BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 18 de julio de 2010

EL CAMINO HACIA UNO MISMO (III)


NECESIDAD DE LA REBELDÍA

"Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así..." Nos cantaba Jeanette. Luego recordamos su canción para los más nostálgicos.
Por su parte, nos dice el diccionario de la Real Academia, que rebelde es el "Que, faltando a la obediencia debida, se rebela, se subleva" y, en una segunda acepción, añade: "Que se rebela, opone resistencia".
No es fácil ser rebelde en la actualidad. Al menos en la línea de una "rebeldía sana". Demasiado acomodados estamos al sistema, a la sociedad del bienestar. Estamos demasiado bien conectados como para desenchufarnos.
Hoy se hace muy difícil ir contracorriente. No dejarse llevar. Acaba uno en la indiferencia. Pero porque conviene. ¡Para qué complicarse la exitencia"
Aunque hay una dimensión de la rebeldía que empieza por uno mismo. La rebeldía hay que trabajarla en nuestro interior.
En la medida que buceamos en nuestros entresijos, nos vamos encontrando criterios, convicciones, intereses, conductas,... que no tienen que ver con los grandes principios - que de vez en cuando manifestamos, con trompetas, ante los demás - para que vean la personas tan buena que soy.
Igual hay que empezar a sublebarse ante estas "cositas", que en realidad corroen las utopías que algún día nos lanzaron a caminar en este mundo.
Igual hay que empezar a poner resistencia a tantas cosas que nos alienan, adocenan y no nos dejan avanzar, porque vivimos más cómodamente y sin complicaciones. Igual hay que ser más serios y coherentes, aunque suponga "romper", rebelarse a la imagen que no queremos destruir porque los demás se han hecho a ella y nos gusta que la mantengan. En fin que cada cual vea. Nos puede ayudar en estas reflexiones un texto antiguo, pero actual, y dos vídeos.

MANTENER LA REBELDÍA

“Otros decidieron mantener la rebeldía. Decidieron pensar por cuenta propia. En lo religioso apostaron por Dios, pero pusieron muchos interrogantes a todas las bandejas en las que se lo servían. Eligieron su carrera no porque fuera rentable, sino porque la amaban. Nunca se obsesionaron por el éxito, sino por el afán de ser fieles a sí mismos. Se convirtieron en permanentes inadaptados, pero tampoco se adapta¬ron a su inadaptación y huyeron de esa otra peste de ser distintos por el afán de parecerlo. Pagaron un alto precio. Aprendieron que toda vocación es un calvario.
Si a veces se cansaban y el alma se les escapaba a los sueños de los segundos, sabían tirarse de las bridas del alma y volver incesantemente a su gran tarea: exigirse a sí mismos. Sabían que lo importante no era llegar a ninguna parte, sino llegar a ser. Sentían miedo a ratos, pero jamás se sentaban a saborear su propio miedo. Buscaban, buscaban. Sabían que morirían sin haber terminado de encontrarse. Pero seguían buscando.
Se toleraban a sí mismos muchas flaquezas, pero jamás el desaliento. Nunca se preguntaban 'para qué' servía el amor. Creían tanto en él que no les preocupaba conocer su eficacia. Eran engañados miles de veces. Mas no creían que eso les autorizase a engañar y engañarse. Creían en la justicia. Sabían que siempre estría en el horizonte, por mucho que caminasen hacia ella. No se avergonzaban de sus lágrimas, pero sí de que su corazón no hubiera crecido nada en las últimas horas.
Cuando los demás les hablaban de una bomba atómica que un día nos quitará las razones para vivir, ellos pensaban que el dinero, la sociedad, los honores, los prestigios iban haciendo, ahora, esa misma tarea. Y la gente pensaba que fracasaban. Y tal vez ellos también lo temían a ratos. Pero estaban vivos. Tan vivos que no se detenían a pensarlo por miedo a perder un momento de su vida. Morían sin haber dejado de ser jóvenes. Unos les llamaban locos y otros santos. Ellos sólo sentían la maravillosa tristeza de no haber llegado a ser ni lo uno ni lo otro”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario