BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 27 de octubre de 2013

LA MUERTE NOS ESPERA... PARA LLEVARNOS AL MÁS ALLÁ

Decimos que todo tiene solución,.... menos la muerte. Y, de la muerte, tenemos miedo hasta de hablar de ella. Todo el mundo al que le pregunto sobre la muerte, se queda un tanto extrañado; como si el asunto no fuera con ellos. Eso de la muerte, aún, está muy lejos como para preocuparse de ella. Y, sin embargo, está muy cerquita de nosotros, es más, creo que vive con nosotros, forma parte de nuestra existencia.
Ahora viene noviembre, y la visita a los cementerios se hace obligada. Se limpian las lápidas, se adornan las tumbas y, sin querer, se van leyendo algunas de los epitafios escritos a los seres queridos: 'Descanse en paz'; 'Tus hijos no te olvidan'; 'Dios está cuidando de ti'; 'Algún día nos volveremos a ver'; 'Se acabaron tus sufrimientos',...
Desde luego, para muchas personas la muerte es un tabú. No quieren hablar de ella, dicen que les trae 'mal fario'. Todavía existe la práctica de ocultar la muerte a los niños. Cuando un ser querido nos deja, a los hijos, si son pequeñitos, se les lleva a la casa de algún familiar para evitarles 'el trauma' de la experiencia de la muerte. Creo que es una equivocación. Antes o después se tiene que hacer 'el duelo' y, cuanto más se alargue, más traumas tendrán.
De la muerte se pueden plantear muchas cosas, yo me voy a detener en dos: El primer planteamiento es de los que piensan que todo acaba con la muerte. Que no hay nada después de ella. En el segundo se encuentran los que creen que la muerte es un paso a otra vida. Es como una puerta a otra dimensión. Que la vida sigue.
No puedo hablar por las personas que creen que todo acaba en el cementerio. Me imagino que tienen sus razones, que respeto y, además, ni si quiera son obstáculo para que mi relación con ellas, sea como la que tengo con las personas que sí creen en la otra vida. Ya he dicho en otro lugar, que antes de las creencias -con ser muy importantes- están las personas. Y las personas son tan importantes que todas nos necesitamos para realizarnos y ser felices. No me puedo permitir excluir a las personas porque no crean lo que yo creo, porque no piensen lo que yo pienso y porque no hagan lo que yo hago.
Personalmente, me encuentro más cómodo en la situación de una vida futura por venir. Tengo además la conciencia de que la humanidad tiene un final y un final feliz. No tengo la certeza de cuándo será o llegará, pero, desde tal convicción,  me considero un -humilde- colaborador de esa Nueva Humanidad con la que culminará la historia humana. En este sentido me pongo en el mismo camino de las personas que me precedieron, de las personas que en la actualidad caminamos juntas y de las personas que vendrán detrás; porque todas estas personas soñamos con la misma utopía.
Por cierto, todo este asunto no tiene que ver con ser más buenos o más malos. Que unos se salvan y otros se condenan. La vida me viene diciendo que hay ateos muy buenos y creyentes muy buenos. Y que también hay creyentes sinvergüenzas y ateos sinvergüenzas. Por lo que vengo observando, la naturaleza humana, está mucho antes que las creencias, que las ideologías y que las indiferencias, ya que el ser humano las crea y las define después.
Quisiera terminar afirmando que esta esperanza, en una vida futura, la tengo por la fe que me transmitieron mi madre y mi padre, en el Dios de Jesús de Nazaret, que muriendo en la cruz, resucitó al tercer día y, con Él, toda la humanidad.

domingo, 20 de octubre de 2013

DOMUND: FE + CARIDAD = MISIÓN



Mis recuerdos llegan a la infancia y de las imágenes, que se agolpan en la memoria, están las Misiones Populares de los años 60. Nos tocaba, a los monaguillos, anunciar por las calles del pueblo que habían llegado los 'misioneros'. Luego, en los 70, aparecieron las huchas con caras de 'negritos', 'chinitos',... y el paisaje de las calles se coloreaba de multitud de niños de los colegios, con sus huchas en las manos, solicitando la generosidad de los viandantes.
Según van pasando los años, uno se entera del sentido y significado de todas aquellas movidas infantiles y juveniles. Este año, la campaña del DOMUND (DOmingo MUNDial), da en la diana. La palabra clave sigue siendo Misión. Pero es que, además, de forma explícita añaden dos palabras que deben de ser inseparables: Fe y Caridad.
En los últimos tiempos, se habla en la Iglesia, de la Nueva Evangelización. El Papa Francisco, casi sin decirlo, le está dando un notable impulso. Los cristianos estamos convencidos de que el mensaje de la Buena Noticia, el Anuncio del Reino de Dios, sigue siendo una buena alternativa al mundo de hoy y de siempre. Por eso miles de hombres y mujeres se van de su pueblo, de su ambiente familiar, de su país y se lanzan a la hermosa y comprometida aventura, de ser 'voceros' y pregoneros del Reino.
Estos misioneros del siglo XXI, ya no van con espadas o fusiles acompañando a los conquistadores y colonizadores. Hoy llevan palas y carretillas, libros y medicinas, ropa y comida. Decían en una reunión de obispos, en la década de los 70, (algunos mitrados tendrían que leer las actas de aquellas reuniones) que no es posible la evangelización, si antes la Iglesia no apuesta por la justicia en el mundo. Vamos, que de nada sirven los rezos, sacramentos, procesiones,... si antes no se da un compromiso por los empobrecidos, los sin techo, los marginados, (sigan, sigan...)  para que vivan y tengan unas condiciones más humanas y progresen, participando de pleno derecho, en la sociedad llamada del bienestar.
Por eso está bien lo de unir Fe y Caridad. Una fe sin obras, diría el apóstol Santiago, es mera palabrería, (bla, bla, bla) sin contenido. Pablo VI, lo decía de otra forma: lo primero es el testimonio de vida, luego, si te preguntan, vienen las explicaciones. Hoy los misioneros tienen que ser mujeres y hombres afianzados en la FE y, a la vez, comprometidos con la CARIDAD. Caridad, que apuesta por el desarrollo y el progreso de los pueblos empobrecidos.
No se trata de dar limonas, o enseñarles que en la otra vida les irán mejor las cosas. Para eso que no sean misioneros y se queden en sus casas, con sus familiares. Se trata de curar las enfermedades, enseñar a los analfabetos, promocionar a los pueblos, denunciar las injusticias, defender sus derechos pisoteados, construir dispensarios y pozos, dar de comer,... y anunciar la Buena Noticia
Pero no se crean, que estas cosas hay que hacerlas - solo - en los países llamados de misión. No hay que irse al continente africano, por ejemplo; también en Europa (a lo mejor más que en África) es necesario aplicar con todas sus consecuencias esta campaña del DOMUND. Quiero recordar, que Juan Pablo II, cuando vino por primera vez a principios de los 80, nos dijo que España, también era un país de Misión.
Yo creo, que esto de ser misionero, es de todas las personas que nos decimos cristianas. Y que estemos en donde estemos, tenemos que tener en cuenta el mandato de Jesús: "Id y enseñad".