Pues sí, soy conservador,
de lo cual no me avergüenzo. A estas alturas de la vida, pues algunos años
voy teniendo, parece que las cosas van ocupando su lugar y cobrando su sentido.
Estos días me he dado cuenta de que soy conservador ¡Menos mal!
Resulta que conservo la lengua, que
me enseñaron en la familia y con la que me puedo comunicar y hablar.
También conservo la educación y
las enseñanzas, que me inculcaron en el ámbito familiar y escolar.
Aún conservo muchos de los
valores que recibí en mi pueblo hasta los doce años, dado que las circunstancias
de la vida, me llevaron a Granada a estudiar.
Todavía conservo algunas
costumbres y hábitos que inicié y practiqué desde mi infancia y que añadí a
lo largo de la adolescencia y juventud.
Es más, conservo la fe, que
me transmitieron mis padres y que tanta influencia ha tenido, hasta el punto de
elegir un camino que da total sentido a mi vida.
Y las amistades que conservo, algunas en torno a los 50 años, han ido curtiendo mi existencia y haciendo que el camino de la vida no lo hiciera en solitario.
Y las amistades que conservo, algunas en torno a los 50 años, han ido curtiendo mi existencia y haciendo que el camino de la vida no lo hiciera en solitario.
En fin, no creo que quepa la
menor duda de que soy conservador. ¡Y a mucha honra! Porque son muchas las
cosas fundamentales que son constantes desde que nací.
Por lo demás, conservo la convicción de que todo se aprende. Todo
se renueva, todo cambia, que nada permanece fijo para siempre. Viendo el álbum
de fotos me reconozco tanto en las de mi más tierna infancia, como en las
últimas de estos días en una boda. Soy el mismo, conservo mi identidad pero he
cambiado mucho, muchísimo.
La misma lengua castellana que aprendí en mis primeros años y con
las que mis padres se alegraron al oírme hablar, ha ido evolucionando, enriqueciéndose;
han aparecido nuevas palabras, he ido evolucionando en mis comunicaciones,
manejo un poquito mejor la lengua. Leer, incluso escribir, me sirven de mucho.
Conservo la lengua pero no me quedé solo con la que enseñaron en la infancia.
Qué os voy a decir de la buena educación que me dieron mis padres,
vaya que si la conservo, y además les estoy muy agradecido. Pero eso no quita
que la haya mejorado y completado en mis muchos encuentros y relaciones con los
muchos hombres y mujeres que me he ido relacionando a lo largo de la vida. Aún
hoy sigo mejorando mis buenas maneras ante los demás.
Unos buenos cimientos fueron los valores recibidos en mi infancia:
familia, escuela, parroquia; es verdad que algunos quedaron obsoletos y que otros
los he ido puliendo, corrigiendo, pero también he tenido margen para completar,
incorporar porque me enseñaron de la importancia que tienen para la propia
existencia. Otro tanto puedo decir de las
costumbres y hábitos que fueron configurando mi propia identidad personal
Y no digamos nada en cuanto a la fe se refiere. En mi caso, ha sido
la fe la que ha ido configurando todo mi existir. Aquella fe sencilla que me
transmitieron mis padres, se ha ido convirtiendo en una fe adulta que me ha
llevado a una opción de vida, que con sus más y sus menos, me está ayudando a
realizarme como persona, a estar con los demás aportándoles lo que soy, y así tratar
de ser más felices juntos.
Porqué será quie nos vamos haciendo mayores y recordamos con agrado, mejor aún, nos gusta estar en las fiestas del pueblo que vivimos en la infanica, participar en fechas memorables, hablar con las personas que nos vieron crecer; en el fondo queremos conservar nuestras raices y, para nada, deseamos olvidarlas.
Porqué será quie nos vamos haciendo mayores y recordamos con agrado, mejor aún, nos gusta estar en las fiestas del pueblo que vivimos en la infanica, participar en fechas memorables, hablar con las personas que nos vieron crecer; en el fondo queremos conservar nuestras raices y, para nada, deseamos olvidarlas.
Las ‘raíces’ de mi infancia alimentan el ‘árbol’ que hoy soy.
Quiero seguir siendo conservador, entre otras cosas, porque no renuncio a nada
de lo que me transmitieron desde que nací. Es verdad que de vez en cuando hay
que podar, pero el árbol será más frondoso cuantas más y profundas raíces
tenga.
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