BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 9 de febrero de 2020

PENSIONISTA SÍ,... JUBILADO NO


En estos días cumplo 65 años. Ya me están diciendo que me voy a jubilar. ¡Y,… me felicitan! En la mentalidad colectiva, cuando se llega a estas edades, se celebra que ya se deja de trabajar. Es verdad que estoy muy agradecido por esta etapa profesional, pero la vida sigue en su horizonte del crecimiento personal y con sus nuevos planteamientos, en sintonía, con los años que se van sumando en esta nueva fase de la vida que me está llegando.
Por eso hablo de pensionista, dado que la sociedad lo entiende como receptor de la pensión que te corresponde a tenor de la vida laboral transcurrida. Pero claro, la  existencia va mucho más allá del trabajo realizado, en mi caso y con mucha satisfacción, como educador en los centros educativos y socioeducativos, por los que estoy pasando.
En este sentido afirmo que no me jubilaré. Me queda mucho por alcanzar. Incluso el tiempo disponible va a ser mucho más amplio para seguir desarrollando, con más hondura y calidad, cualquiera de las dimensiones que configuran mi ser personal.
Por cierto tengo que aprender a vivir sin prisas y sin agobios. Anticipo que me va a costar. Entre otras cosas porque el acento, como hasta ahora, no lo tengo que poner tanto en el hacer, cuanto en el ser. Sin duda un reto.
Aún hay más, se trata del factor determinante que no me permite jubilarme, me refiero a mi condición de seguidor de Jesús de Nazaret. Justamente son ya cerca de 40 años, los que han transcurrido desde aquel septiembre, de 1975, en que hice mi primera profesión como Hermano de la Salle. Mi opción, libremente asumida, de continuar la Misión del Reino de Dios, fue tomada con el compromiso de que durase toda mi vida.
Ahora bien, sí creo que viviré con júbilo, esta nueva etapa de mi vida. Continuar con el Proyecto personal, en todas sus dimensiones y ‘sin la presión laboral’ –intuyo- que me va a relajar y ambientar mejor para seguir desempeñando los compromisos adquiridos, tanto personales como institucionales. La vida interior, el ámbito comunitario, el compromiso apostólico cerca de los pobres, la espiritualidad evangélica,… son otros tantos sueños a la espera de seguir tejiéndolos, en los nuevos tiempos que me estoy adentrando.

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