BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 20 de enero de 2019

"VIVIR BIEN" LA VIDA COTIDIANA: EL TERMOMETRO DE LOS CRISTIANOS

Cuando era pequeño me enseñaron que ir a misa y fiestas de guardar era fundamental para ser un buen cristiano. Fui creciendo y me dijeron que había dos tipos de cristianos, unos los practicantes y, otros, los no practicantes. Se mantenía la línea de argumentación: los actos religiosos como ir a misa, celebrar las fiestas, como la navidad, y tener devociones eran las claves para ser un buen cristiano.
El caso es que he crecido y ya veo las cosas de otra manera. Es verdad, que la experiencia y la formación, han contribuido al cambio de la visión que tengo ahora de las cosas. Desde luego prefiero la versión actual, me convence más.
Hoy en la Eucaristía hemos leído el relato de las bodas de Caná. No habla de una fiesta religiosa, Jesús no se fue al templo para hacer un buen vino. Fue en la casa, donde se celebraba la boda, donde hizo el signo, el cambio del agua en vino. Si leemos los evangelios, descubrimos que la misión de Jesús se desarrolló en el contexto de la vida cotidiana. Es más, para hacer oración se nos dice que se iba de madrugada al campo.
Parece que hay un interés, por parte de la mayoría de la Jerarquía eclesiástica, por mantener la centralidad, de la fe cristiana, en los sacramentos, en la liturgia; en los espacios sagrados, en los tiempos religiosos; en las personas sagradas,… y dejan en un segundo plano la urdimbre y manejo de la vida cotidiana. Se siguen empeñando en separar la realidad en el ámbito de lo sagrado y en el ámbito de los profano. Dos mundos contrapuestos y, desde luego, el que sale mal parado es el profano.
Llevo viendo las cosas de otra manera y me empeño en ponerlo de manifiesto. Por consiguiente, no me cansaré de insistir, en que los cristianos nos jugamos la fe y nuestra credibilidad en el trasunto de la vida cotidiana. Siguiendo el estilo de vida de Jesús, el acento lo debemos poner en el día a día. No hay personas especiales, ni tiempos especiales,  ni lugares especiales. Todos los lugares son especiales, todas las personas son especiales y todos los tiempos son especiales.
Un buen cristiano vive su fe, por ejemplo, si está casado, creciendo juntos como pareja, criando y educando a los hijos, llevándose bien con los vecinos, generando convivencia y buena ciudadanía con sus paisanos y, siempre, teniendo como referentes los valores del evangelio.
Los malos cristianos, son los que revientan las familias, los que son deshonestos y corruptos en sus trabajos; también los mentirosos y embusteros en sus relaciones, los violentos y vengativos con las personas,… ¡Que Dios me libre de ellos!
El acento no está en los sacramentos y en las devociones procesionales, la clave reside, en cómo voy traduciendo -el mandamiento del amor- las 24 horas del día y los 365 días del año. Si en mi vida diaria aparecen el diálogo, el respeto, la responsabilidad, la convivencia, la alegría, el esfuerzo en el buen hacer, etc, etc.
Claro que hay que orar, porque Jesús hacía oración, es lo que le daba fuerzas para llevar adelante la vida que llevaba. Naturalmente que celebrar la Eucaristía es fundamental en la fe cristiana, pero porque en ella celebro la vida - la de todos los días-, porque en ella me encuentro con el Dios que da sentido a mi vida y porque en la Eucaristía, me encuentro con mi familia, la familia querida por Dios. Fueron las comensalías de Jesús, no lo olvidemos, espacios de fiesta, de fraternidad, de conversión, de alegría, perdón y de compromisos. ¡Cómo no voy a participar de la comensalía cristiana!

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