, todos los días, en el Hogar, en su Hogar (y esta situación sí tiene remedio a corto plazo).
La verdad, no es la primera vez que una mujer me habla de los malos tratos. De los malos tratos que padecen –ella y sus hijos-. Es indignante. Pero es lo que hay. Pesa mucho la historia; la historia machista, claro. Ahora, como están de moda los Observatorios, esperemos que los creados sobre la Violencia de género, no solo nos expliquen las causas, sino que además nos den las herramientas idóneas para erradicarlo. Aunque siendo realista, me temo que el asunto va para largo.
En todo caso, volvamos la mirada a las personas concretas que sufren esta insultante lacra. No es fácil que se expliquen, las personas maltratadas, del porque han llegado a tal situación. Y cuando lo hacen, la ausencia de autoestima es notoria: “Es que soy tonta, es que soy una inútil, es que no valgo para nada…, es que,…” y lo malo, es que se lo terminan creyendo, de tanto que se lo han repetido… ¡A palos! Y, ya se sabe,la letra con sangre entra’.
Mujeres rotas y niños rotos, es la conclusión a la que llegas después de ir conociendo las historias personales de las madres y los hijos, que están anclados en los contextos del maltrato, del machismo o de la llamada violencia de género. Las habilidades sociales, la autoestima, por ejemplo, son conceptos nuestros para explicar las carencias que vemos en las mujeres y sus hijos que padecen, diariamente, el maltrato.
Los hijos rotos, en clase, llaman la atención de continuo. No saben hacer otra cosa. Expresan su rabia con violencia verbal; su manera de estar sentados, su forma de dirigirse a los demás, es muy similar, a la que han visto en su casa. Les cuesta concentrarse y habituarse a las normas de convivencia, a los horarios,… Les faltan herramientas para resolver los conflictos que les van llegando a su vida.
Las mujeres rotas, te rompen el alma. Te rompen todos los esquemas que, sobre la dignidad del ser humano, tenemos asumidos. Tienes delante a mujeres, hechas y derechas, inseguras, anuladas como personas, sin ganas de vivir. Son los hijos los que las mantienen en vida, porque son la única razón para seguir viviendo, con sufrimiento indecible, pero viviendo.
¡Cuántas mujeres quieren salir y no pueden! ¡Cuántos hijos se rebelan para nada! Es verdad que vamos conociendo sus historias, es verdad que nos proponemos soluciones; pero, también es verdad que el ´circulo machista’ es complicado romperlo. El problema de la violencia de género, no es solo del maltratador. Hay padres y madres que lo ocultan. Hay hermanos, familiares y amigos, muy cercanos, que miran para otro lado; y hay vecinos que solo hablan cuándo va la televisión a contarnos el fatal desenlace. En el fondo, todos somos cómplices.
Queda mucho por hacer, pero se puede hacer. Tenemos los instrumentos. De hecho estamos en ello. Ahora bien, nunca lo olvidemos, este asunto es cosa de todos. Aquí no vale aquello de: “Ese es su problema”.

domingo, 15 de noviembre de 2015

LOS MÁRTIRES, DE AYER Y DE HOY: MUJERES Y HOMBRES... AUTÉNTICOS.



En la historia de la humanidad, el martirio, ha estado presente como práctica de la intolerancia y el rechazo, que las personas tenemos hacia los que no son como nosotros; a los que piensan de distinta manera y a los que tienen creencias diferentes a las nuestras. Para estas ocasiones la mejor solución es eliminarlos.
El 16 de noviembre, de 1989, asesinaban a cinco jesuitas y a dos mujeres, en el Salvador. A estos últimos les llamamos, con más propiedad, mártires. Todos ellos eran creyentes y, su fe en Dios, fue motivo para matarlos. La historia está llena del testimonio de hombres y mujeres, creyentes -de todas las religiones- y no creyentes, que les han quitado su vida, así, sin más, por su fe.
Por su fe en Dios, por la fe en sus utopías, por tener fe en sus ideales..., en cualquier caso, seres humanos, que han entregado lo que tenían de más valor: su propia vida. El siglo XX, fue testigo de las numerosas personas, que saltaron a las páginas de la prensa mundial porque, vilmente, les asesinaron. Quién no recuerda al obispo, Oscar Romero (1980), a Martín Luther King (1967), o bien, a Mahatma Ghandi (1948). Por no hablar de las numerosas guerras que se aprovechan para eliminar a los que "estorban", no tanto por su violencia -que son personas no violentas- cuanto por sus creencias. Basta meterse en el Google y la lista se hace interminable.
La historia está plagada, lamentablemente, de hombres y mujeres que han sido fieles a sus creencias y a sus ideales. Llevaron una vida normal. Vivían con sus familias, tenían sus trabajos y obligaciones. Eso sí, trataban de ser exigentes consigo mismos, ser honestos ante los demás, vivir con coherencia ante sus semejantes. Estaban comprometidos con la humanidad.
Su propia vida era suficiente para denunciar las injusticias, desenmascarar a los hipócritas, que bajo los ropajes de su autoridad, siempre se aprovechan de los demás. El testimonio, sus palabras son "las únicas armas" que utilizan para hacerles ver, a sus 'ejecutores', que se rodean de privilegios, establecen leyes que les benefician, utilizan la violencia para defender sus intereses, se sirven del poder, - que se les ha confiado- para incrementar sus bienes y riquezas,... y cuando alguien se lo recuerda, se lo dice..., ya encontrarán la manera para quitarlo del medio.
No hace falta remontarse a los romanos, cuando mataron a Jesús de Nazaret. Estos días, estamos viendo en los telediarios, cómo los dictadores siguen llenando las cárceles de "disidentes", están matando en la calle, a los que protestan por las condiciones inhumanas en las que viven, y están empobreciendo -no solo los dictadores- a poblaciones enteras, que mal viven excluidos y, de esta forma, terminan "asesinados" miserablemente.

Sí, sigue habiendo hombres y mujeres, auténticos, que no le temen a la vida, y denuncian, aún con el riesgo de sus vidas, la deshumanización que se sigue dando en la historia de la humanidad.

¡¡¡ MI FELICITACIÓN Y AGRADECIMIENTO POR SU TESTIMONIO!!!