BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 4 de agosto de 2013

NAVEGANDO POR EL RÍO AMAZONAS: ¡UNA GOZADA!



¡Qué bien se tenía que vivir en el paraíso! Pero no es nostalgia. Acá, sentado en la cubierta del barco, se siguen viendo las maravillas de la naturaleza. Aún se pueden disfrutar de los sonidos y coloridos, genuinos, de la selva amazónica. El barco discurre con lentitud, por el río, lo que nos facilita  saborear, casi todos los detalles, de lo que nos va ofreciendo su rivera. El río Amazonas es inmenso y nos descubrirá sus numerosas sorpresas.
En estas latitudes, lo de las prisas no se conoce. Eso del estrés, las buenas gentes de la Amazonía, no saben qué es. El tiempo de la naturaleza, con sus ritmos, nos está pidiendo que nos abandonemos a él, que apartemos nuestras inquietudes y ansiedades, nuestras preocupaciones y miedos, y nos dejemos llevar… ¡Arto difícil para nuestras mentes occidentales!
A lo largo del camino nos vamos acercando a los poblados ribereños, en unos pasamos de largo y, en otros, hay un trasiego de personas cargadas con mercancías y nuevos pasajeros, que ocupan el lugar de los que acabaron su viaje; de esta manera se sigue la rutina diaria del trayecto entre Iquitos y Requena.
El río no está solo. Acá y allá, vemos numerosas barquichuelas (llevo-llevo) con dos o tres personas, que con mucha paciencia, esperan llenar sus redes del pescado que ofrecerán a los mismos aventureros que vamos en el barco, o a las familias que se acercan al puertecillo de los caseríos, para comprar su comida diaria.
Se acerca la noche, y la anticipa un atardecer con una auténtica sinfonía de colores. Qué momentos más agradables. El ambiente es adornado con el trinar de las aves exóticas, que nos llega de la interminable floresta, que no nos ha dejado desde Iquitos. El amanecer no se queda atrás en su apuesta por embellecer el día. Esta es la naturaleza viva, la Amazonía, el llamado ‘pulmón del planeta’, que siempre será poco lo que hagamos por defenderla.
Pero no vamos solos en el barco. Acompañamos a numerosas familias que van o vienen con sus preocupaciones y problemas. Como no hay otras vías de transporte (ni trenes, ni carreteras) todos los viajes son con barcos. El nuestro va al completo. Hay niños por todos los sitios y se fijan en nosotros; somos ‘como’ una atracción especial para ellos. ¡Tantos ‘gringos’ no se ven todos los días!  Menos mal, que las numerosas horas que pasamos juntos quitan muchas barreras.
Después de casi 18 horas, para hacer unos 200 kilómetros,  llegamos de mañanita a Requena. Nos esperan los Hermanos, a los que venimos a visitar este ‘finde’.  Hemos venido a conocer las obras educativas que desarrollan por estos lares. Sin duda, después de lo que hemos ido viendo, tanto la visita como el viaje han merecido la pena. Una vez más, tengo que decir, que hay muy buena gente por todo el mundo. Aunque falta la vuelta, a Iquitos, me imagino que seguiremos gozando del paseo por el Amazonas... ¡Toda una pasada!

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