Que conste que no me invento la pregunta. La he escuchado en los patios del cole; justo, son los que lo tienen más claro. En estos días están dando las notas y el alumnado va tomando posiciones en sus casas. Empieza, pues, una intensa vida familiar. Para unos gozosa, para otros problemática; para aquellos esperadas y necesarias y, para bastantes, inexistentes.
Sin duda los niños son los que más las desean y disfrutan. En los calendarios de las aulas, aparecen tachados los días para ver, bien claro, los que faltan para que el ayuntamiento quite las calles que van a las escuelas y colegios. ¡Qué bien las vacaciones! Al final terminan aburriéndose de las mismas; antes, eso sí, han aburrido a toda la familia.
Como a nadie le amarga un dulce, las vacaciones, vienen muy bien a toda la gente. Sean muchos o pocos los días que se dediquen al descanso y asueto, todas las personas deberíamos disponer de ellos como un derecho innegociable. La vida que llevamos, pequeños y grandes, jóvenes y mayores, precisan de un tiempo de ruptura con la rutina de la vida cotidiana, que nos relaje, renueve y revitalice. Para eso están los días de receso vacacionales.
Personalmente ansío unos días de holganza, de ocio y tiempo libre; de ruptura con lo que se hace durante todo el año; en mi caso es con la familia y en el pueblo donde alcanzo, con intensidad y agrado, la complicidad y espacio para estos asuntos.
También es verdad que las agencias de viaje, no dan abasto en esta época del año. Visitar países, ciudades, montañas, playas,… se hacen necesarias para llevar con éxito las vacaciones veraniegas. Para mucha gente la lectura y escuchar música; visitar museos o ir al teatro constituyen actividades culturales, que privilegian en esta época del año.
Pero todo en el monte no es orégano. Hay muchos niños, jóvenes y ancianos, en fin, familias enteras, que no disfrutarán de tales vacaciones estivales. Los recursos económicos no se lo permiten. Lamentablemente se tienen que aguantar; quedarse en casa y conformarse, con más de lo mismo y con la probable tensión por vivir en espacios más reducidos a los del colegio, en el caso de los chicos.
Por los foros que me voy moviendo, sé de familias que lo pasan mal. Hay quien se queda en paro, encima que el trabajo escasea, para quedarse con los hijos. Y hay familias que dejan en la casa a su prole, sola, porque no se pueden permitir dejar el trabajo y no tienen medios para pagar a ‘los canguros’. El pez se muerde la cola y unos y otros lo pasan mal. Todo esto cuando las vacaciones tendrían que ser un desahogo y alivio para todos.
Pero también el verano es tiempo para la solidaridad. No faltan asociaciones, ONGS, instituciones muy variadas que organizan campamentos, campos de trabajo, excursiones, para embarcar a muchos chavales que, de otra forma, no tendrían oportunidad para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y esto, gracias a Dios, se va extendiendo por muchos lugares.
En fin, desde esta ventana dominical, les deseo unas felices y descansadas vacaciones. Y que cada cual vea, si tiene y dispone de tiempo, para poder contribuir a las vacaciones que, como hemos visto más arriba, no les es fácil tenerlas a otras personas.
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