Este blog pretende ser la ocasión - de facilitar el encuentro - que genera y crea convivencia, amistad, confianza, tolerancia, respeto... entre quienes habitamos en esta "Aldea global".
Por las mañanas me gusta pasear temprano. Tengo la suerte de vivir en una zona en la que el campo está cerca y hay muchas zonas ajardinadas. ¡Qué gozada! Uno de mis placeres es saborear el frescor de la mañana. Me gusta madrugar. Según caminaba disfrutaba de una agradable sinfonía de colores, de olores y del trinar de los pájaros. Hoy es domingo, imagínense, las calles apenas sin coches, con algunos ciclistas y, para completar el paisaje, simpáticas personas paseando a sus perritos. Lo único es lo de la mascarilla.
En esta época también da gusto ir por los campos. Se ven como extensísimas alfombras de color verde. De hecho la cebada y el trigo ya están con sus tallos largos y sus espigas cuajándose. Estas tierras andaluzas siempre van por delante. El colorido de la madre naturaleza es generoso y bello. Y no digamos nada de sus delicados y agradables olores. La esperada primavera es acogida con júbilo y alegría, después de un invierno austero y frío. Así, la explosión de vida primaveral, nos llena el ambiente rutinario de la desnudez invernal.
Los caudalosos ríos transportan la savia nueva, que la copiosa lluvia y nieve, fueron regando en cumbres, llanos y montañas. El agua que es la vida, nuestra vida, sigue dando vida allá por donde pasa. Da gusto ir a la montaña y ver las espectaculares cataratas que se forman en algunos rincones de los ríos que bajan aceleradamente de las alturas. Algunas imágenes son espectaculares. Numerosos poetas han cantado y cantan a la primavera, parecería que es la estación anual que mejor alberga el espíritu humano.
No, amigos, no se
trata de hacer de cronista, de la infancia esclavizada en la Edad
Media. Se recurre a la historia para aprender de ella, pero no es el caso. En
esta ocasión, mi reflexión es de escandalosa y rabiosa actualidad.
El lamentable origen, de este día Internacional
de la infancia esclavizada, es muy reciente: El 16 de abril, de 1995, las
mafias textiles dedicadas a la explotación infantil, asesinaban a un niño
pakistaní, de 12 años, su nombre: Iqbal Masih.
Iqbal Masih, pese a su corta edad, había
denunciado la situación de esclavitud en la que estaban él y numerosos niños,
haciendo alfombras, para las mafias que acabaron teminando con él. Empresarios
sin escrúpulos que no piensan en nada más que sus propios intereses y no miran
por los demás, aunque sean niños y niñas... pobres.
La realidad denunciada es que tanto
en Eurasia, como en América y en África, hay millones de niños esclavizados.
Desde su más tierna infancia (con cinco añitos, casi es tarde para empezar a
explotarlos)son llevados a las minas, a los campos, a empresas de todo tipo:
calzado, ropa, material deportivo,... cualquier oficio es bueno para que
abandonen su ¿hogar?, su ¿familia?, la ¿escuela?, sus juegos,... y se pongan a
trabajar 8, 10 ó 15 horas diarias. ¡Hay que ganarse la vida! Pero
de qué vida estamos hablando.
Este día es la ocasión, para recordar con indignación, a los muchos chicos
y chicas que son reclutados, como guerrilleros, en los conflictos
bélicos que organizan sus padres, sus políticos, las multinacionales, en definitiva,
los adultos que deberían responsabilizarse de su buena educación y crecimiento
como personas.
También es el día para denunciar, con rabia, la explotación que numerosas niñas,
desde su más tierna infancia, son "vendidas" al comercio del sexo-turismo
y la prostitución infantil. ¿Cómo será su futuro? No es difícil imaginárselo.
Por cierto, todo esto es un negocio que mueve en el mercado millones y millones
de euros, dólares,... y, sin la menor duda, los promotores son abogados,
políticos, empresarios, familiares, banqueros, mafiosos, etc, etc. Mala
gente en su conjunto.
Niños y niñas, adolescentes y
jóvenes, que son explotados, esclavizados, vendidos, secuestrados. Les han
robado la infancia, la escuela, su eduación, sus juegos, sus travesuras, sus
derechos, en definitia, su dignidad como personas.
Las estadísticas nos hablan de cifras escandalosas: más
de 400 millones de niños hasta 14 años, de los cuales en torno a
130 millones, tienen, como mucho, 5 añitos. Para una mejor actualización de
todos estos datos, el vienes que viene, 16 de abril, nos los dirán mejor, las
televisiones, la prensa, y las redes sociales.
A veces me pregunto, ¿qué me aporta
a mí tanta miseria humana y explotación infantil?: ¿Calzado y ropa?, ¿Material
deportivo?, ¿Petróleo, cacao, café? ¿Por eso necesitamos el comercio justo? Les dejo la posibilidad de hacerse más preguntas.
No olvidemos que
formamos parte y también nos beneficiamos del sistema económico -cada vez más
globalizado- que permite todos estos abusos, sobretodo, cuando se miran más los
beneficios económicos que los valores éticos de las personas, en este caso de
la infancia.
¿En qué medida nuestro bienestar
(directa o indirectamente) no está afectado de toda esta historia?
Sí, Jesús ha resucitado, y la Fe cristiana se basa en esta contundente afirmación. En su primer discurso, el apóstol Pedro, proclama: “A Jesús lo resucitó Dios y todos nosotros somos testigos” (Hch 2,32)
Sin la resurrección de Jesús de Nazaret, no existiría la Iglesia, no habría cristianos, no funcionarían las parroquias, las escuelas católicas, ni existirían las distintas instituciones y ONGs, relacionadas con el cristianismo, como Caritas y Manos Unidas… En este sentido, Pablo, dijo: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14).