BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 29 de junio de 2014

EL CRISTIANISMO ES MÁS VIDA COTIDIANA QUE PRÁCTICA RELIGIOSA



Antes se hablaba de cristianos practicantes y cristianos no practicantes. El asunto estaba en que  eras buen cristiano, si ibas los domingos a misa y participabas, frecuentemente, de los sacramentos. De ahí lo de practicante y no practicante. Aún se sigue oyendo. Por consiguiente, lo de ser cristiano se centraba más en la participación sacramental. Se podía dar el caso de que durante la semana eras un sinvergüenza, pero… como ibas a misa los domingos,…
En este sentido, la vida cotidiana tenía y tiene un papel secundario. De hecho los sacerdotes siguen dando más importancia a los sacramentos que a la vida familiar, o la vida laboral, o la vida económica, por poner algunos ejemplos.
Uno lee los evangelios y no acaba de ver estas prioridades, de las prácticas religiosas, en Jesús de Nazaret. No es que Jesús no tuviera su presencia en la sinagoga o en el templo, pero los evangelios resaltan más su vida pública, su relación con la gente, la preocupación por los problemas y dificultades que tenían sus paisanos, la cercanía con los enfermos y necesitados, en fin, que le daba mucha importancia y dedicaba más tiempo a los asuntos de la vida cotidiana.
Desde un sector de la iglesia, por cierto minoritario, se sigue insistiendo en la práctica sacramental como la clave en el ser de la fe cristiana. Mientras que sitúa en un segundo plano la vida existencial y cotidiana. El mensaje es muy simple si vas a misa eres buen cristiano. Ya se encargan en las homilías de recordarlo machaconamente. Yo creo que están equivocados.
No se trata de abandonar los sacramentos, se trata, más bien, de acentuar que la vida diaria, la vida familiar; es decir la vida que va desde que te levantas hasta que te acuestas es la que constituye la esencia y fundamento de la fe cristiana. En la realidad de la vida cotidiana nos jugamos la fe.
La fe en el Dios de Jesús, se ‘materializa y se visualiza’ en el trato que damos y tenemos con la  pareja, con los hijos, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los vecinos, y no lo olvidemos, con los pobres de nuestra localidad, en fin, con cuantas persona nos encontramos por la calle o en los centros públicos, por tanto es aquí y solo aquí, donde expresamos nuestra fe en el Dios de Jesús.
Por consiguiente, en la práctica de las bienaventuranzas (no en la iglesia sino en la calle) es donde nos jugamos el anuncio del evangelio. Anuncio, que como sabemos, se hace fuera de la iglesia. Los que vamos a la iglesia ya lo sabemos, el evangelio hay que llevarlo a la calle. Hay que vivirlo con la gente. Lo del amor, la paz, la solidaridad, el perdón, el compartir, la verdad, la honradez, la coherencia, la libertad y la fraternidad hay que vivirlas con la gente,  en la calle, en las casas, en las fábricas, en el campo, en la playa,…
Tengo que decir que yo voy a misa y tengo mis prácticas religiosas, faltaría más, pero si voy a estos asuntos, es porque necesito tiempo para encontrarme, de forma más personal, con el Dios que creo; el cual, en estos encuentros, me sigue concienciando más en mi filiación con Él, y en ser fraterno con los demás seres humanos. La eucaristía me ayuda a sentirme más hijo de Dios y más hermano de mis hermanos.

domingo, 22 de junio de 2014

¿VAS A TENER VACACIONES ESTE VERANO?





Que conste que no me invento la pregunta. La he escuchado en los patios del cole; justo, son los que lo tienen más claro. En estos días están dando las notas y el alumnado va tomando posiciones en sus casas. Empieza, pues, una intensa vida familiar. Para unos gozosa, para otros problemática; para aquellos esperadas y necesarias y, para bastantes, inexistentes.
Sin duda los niños son los que más las desean y disfrutan. En los calendarios de las aulas, aparecen tachados los días para ver, bien claro, los que faltan para que el ayuntamiento quite las calles que van a las escuelas y colegios. ¡Qué bien las vacaciones! Al final terminan aburriéndose de las mismas; antes, eso sí, han aburrido a toda la familia.
Como a nadie le amarga un dulce, las vacaciones, vienen muy bien a toda la gente. Sean muchos o pocos los días que se dediquen al descanso y asueto, todas las personas deberíamos disponer de ellos como un derecho innegociable. La vida que llevamos, pequeños y grandes, jóvenes y mayores, precisan de un tiempo de ruptura con la rutina de la vida cotidiana, que nos relaje, renueve y revitalice. Para eso están los días de receso vacacionales.
Personalmente ansío unos días de holganza, de ocio y tiempo libre; de ruptura con lo que se hace durante todo el año; en mi caso es con la familia y en el pueblo donde alcanzo, con intensidad y agrado, la complicidad y espacio para estos asuntos.
También es verdad que las agencias de viaje, no dan abasto en esta época del año. Visitar países, ciudades, montañas, playas,… se hacen necesarias para llevar con éxito las vacaciones veraniegas. Para mucha gente la lectura y escuchar música; visitar museos o ir al teatro constituyen actividades culturales, que privilegian en esta época del año.
Pero todo en el monte no es orégano. Hay muchos niños, jóvenes y ancianos, en fin, familias enteras, que no disfrutarán de tales vacaciones estivales. Los recursos económicos no se lo permiten.  Lamentablemente se tienen que aguantar; quedarse en casa y conformarse, con más de lo mismo y con la  probable tensión por vivir en espacios más reducidos a los del colegio, en el caso de los chicos.
Por los foros que me voy moviendo,  sé de familias que lo pasan mal. Hay quien se queda en paro, encima que el trabajo escasea, para quedarse con los hijos. Y hay familias que dejan en la casa a su prole, sola, porque no se pueden permitir dejar el trabajo y no tienen medios para pagar a ‘los canguros’. El pez se muerde la cola y unos y otros lo  pasan mal. Todo esto cuando las vacaciones tendrían que ser un desahogo y alivio para todos.
Pero también el verano es tiempo para la solidaridad. No faltan asociaciones, ONGS, instituciones muy variadas que organizan campamentos, campos de trabajo, excursiones, para embarcar a muchos chavales que, de otra forma, no tendrían oportunidad para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y esto, gracias a Dios, se va extendiendo por muchos lugares.
En fin, desde esta ventana dominical, les deseo unas felices y descansadas vacaciones. Y que cada cual vea, si tiene y dispone de tiempo, para poder contribuir a las vacaciones que, como hemos visto más arriba, no les es fácil tenerlas a otras personas.

domingo, 15 de junio de 2014

¡ATENCIÓN! YO SOY CONSERVADOR


Pues sí,  soy conservador, de lo cual no me avergüenzo. A estas alturas de la vida, pues algunos años voy teniendo, parece que las cosas van ocupando su lugar y cobrando su sentido. Estos días me he dado cuenta de que soy conservador ¡Menos mal!
Resulta que conservo la lengua, que me enseñaron en la familia y con la que me puedo comunicar y hablar. 
También conservo la educación y las enseñanzas, que me inculcaron en el ámbito familiar y escolar.
Aún conservo muchos de los valores que recibí en mi pueblo hasta los doce años, dado que las circunstancias de la vida, me llevaron a Granada a estudiar.
Todavía conservo algunas costumbres y hábitos que inicié y practiqué desde mi infancia y que añadí a lo largo de la adolescencia y juventud.
Es más, conservo la fe, que me transmitieron mis padres y que tanta influencia ha tenido, hasta el punto de elegir un camino que da total sentido a mi vida.
Y las amistades que conservo, algunas en torno a los 50 años,  han ido curtiendo mi existencia y haciendo que el camino de la vida no lo hiciera en solitario.
En fin, no creo que quepa la menor duda de que soy conservador. ¡Y a mucha honra! Porque son muchas las cosas fundamentales que son constantes desde que nací.  
Por lo demás, conservo la convicción de que todo se aprende. Todo se renueva, todo cambia, que nada permanece fijo para siempre. Viendo el álbum de fotos me reconozco tanto en las de mi más tierna infancia, como en las últimas de estos días en una boda. Soy el mismo, conservo mi identidad pero he cambiado mucho, muchísimo.
La misma lengua castellana que aprendí en mis primeros años y con las que mis padres se alegraron al oírme hablar, ha ido evolucionando, enriqueciéndose; han aparecido nuevas palabras, he ido evolucionando en mis comunicaciones, manejo un poquito mejor la lengua. Leer, incluso escribir, me sirven de mucho. Conservo la lengua pero no me quedé solo con la que enseñaron en la infancia.
Qué os voy a decir de la buena educación que me dieron mis padres, vaya que si la conservo, y además les estoy muy agradecido. Pero eso no quita que la haya mejorado y completado en mis muchos encuentros y relaciones con los muchos hombres y mujeres que me he ido relacionando a lo largo de la vida. Aún hoy sigo mejorando mis buenas maneras ante los demás.
Unos buenos cimientos fueron los valores recibidos en mi infancia: familia, escuela, parroquia; es verdad que algunos quedaron obsoletos y que otros los he ido puliendo, corrigiendo, pero también he tenido margen para completar, incorporar porque me enseñaron de la importancia que tienen para la propia existencia. Otro tanto puedo decir de las costumbres y hábitos que fueron configurando mi propia identidad personal
Y no digamos nada en cuanto a la fe se refiere. En mi caso, ha sido la fe la que ha ido configurando todo mi existir. Aquella fe sencilla que me transmitieron mis padres, se ha ido convirtiendo en una fe adulta que me ha llevado a una opción de vida, que con sus más y sus menos, me está ayudando a realizarme como persona, a estar con los demás aportándoles lo que soy, y así tratar de ser más felices juntos.
Porqué será quie nos vamos haciendo mayores y recordamos con agrado, mejor aún, nos gusta estar en las fiestas del pueblo que vivimos en la infanica, participar en fechas memorables, hablar con las personas que nos vieron crecer; en el fondo queremos conservar nuestras raices y, para nada, deseamos olvidarlas.
Las ‘raíces’ de mi infancia alimentan el ‘árbol’ que hoy soy. Quiero seguir siendo conservador, entre otras cosas, porque no renuncio a nada de lo que me transmitieron desde que nací. Es verdad que de vez en cuando hay que podar, pero el árbol será más frondoso cuantas más y profundas raíces tenga.

domingo, 8 de junio de 2014

CUANDO EL DIVORCIO 'ROMPE' LA FAMILIA



Hablar del divorcio puede resultar un tanto complejo y embarazoso y es un asunto complejo. Por lo que a mí respecta, me quiero centrar en algunas de las consecuencias que el divorcio tiene para los miembros de la propia familia: la pareja y los hijos. Pero empecemos por la información que nos da el Diccionario de la Real Academia: 1. Disolver o separar, por sentencia, el matrimonio, con cese efectivo de la convivencia conyugal. 2. Separar, apartar personas que vivían en estrecha relación.
Soy consciente de lo delicado de este asunto, pero merece la pena dedicarle un espacio, en nuestras reflexiones, sobretodo porque las personas implicadas y afectadas se lo merecen. Ante todo nada de criminalizar o culpabilizar a las personas: ¿quién conoce las motivaciones de unos y otros para llegar al divorcio? Y en todo caso, dar el paso -casi siempre- acarrea un trauma que lo acusan todas las personas implicadas en mayor o menor grado. Nuestros respetos por ello.
Ahora bien, sí podemos anotar algunas reflexiones que surgen inevitablemente, cuando uno ha tenido la oportunidad de conocer y estar con personas que han pasado por dicha situación. Me imagino el divorcio como un pequeño tsunami en el ámbito del Hogar: todo lo arrastra, todo se resquebraja, todo se derrumba y, como consecuencia, todos quedan 'tocados'. Si hubo proyecto de pareja, si se había aspirado a fraguar un proyecto de felicidad, que tal vez en los primeros tiempos se vivió con pasión y amor,... todo salta por los aires, dejando en las personas un total sentimiento de fracaso y muy 'dañados' por dentro.
El verdadero problema (sufrimiento) del divorcio radica en las personas: el padre y la madre, las hijas y los hijos. Todos se resienten, pero sin duda los más débiles son los que más sufren. Aquí nos jugamos mucho.  Es más, probablemente la familia cercana y amistades también quedan un tanto afectadas. Aunque me temo que en muchos casos, estamos ante una situación que empieza a verse normal y como nos ocurren tantas cosas en la vida, pues, termina por olvidarse.
Claro que la pareja es la primera que acusa la ruptura y el desgaste personal que conlleva la decisión de separarse, sobretodo, cuando hubo un tiempo que se profesaron fidelidad y se querían con todo su ser (salvo si hubo engaños y apariencias que de todo puede ocurrir), pero no dejan de ser adultos y pueden seguir llevando las riendas de sus vidas; distinto es con los hijos.
 Los hijos son la parte más débil y frágil de esta historia. Son los que más sufren las consecuencias. Son los que más trasparentan su problema en el colegio, con los amigos, en fin, allá donde estén y con quién se encuentren.
Sin entrar en valoraciones religiosas, sigo resaltando la situación dramática y, me atrevo a decir, trágica que el divorcio acarrea tanto a las personas de la propia familia como a la misma sociedad. Digamos que la 'tribu' se resiente. Para bien o para mal la sociedad enriquece a las personas, pero también las personas, cuando viven estas circunstancias, afectan a la misma sociedad.

Ahora bien, el divorcio no es final. Que yo sepa, los túneles tienen entrada y salida. Es verdad que todas las personas implicadas, especialmente  la pareja y los hijos, lo pasan mal, muy mal; pero la vida sigue, el crecimiento personal continúa, la vocación a ser felices está ahí; superar un divorcio no es fácil pero la familia, los amigos,… están siempre; aunque cada persona, antes o después, tiene que asumir el reto de salir del túnel.