BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 5 de junio de 2016

ESTAMOS MATANDO A LA MADRE... Y SIN MADRE, NO HAY HIJOS

En el día Mundial del Medio Ambiente, quiero decir unas palabras de indignación, de propuesta y de compromiso. Y es que no podemos seguir así. No soy catastrofista, pero si no ponemos remedio - todos - esto va a terminar muy mal.
Hace uno años,  hablando de estos asuntos, decía que con el tren de vida que llevo -yo - probablemente podrían vivir unas 20 personas. Los gastos que genero en ropa, alimentación, logística cotidiana, viajes, y sin olvidar los despilfarros, basura-útil, tiempo y recursos desperdiciados. ¡Qué derroche!
En diciembre, tuvimos la última Cumbre del Clima en Paris. ¿Ha servido para algo? ¿Cuántos hombres y mujeres, ancianos y niños, adolescentes y jóvenes, se enteraron? Es más, lo mismos países que firmaron el documento final ¿han tomado medidas contundentes?
Mientras tanto, seguimos contaminando el aire, talando las selvas y los bosques, exterminando especies de animales (por sus pieles, colmillos, carnes, aceites y grasas) ¡Oiga! y no pasa nada. 
Cada vez estoy más convencido, de que los gobiernos tienen sus compromisos que los pueden plasmar en leyes y en medidas legales para defender los ecosistemas y la naturaleza en su conjunto.
No me cabe la menor duda, de que muchas empresas pueden hacer el esfuerzo de controlar la contaminación de la atmósfera y el vertido de residuos, que destruyen tanta fauna y flora en las diferentes partes del planeta.
El problema reside en el estilo de vida que todos deseamos y aspiramos: El consumismo (por cierto desmedido). Naturalmente que hay fábricas que contaminan, pero sin ellas, no tendríamos los productos que, ansiosamente, les compramos. Aunque los más pobres son los que sufren de las consecuencias de todo esto, puesto que lo que acaparamos -sin medida- se lo quitamos a ellos..
A todo el mundo le encanta disfrutar de la naturaleza, lo que no me queda claro es porqué la destruimos, ensuciamos y masacramos el hábitat que tanto valoramos. Nos podemos fijar en las playas este verano, en las montañas que visitamos, en los bordes de la carretera por las que pasamos. Algunos “quieren recoger lo que no siembran”.
En fin, dejemos a los gobiernos, empresas y multinacionales y empecemos a darnos por aludidios.  Cada cual sabe lo que come, lo que viste, la tienda en la que compra, lo que hace cuando va al campo o a la playa. Todos sabemos el derroche o despilfarro que hacemos y malgastamos. Si los millones de personas que habitamos el planeta actuáramos con más ética ecológica, igual, el cambio climático sería posible y la madre naturaleza nos lo agradecería y nos seguiría criando.


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