Sin la menor duda que humanizan la ciudad. Habrán observado
que siempre vamos con prisas y veloces. Por eso, cuando se pone el
semáforo en verde, a los dos segundos, se oyen pitidos. ¡Qué fastidio! Y, sin
embargo, el claxon no se oye cuando en los semáforos se hayan estas simpáticas
personas subsaharianas.
La de historias que
tienen que contarnos si nos pusiéramos a tiro. Han cruzado países enteros, incluidos los áridos desiertos que vemos en
las películas, hasta llegar a nuestras tierras. No, no han venido de turistas.
Han venido a ganarse la vida, como lo hacemos cualquiera de nosotros. Su lugar
de procedencia no les da las mismas facilidades.
Su cara sonriente es el
saludo y la presentación cuando te acercas a ellos. Con los dramas y
tragedias que tendrán a sus espaldas y ahí los ves tan alegres. Su simpatía y sonrisa
nos humaniza. Nosotros tan taciturnos, estresados, agobiados, con ganas de
llegar y tan preocupados por todo, a lo mejor hasta nos molesta verles tan alegres.
¡Qué contrastes!
Es verdad que no
están contratados. Pero que me digan
si no es trabajo estar toda la mañana, con sol o con lluvia, al pie del cañón. Es
bonito verles saludar a la gente que vamos en los coches, nos conocen y a todos
nos tratan con amabilidad. Y es que las rutinas nos hacen pasar por los mismos
sitios. Ya te alegran el día.
Con todos los que he
hablado, pues tengo la suerte y la ocasión de poder hacerlo, me constatan
las mismas cosas. Están contentos de estar entre nosotros. No quieren meterse
en problemas, pues, han venido pensando no solo en su futuro, sino en el de
toda la familia que dejaron. Y muchos de ellos utilizan la tarde para formarse
y mejorar su situación.
Las personas negras
nos humanizan. Para el que quiera verlo, su presencia nos hace relativizar
muchas de nuestras historias cotidianas. El hastío que impregna nuestras vidas,
quedaría neutralizado si participáramos de sus sueños y esperanzas que les han traído
a nuestras tierras (que también son las suyas) o es que el planeta tierra es solo
nuestro.
Sus ganas de vivir,
el esfuerzo y sacrificio que les ha supuesto el llegar a nuestras ciudades, es todo un reto para nosotros y
nuestras vidas tan cómodas y ‘aburguesadas.
Nos enseñan, para el que quiera verlo, que se puede vivir con menos
cosas y con menos complicaciones. La vida es más sencilla, más simple.
Bastantes de ellos, no se conforman con sobrevivir de 'su trabajo' en los semáforos; les preocupa su formación, asisten a cursos de carácter profesional, estudian aunque les cueste; lo de los semáforos es temporal, desean progresar y promocionarse y por eso ponen los medios.
Sí, sí, ya me dirán
que han venido por lo que han visto en nuestras ciudades, pero ellos que
llevan tiempo con nosotros, también saben lo que se ‘cuece’ por estas tierras y
distinguen muy bien lo que les interesa para conseguir sus sueños. No lo
olvidemos su cultura, sus valores, su identidad africana tiene mucho que
ofrecernos y darnos. Compartir lo mejor de cada uno es la ocasión que tenemos
para enriquecernos todos.
Igual les tenemos que
estar muy agradecidos y decírselo; sería la manera de reconocer todo lo que nos
aportan y nos dan, cada día, cuando nos saludamos por las mañanas al acercarnos
a los semáforos.
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