BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ
UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 28 de junio de 2020

YA NO PRETENDO SER PERFECTO


No es fácil hablar de uno mismo. Sin embargo nos faltan palabras para hablar de los demás. A menudo puede ocurrir que lo que vemos en los demás, resulta, que es el reflejo, mejor, el espejo en el que se refleja nuestra propia realidad. Al final somos muy parecidos, eso sí, con pequeñas variaciones. Es lo que tiene pertenecer al colectivo de los seres humanos.
He tenido épocas en mi vida, que buscaba obsesivamente la perfección.  Yo lo pasaba mal, porque no la alcanzaba, y los demás sufrían las consecuencias por mi rigidez y exigencias. Pero eso ya pasó y no es plan de regodearse en el pasado. Bueno, siempre quedan algunos flecos por recortar. Es ley de vida, por lo que me dice la experiencia.
Otras cosas son los 'clichés' que te hacen los que te rodean: te siguen viendo igual, para ellos no cambiamos, pero claro, lo mismo me ocurre a mí con relación a ellos. Este es un círculo que se va rompiendo en la medida que nosotros vamos cambiando y aceptamos, por consiguiente, que los demás también cambian. No obstante la experiencia me dice que eso de cambiar-se, algunas personas, se lo toman más en serio que otras.
Todo este asunto tiene que ver con el llamado crecimiento personal. Aunque a decir de verdad, no siempre estamos convencidos de dicho crecimiento. Echando una mirada a mi propia historia, tengo etapas en la vida en las que no siempre he estado por la labor. Influencias internas (que nacen de mi interior) e influencias externas (que me vienen de los demás), contribuyen a la paralización, a la pereza existencial, a seguir como estoy; en fin, me digo a mí mismo, para qué complicarse la existencia.
A veces, suele coincidir, que cuanto más exijo a los demás, menos me exijo a mí mismo. Y cuanto más me exijo a mí mismo, más compresivo soy con los demás, porque experimento lo que cuesta dicha exigencia y entiendo que cada cual tiene sus procesos.
¡Qué poco nos ayudamos a crecer unos a otros! ¡Cuánta felicidad desperdiciamos! Tal vez evitamos decir las cosas a los demás, porque no estamos ni preparados ni dispuestos a que los demás nos cuenten la versión que tienen de nosotros mismos. ¡Qué lástima!
En el lenguaje cristiano hablamos de corrección fraterna. Es la oportunidad que nos damos para decirnos las cosas buenas que nos vemos y nos alientan y, también, para comunicarnos aquellas cosas que debemos mejorar, porque sabemos que mejorándolas nos harán felices a todos.
Mi experiencia me dice que no hay mucha confianza para decirnos las cosas. Hablar de fútbol es fácil, discrepar de la política está en el ‘guion’, pero adentrarnos en interioridades... es 'top secret'. Además, como dice el refrán, "que cada palo aguante su vela". ¡Quién te manda meterte en mi vida!
Claro que la perfección es imposible, pero saber convivir, aceptar, asumir "las imperfecciones" es un arte. Y, mejor todavía, disponerse a superar todo aquello que dificulta mi camino -sabiendo que totalmente no lo voy a superar -  es el arte en plenitud. Esto se llama aceptar la realidad y asumirla.
Cada vez entiendo mejor lo de "Amar a los demás como a uno mismo" Creo que dejarse llevar por los acontecimientos, o tirar la toalla o vivir 'perezosamente' no es el camino más oportuno. Más bien afrontar y confrontar la propia vida es el camino más seguro, aunque sea más difícil, para caminar al lado de los demás disfrutando – mutuamente - de la vida.

Por cierto este verano, durante las vacaciones, aunque un poco atípicas, además de divertirse, pasarlo bien, disfrutar de la familia o ir a la playa... dedicarse un poquito de tiempo para estos menesteres no vendría mal, mejor, no me vendría mal.

domingo, 21 de junio de 2020

¿CÓMO VA EL ASUNTO DE LAS VACACIONES ESTE VERANO?

La verdad es que no me invento la pregunta. Los medios de comunicación y las redes sociales, la están planteando estos últimos días. Sin embargo, no todas las familias van a dar la misma respuesta. Esto de la pandemia  ha dejado tocado a muchos hogares. Mira por donde, los pueblos están siendo los espacios más anhelados para pasar, unos días diferentes, a los vividos durante el confinamiento. Pero, siendo verdad que las vacaciones son necesarias, para bastantes familias, no están en sus planes.
Aun así, las vacaciones, vienen muy bien a toda la gente. Sean muchos o pocos los días que se dediquen al descanso y asueto, todas las personas deberíamos disponer de ellas como un derecho innegociable. Y más, después de unos meses que hemos estado confinados en nuestras casas. Ahora más que nunca, la vida que hemos llevado, pequeños y grandes, jóvenes y mayores, precisamos de un tiempo de ruptura con la rutina de las cuatro paredes, que nos relaje, renueve y revitalice. No va a ser fácil.
Personalmente ansío unos días de holganza, de ocio y tiempo libre; de ruptura con lo vivido estos últimos meses. Vivir en un Hogar de acogida de jóvenes, muy buena gente todos ellos, hace necesario el distanciamiento físico, de unos y otros. Es verdad que con todas las precauciones y responsabilidades que se deben tener en cuenta, pero con el convencimiento de que es un bien para todos.
Aunque las cosas no pintan bien, muchas familias sí van a disfrutar, tal vez, no todos los días que desearían, de unos días de vacaciones. Las necesitan como todos, pero tienen la suerte de disponer los medios para irse fuera de su casa,  ya sea al monte, a la playa, al pueblo e incluso al extranjero. Desearles lo mejor y agradecerles su contribución a mejorar la economía de todos.
Pero todo en el monte no es orégano. Hay muchos niños, jóvenes y ancianos, en fin, familias enteras, que no disfrutarán de tales vacaciones estivales. Los recursos económicos no se lo permiten.  Lamentablemente se tienen que aguantar; quedarse en casa y conformarse, con más de lo mismo y con la  probable tensión por vivir en espacios más reducidos, como lo vienen haciendo de manera intensa desde marzo. Precisamente estos niños necesitan alternativas. No pueden seguir así hasta septiembre.
Por los foros que me voy moviendo,  sé de familias que lo pasan mal. Hay quien se ha quedado en paro, viviendo esta situación con los hijos. Y hay familias que dejan en la casa a su prole, sola, porque no se pueden permitir dejar el trabajo y no tienen medios para pagar a ‘los canguros’. El pez se muerde la cola y unos y otros lo  pasan mal. Todo esto cuando las vacaciones tendrían que ser un desahogo y alivio para todos.
Pero también el verano es tiempo para la solidaridad. Aunque este año hay muchas restricciones, no faltan asociaciones, ONGS, instituciones muy variadas que organizan ‘Colonias de verano’, para embarcar a muchos chavales que, de otra forma, no tendrían oportunidad para disfrutar de unas merecidas y necesarias vacaciones. Dejar su casa, separarse un poquito del contexto en el que viven, de seguro, que les va a despejar y facilitar unos días divertidos, entretenidos y enriquecedores para ellos y sus familiares.
En fin a unos y a otros mucha prudencia, no olvidarse de las mascarillas y la distancia social. Y cultiven los buenos hábitos adquiridos durante el confinamiento. Se trata de ser feliz pero buscando la felicidad de los demás.

domingo, 14 de junio de 2020

LO DE SER CRISTIANO VA MÁS CON LA VIDA COTIDIANA, QUE CON LA PRÁCTICA RELIGIOSA

Con esto del coronavirus, la pastoral sacramental, ha estado como en paréntesis. Hemos empezado a ver que la fe tiene mucha incidencia en la vida cotidiana, Y que la Iglesia Doméstica, debe de estar más presente en nuestras vidas.

Antes se hablaba de cristianos practicantes y cristianos no practicantes. El asunto estaba en que eras buen cristiano, si ibas los domingos a misa y participabas, frecuentemente, de los sacramentos. De ahí lo de practicante y no practicante. Aún se sigue oyendo. Por consiguiente, lo de ser cristiano se centraba más en la participación sacramental. Se podía dar el caso de que durante la semana eras un sinvergüenza, pero… como ibas a misa los domingos, …

En este sentido, la vida cotidiana tenía y tiene un papel secundario. De hecho, bastantes sacerdotes, con lo de la pandemia igual se van resituando las cosas, siguen dando más importancia a los sacramentos que a la vida familiar, o la vida laboral, o la vida económica, por poner algunos ejemplos.

Uno lee los evangelios y no acaba de ver estas prioridades, de las prácticas religiosas, en Jesús de Nazaret. No es que Jesús no tuviera su presencia en la sinagoga o en el templo, pero los evangelios resaltan más su vida pública, su relación con la gente, la preocupación por los problemas y dificultades que tenían sus paisanos, la cercanía con los enfermos y necesitados, en fin, que le daba mucha importancia y dedicaba más tiempo a los asuntos de la vida cotidiana.

Desde un sector de la iglesia, por cierto, minoritario, se sigue insistiendo en la práctica sacramental como la clave en el ser de la fe cristiana. Mientras que sitúa en un segundo plano la vida existencial y cotidiana. El mensaje es muy simple si vas a misa eres buen cristiano. Ya se encargan en las homilías de recordarlo machaconamente. Yo creo que están equivocados.

No se trata de abandonar los sacramentos, se trata, más bien, de acentuar que la vida diaria, la vida familiar; es decir la vida que va desde que te levantas hasta que te acuestas es la que constituye la esencia y fundamento de la fe cristiana. En la realidad de la vida cotidiana nos jugamos la fe.

La fe en el Dios de Jesús, se ‘materializa y se visualiza’ en el trato que damos y tenemos con la pareja, con los hijos, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los vecinos, y no lo olvidemos, con los pobres de nuestra localidad, en fin, con cuantas personas nos encontramos por la calle o en los centros públicos, por tanto, es aquí y solo aquí, donde expresamos nuestra fe en el Dios de Jesús.

Por consiguiente, en la práctica de las bienaventuranzas (no en la iglesia sino en la calle) es donde nos jugamos el anuncio del evangelio. Anuncio, que como sabemos, se hace fuera de la iglesia. Los que vamos a la iglesia ya lo sabemos, el evangelio hay que llevarlo a la calle. Hay que vivirlo con la gente. Lo del amor, la paz, la solidaridad, el perdón, el compartir, la verdad, la honradez, la coherencia, la libertad y la fraternidad hay que vivirlas con la gente, en la calle, en las casas, en las fábricas, en el campo, en la playa, …

Tengo que decir que yo voy a misa y tengo mis prácticas religiosas, faltaría más, pero si voy a estos asuntos, es porque necesito tiempo para encontrarme, de forma más personal, con el Dios que creo; el cual, en estos encuentros, me sigue concienciando más en mi filiación con Él, y en ser fraterno con los demás seres humanos. La eucaristía me ayuda a sentirme más hijo de Dios y más hermano de mis hermanos.

domingo, 7 de junio de 2020

ORACIÓN AL DIOS TRINITARIO QUE FUNDAMENTA MI VIDA


Hoy día de la Santísma Trinidad, los Hermanos de la Salle, renovamos nuestro Seguimiento a Jesús, el sí que le dimos a nuestro Dios Padre y Madre, animados por el Espíritu. A continuación escribo la oración a la Santísima Trinidad, nuestro Dios comunitario y amoroso, que sustenta mi vida (nuestras vidas).

Padre,
Tú me diste la vida para vivirla en plenitud. 
Que no me quede a mitad del camino.
Que dedique tiempo a mi crecimiento y desarrollo personal.
Cuando me vengan dificultades y problemas ayúdame a afrontarlos
y a integrarlos en mi vida.
Cuando me vengan alegrías y satisfacciones, que sepa disfrutarlas con generosidad.
En las noches oscuras de la vida no me dejes solo.
Cuando aparezcan mis incoherencias, desajustes, mentiras y engaños mantén despierta mi conciencia, para que sepa responder a tu voluntad.
Dame fuerzas para ser creativo, que no pueda conmigo la rutina
y que sepa leer para cada día lo que esperas de mí.
Que la oración para hablar contigo y llenarme de ti
sea un ejercicio diario y no la abandone.
Y que la paz inunde mi vida para irradiarla a las personas que me rodean.

Señor Jesús,
Tú nos diste, la Comunidad Lasaliana,
para vivir juntos, Hermanos y Seglares, la fraternidad de los hijos de Dios.
Que ya no sea ‘yo’, sino ‘nosotros’.
Ayúdanos a sentirnos hermanos y hermanas de la misma Familia.
Anímanos a dedicarnos el tiempo que nos merecemos.
A regalarnos ideas, presencia, disponibilidad y servicio.
Que sepamos decirnos las cosas del día a día para alegrarnos,
ayudarnos, corregirnos y, así, seguir creciendo.
Que disfrutemos de la compañía de nuestros hermanos y hermanas
en el trabajo, la comida, el ocio, el tiempo libre y la oración.
Que nuestras oraciones para hablar contigo no sean rutinarias ni aburridas,
más bien que nos acerquen a ti, para que llenos de tu Espíritu te llevemos a los demás.
Que nuestra fraternidad vivida sea signo para cuantos nos rodean y, así,
puedan decirnos como a los primeros cristianos: “mirad como se aman”.

    Espíritu Santo,
Tú nos enviaste a una Misión para evangelizar desde la educación, 
para extender tu evangelio y tu Reino, desde las aulas y otras obras socioeducativas.
Cuenta con nosotros, Hermanos y Seglares, para anunciar tu Reino, 
compartiendo la Misión de la educación humana y cristiana.
Que seamos creativos ante un mundo que no se deja evangelizar porque tiene otras ofertas.
Que nuestro tiempo para la Misión sea de calidad y amor.
Que mirando alrededor lleguemos a las personas que nos necesitan 
y a quienes nadie presta su atención, 
aunque ello suponga apertura de nuevas obras o campos de misión.
Que nuestra formación siga siendo sistemática y permanente
y no nos dejemos llevar por lo de siempre.
Ayúdanos a dar respuestas nuevas, a las preguntas nuevas
que nos hacen las personas a las que evangelizamos.
Que sigamos, Hermanos y Seglares, compartiendo el mismo carisma y la misma misión, 
porque Tú nos has llamado a todos.
Que todos juntos caminemos hacia la Asociación Lasaliana
para sentirnos, así, parte de una gran Familia,
que aún sigue siendo, hoy, de ‘gran necesidad’. Amén