BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 31 de agosto de 2014

¡CON LO BIEN QUE PODÍAMOS VIVIR! "...Y POR UN PLATO DE LENTEJAS"

 Ayer estuve en el mercadillo de los sábados. Aquí en Jerez ocupa una calle entera. Muy de vez en cuando me gusta dar una vuelta,  por ver el ambiente. Aunque este verano, en el del pueblo, me compré un bañador. La verdad es que se oyen muchas conversaciones, eso sí, a medias. Parecería que si no decimos las cosas en voz alta no nos escuchan y eso que los tenemos al lado. Por eso, sin querer (queriendo) nos enteramos de todo. En un momento dado escuché a una persona: "¡Con lo bien que podíamos vivir!"  Lo del plato es de mi cosecha.
Con lo bien que podíamos vivir y, sin embargo,  no sé cómo complicamos las cosas que para muchos hombres y mujeres, la misma vida es un grandísimo problema ¡Que retorcidos somos! Luego me pregunté por el sentido que le podemos dar a esa frase. Lo de vivir bien creo que es el anhelo que tenemos y deseamos para nuestra familia, nuestros amigos, nuestro pueblo, nuestro país y el mundo en general.
Vivir bien, sin duda, se puede referir a que los niños -todos- tienen una familia, un hogar, un lugar en donde crecen como personas; su madre y su padre les crían y educan pensando en su felicidad, no les falta lo necesario para vivir con dignidad; vamos, ponen los cimientos para que sean felices.
Tal vez, vivir bien quiere decir que la infancia y juventud, tienen escuelas, en las que aprenden a convivir y socializarse, se educan en valores como la solidaridad, la justicia y la paz. Espacios que favorecen la creatividad, se aprende la cultura que tanto necesitamos y se ponen las bases para innovar, crear y avanzar para construir un mundo, todavía mejor.
A lo mejor, vivir bien es el resultado del esfuerzo común, que todos los seres humanos aportamos a este mundo globalizado para que no haya guerras, ni violencia; no existan muertes por hambre o enfermos incurables; no haya inmigrantes desesperados, ni parados fracasados o desahucios inhumanos y, menos aún, familias desestructuradas y rotas.
Pero no. Preferimos el plato de lentejas.  Queremos saciarnos de inmediato, consumir rápido, vivir el momento con intensidad. Dejarnos llevar por las circunstancias. No controlar nuestros impulsos más primarios. Si para obtener un puesto mejor en el trabajo, hay que pisar al compañero, pues, se pisotea. Si me enriquezco por la vía rápida aunque me haga corrupto, engañe a los demás, explote a los empleados,… lo que importa es que yo sea rico. Si para disfrutar a tope, la droga o el alcohol me ayudan, pues a darse un buen chute. Las consecuencias ya las conocemos. Y lo de vivir bien queda en el olvido.
Lo del plato de lentejas tiene su explicación en un relato bíblico. Cuenta que dos hermanos, Esaú y Jacob, tenían sus rivalidades y un buen día, Jacob, que por lo visto era un buen cocinero, tenía la comida preparada y, a esto, que llega su hermano Esaú, casi muerto de hambre, y le propone con urgencia, que le dé un plato del guiso sabroso que había hecho, a cambio de darle su herencia cuando llegase el momento. Y así fue. Quedó muy a gusto y satisfecho con el plato de lentejas que se comió, pero perdió la herencia. No deja de ser un relato, una historia pasada. Pero de rabiosa actualidad.

domingo, 24 de agosto de 2014

LA VIDA ES COMO UN PUZZLE



Hace unos años escribí esta metáfora, pensando en las personas que lo tienen difícil en esta vida, y que ahora la vuelvo a traer a estas reflexiones semanales ya que nos puede seguir aportando ideas.
La vida de cada persona es como un puzzle. El arte está en colocar correctamente cada pieza en su sitio y lo más interesante es que para realizar esta exigente, pero hermosa tarea, tenemos toda nuestra vida. Nadie se escapa de esta realidad.
Claro que hay variedad de puzzles: los hay de diez piezas, de cincuenta o de mil. Y unos son más difíciles de completar que otros. Los más grandes son un reto para la persona que los está formando, claro que también se pueden encajar las piezas en colaboración. Es evidente que más tarde o más temprano, el puzzle, que es cada persona, necesita de los demás para poder completarse y, al final, así es la vida, no se termina de formar nunca. Como esto es lo que suele ocurrir, lo que hay que hacer es llegar a ajustar la mayor cantidad de piezas posibles.
En resumidas cuentas, dos suelen ser las posturas que suelen darse ante el puzzle de la vida: la primera es la de aquellas personas que se interesan por formar su puzzle, aunque les cueste, pero saben y tienen la experiencia de que cada pieza colocada es una victoria en la construcción de su persona y un paso más para disfrutar de la felicidad que se deriva de dicho esfuerzo; la segunda postura es la de aquellas personas que tiran la toalla, por mil razones, aunque nunca les faltan las justificaciones; eso sí, viven siempre la frustración y el sentimiento del fracaso por la incapacidad de componer su puzzle. De esta segunda postura pondré algunos ejemplos:
Algunas personas, ante las primeras dificultades, suelen tirar la toalla y dejan su puzzle con muy pocas piezas colocadas, su vida está desdibujada y tienen un sentimiento de fracaso y de inutilidad.
Otras personas han tenido la mala suerte de que alguien les ha robado alguna pieza o se la han roto y, cuando no aparece esa determinada pieza, se desaniman. Claro que existe la posibilidad de reconstruir la pieza y entonces pueden seguir formándolo.
Hay quienes extravían alguna de sus propias piezas y así tienen la excusa de que no pueden acabarlo, evidentemente se están engañando a sí mismas.
Otras personas se encuentran a gusto con las piezas en desorden y no se plantean colocarlas en el lugar que les corresponde. Eso sí, en las ocasiones propicias se quejarán y hablarán de lo complicada que es la vida, incluso de la mala suerte que tienen.
Hay gente que se pone a trabajar con entusiasmo, pero a la primera dificultad dicen que es muy complicado el puzzle y abandonan pronto el empeño.
También existen aquellos que quieren formar su puzzle con las piezas de otras personas, sobre todo si éstas ya llevan adelantado su puzzle; así viven de las rentas de los demás. Alaban, eso sí, el puzzle de los exitosos, pero no hacen nada por imitarlos. En esta línea, hay otros individuos que prefieren lamentarse con la finalidad de que los demás hagan su puzzle y ellos se quedan cómodamente viviendo del cuento, y no quieren caer en la cuenta de que nadie puede formar el puzzle de nadie, pues cada persona es diferente.
Hay personas a quienes les da miedo su propio puzzle, por lo complejo que les parece, y se asustan. Entonces buscan la evasión y de esa manera no se complican la vida. Claro, su puzzle queda sin hacer.
Algunas personas se encuentran con la sorpresa de que tienen piezas de otros puzzles, lo cual les crea un cierto estado de ansiedad porque lo tienen todo mezclado y, al ponerse tan nerviosas por tanto barullo, se sienten desbordadas y abandonan su tarea.
No faltan quienes quieren hacer su trabajo a solas y se cansan o se frustran ante tantas piezas que tienen que colocar. En fin, así podíamos seguir hasta el infinito, pues hay tantas posibilidades como personas.


ALGUNOS TRUCOS PARA COMPLETAR EL PUZZLE

-Aceptar que todas las personas somos básicamente iguales; por consiguiente, lo del puzzle es una tarea que ha de realizar todo el mundo.
-Tener voluntad de componer el puzzle, pese a las muchas dificultades que se irán presentando.
-Conocer todas las piezas del puzzle, así será fácil buscarles su sitio.
-Tener paciencia, pues todas las piezas no encajan a la primera.
-Asumir que se pueden perder o romper las piezas, o que te pueden quitar alguna de ellas, pero que también se pueden encontrar o rehacer; nada hay irreversible.
-Que hay personas de confianza que nos pueden ayudar a formar nuestro puzzle, sin olvidar que cada cual es el último responsable del suyo.
-El orden y un buen método para colocar las piezas facilitan mucho las cosas. El azar y la improvisación no son buenos consejeros.
-Seguir construyendo el puzzle, aunque pueda estar un tiempo parado, pues hay circunstancias que nos pueden paralizar.
-Que tenemos toda la vida por delante; no hay que preocuparse porque seamos jóvenes y no lo tengamos acabado.
-Incluso un mal día podemos destruir parte del puzzle encajado, pero podemos volver a reconstruirlo, pues ya conocemos el lugar que ocupan algunas de las piezas.

Al final, como los niños y niñas que completan un puzzle, tendremos la cara de alegría y satisfacción porque lo hemos conseguido. Es el premio a nuestra tarea y a nuestra constancia por formar nuestro puzzle, o sea, por construirnos y realizarnos como personas.

domingo, 17 de agosto de 2014

REFLEXIONES VERANIEGAS SOBRE EL HEROISMO DE LA VIDA COTIDIANA

A veces, vamos buscando héroes que nos estimulen para acabar con la rutina de la vida. Necesitamos a alguien, en quien fijarnos, para saltarnos la monotonía de cada día. Incluso, pensamos en personas extraordinarias para que refuercen o den sentido a nuestras existencias. Parecería que somos poca cosa y precisamos de “los otros” para movilizarnos.
Ciertamente, necesitamos héroes. Necesitamos modelos que nos hagan ver las cosas de otra forma, incluso, más atractivas y sugerentes. Personas que creemos más cualificadas, que tienen voluntad de hierro y su abnegación les lleva a sobresalir en aquello que se empeñan. Y podría dar la sensación, de que tales personas, tienen que venirnos de “otro planeta”. Sin embargo, esos hombres y mujeres, son tan reales y tan iguales como cualquiera de nosotros.
El verdadero heroísmo no se encuentra en los hechos extraordinarios, en las personas extraordinarias. El verdadero heroísmo, a mi manera de entender, está en las personas que:
- Son madres y cuidan todos los días de sus hijos. Los crían con sumo cariño y ternura. Pero sabemos que sus desvelos son continuos y sacrificados.
- Son padres que completan las tareas de su familia en un trabajo, tedioso, en la fábrica, en la oficina, en el taller,…
- Son niños y jóvenes que van a la escuela todos los días, levantándose a las 7 de la mañana, y con sueño, arrastran sus mochilas.
- Son los personas inmigrantes que van -todos los días- a los semáforos a vender pañuelos o a limpiar escaleras, ganando una miseria para malvivir.
- Son los parados que se levantan cada mañana, sin futuro, y van a las oficinas de empleo a ver si les sale algún trabajo, para ir tirando y al día siguiente, vuelta a empezar.
- Son los médicos, los maestros, los barrenderos, los militares, los curas, los políticos, los campesinos, los mecánicos, los oficinistas, los sindicalistas, los tenderos, los panaderos,los electricistas… Hombres y mujeres que cumplen, puntualmente, con sus obligaciones y responsabilidades, que no saldrán nunca en los medios de comunicación, ni en las redes sociales, pero son los verdaderos protagonistas y héroes de la historia: ayer, hoy y mañana.

domingo, 10 de agosto de 2014

LAS VACACIONES EN FAMILIA: UNA NECESIDAD VITAL

Tengo la suerte de tener una familia estupenda. Una familia que esperamos las vacaciones para vernos y juntarnos unos días. Me imagino que a todas las familias les ocurre lo mismo. Al menos por lo que uno ve a su alrededor con las personas que se relaciona y vive.
Vengo experimentando, desde hace años, que los cortos días de vacaciones con las personas allegadas, incluyo a las amistades, son la ocasión para desconectar de la vida cotidiana con sus rutinas, sus responsabilidades y obligaciones, sus tareas y reconocimientos, así como los horarios y costumbres de todos los días.
El mero hecho de cambiar de ambiente, pasando unos días en el pueblo, yendo a la playa o de excursión por la montaña, facilita como una catarsis o 'sanación terapéutica' eso sí, sin fármacos ni sicoanálisis. No se trata de formatear el disco duro, pero sí de hacer una buena limpieza del mismo. Porque acabadas las vacaciones, ya se sabe…
Estoy convencido de que la familia es el mejor espacio natural para todos los beneficios que nos aportan las vacaciones.  En las circunstancias actuales que muchas familias andan separadas, sobre todo, por razones laborales y de estudios, se agradece la oportunidad que nos dan las vacaciones para pasar unos días juntos.
No es que todo sea de color de rosa, no. Suelen aparecer los fantasmas familiares que, cada vez más, se van quedando en anecdóticos. Por otro lado, la convivencia no siempre es fácil, en especial cuando hay niños pequeños; pero incluso todas esas cosas contribuyen al buen desarrollo de las vacaciones esperadas.
La vuelta a las propias raíces, son el bálsamo que necesitamos para ‘curar’ las secuelas que nos dejan las contrariedades y contratiempos que nos acarrea la vida cotidiana. No se trata de que la familia nos solucione los problemas que tenemos, pero sí los alivia y nos ayuda a verlos de otra forma.
La pena es que luego te das cuenta, como en la vida misma, que no todas las personas cuentan con una familia o amigos para que les ocurran todas estas cosas tan beneficiosas. Por no hablar de las familias rotas o desestructuradas, en las que casi mejor, que no dispongan de tiempo para verse, pues, se suelen acrecentar los problemas.
Pero volvamos al relato primero, es decir, la importancia de estar en la familia durante las vacaciones. El clima cordial y distendido que se crea favorece y fortalecen los lazos y vínculos entre los miembros. La familia es un ser vivo que necesita sus cuidados y atenciones para seguir aportando sus riquezas.  Y aunque nos vayan dejando los seres queridos, los nuevos que van llegando son la necesaria savia que la mantiene viva.
Aún más, en este contexto, la propia persona se encuentra más relajada para atenderse a sí misma, sin los agobios de la vida cotidiana y con un ambiente más propicio para ello. Desde la propia experiencia, el tiempo de vacaciones, me regala espacios y tiempos para el paseo, lecturas, reflexiones compartidas y la ocasión para confrontarte contigo mismo.
Y es que las vacaciones dan mucho de sí.

domingo, 3 de agosto de 2014

NO A LA GUERRA, SÍ A LA PAZ

Primero: Les vendemos los aviones y luego se los destruimos.
Segundo: Formamos a sus pilotos en nuestras academias y luego los matamos.
Tercero: Ayer sus dirigentes eran nuestros amigos, les vendíamos armas, les comprábamos gas y petróleo, hoy -porque el pueblo ha protestado- (nosotros habíamos pasado del pueblo) ahora resulta que ¿defendemos al pueblo o queremos garantizar el gas y el petróleo? ¡Qué hipócritas! (Nosotros, claro).
No estoy de acuerdo con esta guerra, ni con ninguna guerra. Hoy hablamos del Palestina y Ucrania, pero existen en la actualidad, más de 20 países, con diferentes conflictos bélicos. ¿Por qué no se habla también de ellos?
Este blog se llama "La esquina del encuentro" y se fundamenta en la importancia y necesidad que tienen los seres humanos de encontrarse, de dialogar, de respetarse, de ayudarse, de convivir, de compartir, de alcanzar la tan deseada fraternidad, pues, ya he dicho en otras ocasiones, que todos somos miembros de la gran familia humana y, por consiguiente, somos hermanos y hermanas entre sí. Y los hermanos -en principio- se tienen que querer y ayudar, que amar y perdonar. No cabe, entonces, la violencia, el odio, el rencor, la agresividad, la venganza,... ¡Y menos aún matar a tus hermanos!
Creo en la vida y rechazo la violencia, cualquier violencia, de forma especial las que generan las guerras: muertes, violaciones, huérfanos, destrucción, masacres,...
Porque, al fin y al cabo, la guerra es el resultado de no hacer bien la política; a mi modo de entender, los políticos, tendrían que dar más de si y “ponerse las pilas”, a lo mejor se llega a la guerra porque no se han ido haciendo bien las cosas. Cuestión de intereses. Pero me refiero a los intereses nuestros, pues, los políticos están para defenderlos. Por ejemplo, somos nosotros los que consumimos el petróleo y el gas,… ¿Por qué no protestamos en su momento? Y no podemos alegar de que no sabíamos lo de los dictadores de turno,… Por aquí podrían salir interesantes reflexiones.
Dando un paso más en la justificación del no a la guerra, desde mis creencias cristianas, creo que el Dios de Jesús, quiere a todos sus hijos e hijas y no desea ni quiere, para ninguno de ellos, que mueran en las guerras. Nuestro Dios, como Madre y Padre, quiere la felicidad para toda su familia y por ello desea que se lleven bien, que se quieran, que se ayuden para que nadie pase necesidad y que se favorezcan las mejores condiciones que construyan la paz y eliminen las guerras para siempre.
Por todo esto rechazo de plano, aquello que se dice de que hay guerras justas y guerras injustas. Por lo que se ve, en este mundo se puede justificar todo. Todas las guerras son injustas.

No quisiera terminar sin decir que estoy de acuerdo con determinadas "GUERRAS" que van contra el analfabetismo, contra el hambre, contra enfermedades endémicas como la malaria o el sida, contra el paro, contra la marginación, contra el racismo, contra la pobreza, contra la violencia de género... a estas "guerras" sí me "alisto". Por eso, Sí a la Paz