Cada
vez lo dudo menos, el mundo está cambiando... a mejor. Ya sé que me dirán que no se
nota mucho. Pero eso no quita que siga cambiando. Naturalmente resalta más lo
que calificamos de negativo, pero pienso que, gracias a que en la balanza pesa
más la bondad y sobresale el bien, el mundo no es totalmente un caos.
Algunos dirán que me he levantado con buen pie
esta mañana. Me
imagino que sí, pero como no soy supersticioso,
me aferro a la humilde y sencilla realidad: hay más buena gente que lo
contrario, por lo que sus acciones son más numerosas que las contrarias. Cuando
hablo de esta manera, suelo poner el ejemplo, de aquella mujer que tiró a su
bebé, recién nacido, a la basura; pero el mismo día, hubo miles de mujeres que
disfrutaron y gozaron con sus bebés recién nacidos. Apliquen lo de la balanza
Hay muchos hombres y mujeres que por motivos creyentes,
ayudan a los demás. Su fe religiosa les compromete a preocuparse por los más
débiles y les dedican su tiempo, su dinero y su persona.
Hay muchas mujeres y hombres que por motivos humanos, ayudan
a los demás. Su fe en el ser humano les compromete a preocuparse por los más
débiles y les dedican su tiempo, su dinero y su persona.
Muchas personas son altruistas, solidarias,
benefactoras y
les mueven sus valores, sus convicciones, sus creencias. Lo que todas ellas
tienen en común es que el ser humano, sobre todo el más indefenso, cuenta mucho
en sus vidas. No soportan dejarlos al margen. Por eso les ayudan, están a su
lado, les quieren, luchan por recuperarles como personas con su dignidad y sus
derechos. Todo eso lo hacen gratuitamente, sin esperar nada a cambio.
En los comedores sociales, hay muchas personas que
colaboran, dando de comer a las numerosas personas que acuden.
En las residencias de ancianos, hay muchas mujeres y hombres que
dedican un tiempo para acompañar a los ancianos que se encuentran muy solos.
En los centros de inmigrantes, hay muchos hombres y mujeres
que ayudan a estas personas a integrarlas en sus sociedades, a facilitarles los
trámites de su documentación o buscarles trabajo.
En los hospitales, hay muchos jóvenes que dedican
una tarde o mañana del fin de semana para hacer agradable su estancia a los
enfermos, sobretodo, a los más pequeños.
En las cárceles, numerosas organizaciones y
asociaciones, acompañan a los presos para que no se olviden de que son
personas, con su dignidad y derechos.
En los centros de acogida, siempre hay hombres y mujeres
que están al lado de las personas que necesitan su compañía, su ayuda
cualificada.
En los centros especializados, hay muchas personas que están al
lado de los que tienen sida, están enganchados en la droga, necesitan
atenciones especiales por su situación.
En numerosos sitios y lugares, siempre encontramos ‘al buen
samaritano’ que tiene compasión y echa una mano para dignificar ‘al apaleado’
en el camino de la vida.
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