BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 28 de octubre de 2018

LOS SANTOS DE HOY: ABUELOS, PADRES Y JÓVENES



Dentro de unos días celebramos la festividad de todos los Santos. Dando vueltas al asunto, me he preguntado por quiénes son los Santos de hoy y cómo los detectamos. La verdad, no me ha resultado difícil la respuesta. Una vez que se da con la clave de la santidad todo viene de mano. Un día dijo Jesús: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos". ¡Ya está! Aquí tienen la clave.
Nos acostumbraron, desde pequeños, a ver a los Santos y Santas en los altares de la Iglesia. Siempre subidos en plataformas, como viviendo en los aires. Así, claro, cualquiera alcanzaba la santidad. Y si en catequesis nos contaban sus historias, tan extraordinarias, quedábamos 'enganchados' por su buen hacer, no nos cabía la menor duda eran verdaderos héroes. Así cualquiera llegaba a ser santo. Nosotros tan míseros, 'empecataos' y rastreros. ¡Imposible alcanzar los altares!
Hoy veo las cosas de otra manera y, agradezco a Dios, la nueva mirada que me ha dado. Cuando uno mira con atención a las personas, ve muchas cosas sorprendentes. Por eso estoy convencido de que cuando hablamos de los santos y santas de hoy, no hay que mirar hacia los altares. Basta mirar a nuestros vecinos, a las personas que están en las calles o plazas y, por supuesto, en nuestros hogares.
Muchos abuelos, padres y jóvenes, dan la talla de la santidad. Son verdaderos ejemplos de 'dar la vida por los demás'. Son los Santos de hoy. Tanta entrega, tantos sacrificios, tanto amor derramado y desinteresado,... Sí, sí, ya sé que tienen su defectos y limitaciones; que se enfadan y cabrean, que meten la pata de vez en cuando, que algunas veces son pesados y molestos,... ¡Vamos! que los Santos de los altares eran ángeles. Lean, lean sus biografías y ya me contarán.
Los abuelos y abuelas, no son santos por lo que hacen con sus nietos. Fueron jóvenes, tuvieron hijos, formaron una familia. Su amor no les evitó desvelos. Días y noches dieron su vida por mantener viva la pareja, por criar con ternura y cariño a sus hijos. Llevaron con responsabilidad su trabajo y obligaciones. Y  ahora con la mochila llena de buenas experiencias, siguen repitiendo la faena con sus nietos. ¡Cuánto quieren los nietos a sus abuelos! Les devuelven lo que ellos, día tras día, les dan. Enfados, claro que hay, pero alegrías y satisfacciones muchas más. Todo lo empaña el amor que se tienen. ¿Alguno no ve la santidad que se palpa cotidianamente?
La santidad de muchos padres y madres reside en lo que son. Ya la ilusión del hijo que viene se traduce en preparativos y alegría para la familia. El amor empieza a dar sus frutos. Aquí lo de dar la vida por los hijos, se 'masca' las 24 horas. Ya lo he dicho en otras ocasiones, la vida en familia es la expresión del amor más nítida. En la salud o en la enfermedad, siendo niños, adolescentes o jóvenes, toda la historia familiar, es verdadera historia de amor. Todos podemos poner ejemplos cercanos y propios de esta realidad amorosa, aunque haya que pedir, de vez en cuando, perdón. Cuántos desvelos, cuántos problemas y conflictos, la vida misma. Pero esto mismo configura la santidad.
Y muchos jóvenes, desde su rebeldía, también nos muestran su santidad. Bueno, para empezar son hijos y nietos de santos. Ya se sabe, 'de tal palo tal astilla'. Todo se pega. Claro que hay de todo como en botica o en la 'viña del Señor', que se diría. Pero miren llevo toda mi vida relacionándome y viviendo con jóvenes, todo un ‘lujazo’. No hablo de memoria. La experiencia me lleva a la conclusión de que los jóvenes también son santos. Claro que tienen sus diabluras y travesuras, en ocasiones se apartan del camino; pero cuánta entrega y generosidad en sus acciones voluntarias, cuántos sueños y utopías desgranan por donde están, cuánta ilusión desbordante por vivir, aunque sea con rebeldía.
No soy iluso, no creo que la maldad predomine sobre la bondad. Creo que el Proyecto de Dios no es un fracaso, al revés, el bien se va extendiendo. La santidad de sus hijos, ¡porque somos sus hijos! prevalece. Sí con problemas y dificultades pero el amor de Dios sigue en nuestros corazones.
¡¡¡FELICIDADES A TODOS LOS SANTOS Y SANTAS DE HOY!!!





domingo, 21 de octubre de 2018

LA VERDADERA REVOLUCIÓN HUMANISTA, QUE NOS HACE MÁS HUMANOS



"México, por humanidad, déjanos pasar" Con las imágenes que estamos viendo, esta frase es muy fuerte y muy dura. Por eso hoy quiero recordar la importancia de apostar por ser más humanos. Porque la verdadera humanidad a la que aspiramos es una conquista. Requiere una revolución, pero la de verdad. El asunto viene de lejos y quiero engancharme a la historia desde la época romana.
Los romanos, lo tenían muy claro y hablaban de los bárbaros como seres inferiores, casi salvajes... Parecería que los romanos habían llegado al grado sumo de la civilización, e l caso es que se creían  herederos de los griegos, que sí estaban civilizados. Ya sabemos cómo se disolvió el imperio.
Con los franceses y su revolución de finales del XVIII, se creyó que estábamos en los umbrales de la liberación humana: el Antiguo Régimen había fracasado. Al grito de libertad, igualdad y fraternidad se abrían las puertas de la ilustración, etapa definitiva de la historia. No pasaron 40 años y volvían las aguas a su cauce. No obstante de aquellos "polvos" nos vino, ¡ahora sí! la liberación final: la revolución rusa de 1917. Era la solución esperada desde los albores de la humanidad ¡qué ciegos!, con el comunismo y su sociedad sin clases, llegaría la humanidad a la plenitud. Bastaron 70 años para que con la caída del muro de Berlín, se disolviera y desmitificara el paraíso terrenal que nos vendría con el socialismo real.
Total que con tantas revoluciones hemos conseguido muchas guerras, muchos muertos, muchos fracasos y pocos cambios (digo pocos) porque ciertamente creo que con tales revoluciones la humanidad ha progresado y, sin ellas, me sigo reafirmando, la conciencia que tenemos actualmente de la historia y de la misma humanidad, no sería la misma.
Pero sigue pendiente la verdadera revolución. La revolución que llamo humanista. La revolución que humaniza al ser humano. Me uno a las muchas personas, creencias, movimientos sociales,... que creen en el ser humano, que creen en las personas, en cada hombre y cada mujer, como sujetos portadores de dignidad y derechos/deberes, que les hacen libres, iguales, fraternales y, por eso mismo, solidarios, pacíficos, tolerantes, respetuosos con los otros y dialogantes hasta la misma extenuación, si fuera necesario.
Las diferentes crisis nos ponen de manifiesto y con toda crudeza, la realidad de siempre: Ricos y pobres, guerras, hambre, inmigración,... La sociedad del bienestar social sigue siendo el privilegio de unos pocos, mientras que una inmensa mayoría se ha quedado a las puertas y, bastantes seres humanos, ni si quiera vislumbran "las torres más altas de la ciudad".
Si las revoluciones que hemos tenido en la historia han fracasado, simplemente es, a mi modo de entender, porque tales revoluciones no han estado bien planteadas. La igualdad, la fraternidad y la libertad, no se imponen a la fuerza. No se matan a millones de personas para que se hagan realidad... ¡ahí tenemos la historia!
Buda, Confucio, Jesús, Gandhi, Teresa de Calcuta,... y tantas mujeres y hombres que ni siquiera la historia les ha dado un nombre, han creído en otra revolución: la que parte del interior de la misma persona.
Jesús de Nazaret, al iniciar su misión, lo único claro que proclama es "Convertíos y creed en la Buena noticia".
La revolución empieza por uno mismo: la única "violencia" que se acepta en esta revolución, es la que ejerce en su ser más íntimo cada persona... cuando se esfuerza cada mañana en ser más ella misma, cuando intenta superar sus contradicciones, cuando se perdona, se acepta tal y como es, cuando partiendo de su fragilidad entiende la fragilidad de los demás, cuando disfrutando de sus cualidades y valores se alegra de los valores y cualidades de los demás, cuando ofrece sus manos para dar y recibir... entonces el perdón, la superación, el amor, la entrega, la misericordia, la paz, la amistad aparecen como pequeños retos cotidianos que nos van humanizando, nos van configurando como personas, como hombres y mujeres en libertad, igualdad y fraternidad. Así estaremos preparados para ser solidarios y construiremos un mundo mejor entre todos.

Cuando esto llegue a ser así, igual los migrantes de Honduras, las personas que saltan las vallas en Ceuta o Melilla no tendrían tantas dificultades para vivir con dignidad su humanidad.


domingo, 14 de octubre de 2018

¿QUÉ ES LO PRIMERO EN MI VIDA Y QUÉ CENTRA MI EXISTENCIA?

Estamos tan dispersos en el mundo de hoy, que no es fácil distinguir entre lo fundamental y lo secundario en la vida, o bien, entre lo que ocupa el primer lugar de mis prioridades y lo que está en quinto o sexto lugar.  Si tal vez esto no está tan claro en cada persona, imagínense cuando nos juntamos con los que nos rodean y vivimos cada día,... como para ponerse de acuerdo.
Aquí lo que echo en falta es un trabajo personal. Pararse del tren cotidiano y dedicarnos un tiempo a nosotros mismos. Tano nos acapara lo que nos rodea desde la familia, pasando por el trabajo o el paro, y llegando hasta las redes sociales con lo que nos entretienen y dispersan, que nos justificamos que no tenemos tiempo para lo que, sin embargo, es lo central y rige nuestras existencias.
Te invito a tomar una silla o butaca cómodas. Después a dejar el móvil en otra habitación, apagar la tele, el ordenador o la radio. Ayuda a crear silencio, los ruidos propios de la nevera o el trinar de los pájaros, si está la ventana abierta. Una vez que te vas relajando con una respiración pausada y desenganchando de todo lo que te distrae, entonces, te invito a centrarte en la verdad de ti mismo.
Ya te adelanto que este ejercicio no te va a resulta fácil. Entre otras cosas porque no estamos acostumbrados. Pero todo se aprende. Si puedes, tómate en serio este rato que te vas a dedicar. Ya sé que oyes los gritos de los niños, que te acuerdas de algo que debes hacer mañana sin falta, aún así, desentiéndete. No es fácil, te lo aseguro; pero si persistes el entrenamiento, terminará dando óptimos resultados.
El asunto está en descubrir qué mueve y motiva mi vida. ¿Dónde estoy poniendo los acentos de mi existencia? ¿Qué justifica que haga tal cosa y rechacé tal otra? Porque, ¿tengo una escala de prioridades a la hora de tomar una decisión, aunque sea la de salir a la calle? ¿Qué llamadas escucho y trato de dar respuestas? Porque:

No es lo mismo que te anime la política, o que sea la corrupción
No es lo mismo que te ilusione el bien común, o que sea la economía especulativa.
No es lo mismo que te impulse el consumo responsable, o que el consumismo
No es lo mismo que te preocupen las personas, o que sea una ideología
No es lo mismo que sea o el amor sincero, o que el placer hedonista,
No es lo mismo que te motive la solidaridad, o que sea el egoísmo
No es lo mismo buscar la verdad, que ser un mentiroso
No es lo mismo la actitud de ser honrado, o que uno sea deshonesto
No es lo mismo que te mueva la fe, o que sea el ateísmo
No es lo mismo que te impulse la amistad,  o que sea el qué dirán
No es lo mismo que te anime el respeto, o que sea la intolerancia
No es lo mismo que te atraiga la paz, o que sea la violencia

Y no es lo mismo ser una veleta, o que ser un faro. Me temo que hay muchas veletas y pocos faros.

domingo, 7 de octubre de 2018

RECUPERAR LA VOCACIÓN DE LA FAMILIA CRISTIANA

Me indigna, cada vez que en la Celebración Eucarística, llega la Oración de los fieles y se pide por las vocaciones: sacerdotales, a la vida religiosa y misionera, entonces, me dan ganas de levantar la mano y decir en voz alta... ¡y por la vocación a la Familia Cristiana! La verdad es que, la vocación a la familia cristiana, aún no ha llegado a la mentalidad clerical y jerárquica que tenemos en la Igesia.
La relación de Vocación y Seglares está por descubrir. Pero tranquilos que todo llegará. Parto de que hay una única Vocación Cristiana: el Seguimiento a Jesús, y han sido llamados a ella todos los bautizados. Por consiguiente de la vocación cristiana participan todos los bautizados: tanto los paisanos de mi pueblo, los misioneros del Congo y las mujeres mexicanas, como los sacerdotes de Roma, los jóvenes filipinos y las monjas que están en la selva amazónica.
La familia cristiana, que surge con el Sacramento del Matrimonio, es de pleno derecho una Vocación Cristiana. Cuántos hombres y mujeres son llamados por Dios, para ser signo de su amor para cuantos les rodean. La Familia cristiana es, sin la menor duda, la mejor referencia y modelo para la evangelización de esta sociedad en la que vivimos. Para empezar, la relación de la pareja y la crianza de los hijos son, de por sí, un ejemplo y alternativa, para el resto de las familias que les rodean.
Claro que en la Iglesia hay vocaciones específicas, es decir, diferentes maneras de vivir el seguimiento de Jesús. Lo bueno de esta riqueza y pluralidad vocacional es que se complementan y se necesitan para que la Iglesia entera (Pueblo de Dios) sea signo del amor de Dios para el mundo de hoy.
La familia cristiana es la mejor embajadora, en la sociedad plural que vivimos, de los valores del Evangelio. No olvidemos, que sus miembros, están inmersos en la sociedad, forman parte de la misma, pero con un proyecto de vida diferente. Lo de sal y luz del evangelio, la familia cristiana, tiene la suerte de vivirla en plenitud. De ahí, que en la Iglesia, tiene que haber una atención especial hacia ella.
Pero ya sabemos, una iglesia jerárquica en la que, un grupo mironitario (sacedotes, religiosos y religiosas), se ponen por encima de la inmensa mayoría, no va a estar por la labor. Son muchos los privilegios que perderían.
Poner el foco de atención en la familia cristiana, sería un acierto. Ya se están dando pasos. Son muchos los seglares que están reivindicando su papel en la Iglesia. No quieren ser más que nadie, pero tampoco, menos que nadie. Cuánto ganaríamos todos, si en la Iglesia, las vocaciones fueran menos rígidas. ¿Imaginan a hombres y mujeres que pudieran animar y presidir la Celebración de la Eucaristía? ¿Que pudieran estar casados? Estaríamos planteando este asunto de otra manera.
Mientras que llega la nueva situación, la familia cristiana tiene mucho que decir, tanto para la iglesia, como para la sociedad. Fijense, la familia está presente en las parroquias, en las empresas, en los hospitales, en los movimientos eclesiales, en las escuelas, en los barrios, en los lugares de ocio y tiempo libre,… Es en esos lugares en donde dan testimonio de los valores del evangelio. Ellos son los privilegiados de estar y vivir, en la vida cotidiana, con tanto hombres y mujeres, que a lo mejor, no conocen la Buena Noticia de Jesús. ¡Vaya que si su vocación es tan significativa y necesaria!
No olvidemos que en los origines del cristianism, la fe se celebraba y transmitía en las familias. Volvamos a releer el Nuevo Testamento.