BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 12 de febrero de 2017

CELEBRO LA VIDA, GRACIAS A DIOS Y A LAS PERSONAS QUE ME RODEAN

Me falta muy poquito para cumplir los 62 años. Y mi agradecimiento a Dios y a las personas que me rodeáis, no tiene límites. ¡Qué sería de mí, si Dios no se hubiera fijado en mí! y ¡Qué sería de mí sin las personas que me acompañáis a lo largo del camino de la vida! Por eso muchas gracias.
Mis recuerdos de la infancia son como piedras sólidas sobre las que he construido 'la casa en la que habito'. En ellos están presentes mis familiares, mis amigos, mis creencias, mis emociones y tantas personas que se han ido sucediendo hasta el día de hoy.
Creo que en mis primeros años, en el pueblo que nací, se plantaron las semillas de los frutos que he ido saboreando más tarde y que aún me quedan por recoger. No siempre es fácil la cosecha. Los buenos frutos vienen después de grandes tormentas, que dejan abundante agua, nieve, heladas y fríos, a su paso. Eso sí, tras la tempestad viene la calma y todo vuelve a su sitio.
Quiero fijarme en las tres cosas que están siendo determinantes en mi vida. Las tres tienen sus raíces en los primeros años de mi andadura: DIOS, FRATERNIDAD Y POBRES. Aunque no lo tuviera tan claro y fuera tan consciente, de ellas, en aquellos tiempos. Ha sido la relectura de mi historia personal la que me las ha ido clarificando y definiendo.
Al que ahora veo como Padre y Madre, en mi Primera Comunión, solo era el Dios de mis padres, que muy celosamente me lo fueron inculcando, con naturalidad, de acuerdo a los tiempos que se vivían en los años cincuenta. Curiosamente, el párroco, tal vez sin saberlo, fue sembrando con sus catequesis, llenas del espíritu Conciliar de los sesenta, lo que finalmente descubrí en mi madurez. Dios y su Reino, están tan presentes en mi existencia que no la entiendo sin Él.
La fraternidad de la gran familia humana, no me ha venido con los estudios y la posterior  formación intelectual. La semilla se plantó en las catequesis de confirmación, no tenía más de 10 años, cuando al salir de la iglesia y regresando a mi casa,  fui consciente de que todas las personas éramos hermanos, incluso mis padres, esta fue la novedad. Con el tiempo además de ser Hermano de la Salle, me he embarcado en la iniciativa social del Círculo de la Fraternidad, como expresión de la hermandad universal en la que creo, vivo y proclamo con empeño, el último jueves de cada mes en los espacios públicos.
Vivir con inmigrantes, estos últimos años, es la manera más normal de plasmar mi compromiso por los pobres que vi ejercer en el seno de mi familia. Siendo niño, mi madre, me sirvió de modelo de cómo atender a personas necesitadas, aún sin conocerlas. Pienso que me compró “las gafas” que me hacen ver, sentir, mirar y convivir con los empobrecidos de la familia humana (mis hermanos), a los que, el Dios de Jesús, me pide que les quiera y ayude para que recuperen su dignidad y derechos humanos tan pisoteados e ignorados.
Puedo decir, que estos tres hilos, son los que han ido tejiendo mi vida con sus vaivenes, retrocesos, alegrías, sufrimientos, aciertos, desengaños, satisfacciones,… en cualquier caso, con la conciencia más clara de que el recorrido no ha sido en vano y que el futuro, siempre por hacer, va por buen camino.
Toda esta historia, no sería la misma, sin las personas que se han acercado a mi vida en cualquiera de sus etapas
y allá en donde he estado. Niños, adolescentes, jóvenes y adultos, que habéis dejado vuestra impronta en mi existencia; todavía más, cercanía que espero en el camino que me queda. Por mi parte estaré disponible. Por cierto, aún soy joven, vamos, que el asunto va para largo. En todo caso lo que Dios quiera.

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