BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 8 de abril de 2012

¡JESÚS HA RESUCITADO! ¡EL SER HUMANO TIENE FUTURO!


Fueron temprano, llegaron al sepulcro y se encontraron que estaba abierto y vacío. La historia del resucitado empieza con ellas; las mujeres que siguieron a Jesús hasta la cruz. Ellas son los primeros apóstoles: testigos de Jesús resucitado. Todo no acabó en la muerte. Jesús tenía razón. Lo suyo no fue un fracaso. Dios no lo abandonó, al tercer día lo resucitó. Jesús venció a la muerte. De esta manera, podemos afirmar, que la muerte es el último paso de la vida terrena y el primer paso de la vida futura. La vida es más fuerte que la muerte.
Por consiguiente, porque Jesús ha resucitado, el ser humano tiene futuro. Todo no acaba en este mundo que habitamos. La vida tiene sentido para vivirla. La razón de ser y la fuerza del cristianismo radican en la resurrección de Jesús. Él, habiendo vivido en este mundo, en el que vivimos nosotros, nos abre las puertas del más allá, nos amplía el horizonte, rompe los límites del tiempo y del espacio y nos introduce en una nueva realidad o dimensión; la cual, aún no la alcanzamos a ver ni a explicar, pero que ya está ahí. Él mismo, con su vida, su mensaje, su testimonio inauguró estos tiempos nuevos para la humanidad.
El Plan de Dios, al crear el mundo,  desdibujado y roto por el ser humano, es recuperado por Jesús, el Hijo de Dios, que vino con la misión de salvarnos, es decir, de recordarnos lo que siempre hemos sido y nos hemos empeñado en ocultar: Que tenemos a un Dios, Padre y Madre, que nos ama; que todos somos sus hijos e hijas y, por consiguiente, que todos somos hermanos. Así, la familia humana, recupera su identidad perdida. Y el amor, pasa a ser la seña de identidad, que mejor define nuestra filiación y hermandad.
En los evangelios, volviendo a la Misión de Jesús de Nazaret, nos encontramos las grandes líneas que nos dibujan el futuro de la humanidad. Si pudieron quedar desautorizadas al morir en la cruz, según las autoridades; quedaron restablecidas y rubricadas, por el mismo Dios, con su resurrección. Jesús el resucitado, el Cristo, el Mesías, inauguró e inició el camino. Nos toca, a sus testigos, es decir, a toda la Iglesia como Pueblo de Dios, continuar su Misión. 
Reconstruir la familia humana, una manera de traducir lo del Reino de Dios, es vivir el amor filial y fraternal con todas sus consecuencias. De esta forma, en una familia en la que todos se quieren y aman, no tienen sentido las guerras, entre hermanos; no se entiende que una parte de la familia se muera de hambre; no tiene cabida que unos hermanos exploten y opriman a otros hermanos. Pero, sí es bienvenida la alegría de los que perdonan a sus hermanos, hayan hecho lo que hayan hecho; sí es valorado a los que ayudan a sus hermanos enfermos o en paro; sí son felices los que apuestan por la paz y la justicia entre todos sus hermanos, sobre todo los más débiles y necesitados…
El reto que tenemos por delante, los que creemos en la resurrección de Jesús, es el de ser testigos, en este mundo plural y globalizado, de que otro mundo es posible; y si es verdad que a lo largo de la historia, hemos metido mucho la pata, también es verdad que hemos aportado muchas luces que han favorecido la humanización. Hacer visible que la paz, el perdón, la solidaridad, la verdad, la libertad, la alegría, el amor… es posible entre hermanos, seguirá siendo nuestra mejor aportación, desde la fe en el resucitado.
¡¡¡ Porque Jesús ha resucitado, los seres humanos tenemos futuro!!!

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