BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 19 de febrero de 2017

EL CÍRCULO DE LA FRATERNIDAD: DENUNCIAR, PROPONER Y ACTUAR



El 24 de abril, de 2014, pusimos en marcha esta iniciativa, social y pública, del Círculo de la Fraternidad. Un grupo de personas llevamos, casi tres años, concentrándonos en el espacio público con la finalidad de denunciar (las injusticias que deshumanizan), proponer (respuestas solidarias) y actuar (compromiso personal) y así contribuir a  mejorar y cambiar este mundo que tanto lo necesita.
Un profesor de filosofía nos comentaba, con gran pesar, que el problema de nuestra sociedad es la falta de un tejido social, fuerte y reivindicativo. Nos gusta vivir sin complicarnos; y si hay problemas, que los solucionen los de ‘arriba’ (políticos, gobernantes, jerarquías religiosas,…). Como resultado, nos encontramos, lamentablemente, una sociedad civil indiferente, pero muy sufrida y desigual como precio a su apatía.
El tejido social, es ese espacio intermedio que está por hacer y fortalecer, entre los poderes (egoístas y avasalladores) y la base social (muda y explotada). Hay un vacío que aprovechan los dirigentes para imponer sus intereses y directrices que les benefician, en ocasiones descaradamente; como ejemplo, pensemos en la corrupción y en las leyes, que favorecen más su intereses, que el bien común del pueblo al que gobiernan.
Menos mal que van surgiendo conciencias críticas que constituyen un verdadero contrapeso a los abusos del poder, sea político, religioso, económico o financiero. Diversas asociaciones, ONGs, colectivos, entidades y organizaciones, con diferentes objetivos sociales, son buenos ejemplos del esfuerzo por constituir ese necesario tejido social. Y es que nunca han cambiado las cosas desde arriba, siempre desde abajo.
En este contexto surge el Círculo de la fraternidad. Está siendo, desde sus orígenes, una iniciativa muy modesta, de escasa dimensiones en cuanto a la participación, pero muy persistente en ser portavoz de la realidad en la que vivimos. Aunque nuestro grito de protesta y denuncia se quede en la plaza que nos acoge, estamos convencidos de que sirve, al menos, para que los asistentes, seamos conscientes de que en nuestras vidas no cabe ser indiferente y quedarse con los brazos cruzados.
Estamos convencidos de que la calle es de todos, pero hay que ocuparla. Hay muchas situaciones indignantes, injustas, violentas y trágicas; hay muchos colectivos indefensos como los refugiados, los parados, los sin techo y discriminados por su sexo, religión o color de la piel. Hay una brecha, casi infinita, entre los ricos y los pobres. Escandalosamente una minoría privilegiada acapara más del 80% de la riqueza del planeta. Esto no se puede consistir. Si no hacemos nada, entonces se cumple aquello de que nuestra indiferencia nos hace cómplices, como decía Manos Unidas, hace unos años.
Cuando empezamos a caminar, con el Círculo,  dijimos: “Es un derecho de los ciudadanos poder manifestar, públicamente, sus opiniones y su visión del Bien Común para la sociedad. Es lo que pretendemos hacer esta tarde. Eso sí, de forma cívica, pacífica y constructiva. Y la idea no es original, ya existen otras muchas iniciativas sociales con otros nombres: Madres de la plaza de mayo (Argentina), Las Damas de blanco (Cuba), Los Círculos de silencio (Francia),... Aún resuenan en nuestros oídos las palabras de Gandhi: "Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena". Por eso estamos aquí. No queremos ser conformistas.”
El jueves, día 23 de febrero, volvemos a concentrarnos. Esta vez se nos ha unido la Plataforma de Refugiados de Jerez. En la convocatoria mensual, nos citamos varios colectivos: Cáritas, CONFER, el Foro Interreligioso, La Salle y cuántas personas se interesan por la iniciativa. En esta ocasión, nos convocan las personas refugiadas. La tragedia de tantos hombres y mujeres, ancianos y niños, nos siguen interpelando y queremos hacer una llamada de atención a la ciudadanía.
Por consiguiente, con el Círculo de la Fraternidad, queremos remover las conciencias, mejor nuestras conciencias, para ver las injusticias y denunciarlas, para proponer y dar pistas de soluciones a los problemas que nos rodean y para comprometernos, cada cual, en el lugar que se encuentra. Tal vez sea una gota de agua, pero sin ella el mar sería más pequeño.

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