Me encuentro en Roma. Tengo la suerte de vivir con personas de los
cinco continentes. Son mi familia durante este mes de enero. Me imagino que
cuando volvamos a nuestros países lo seguiremos siendo. Todos pertenecemos a la
familia de la Salle, que es una parte de la familia de la Iglesia y, además,
miembros de la gran familia humana. ¡Qué nos cuesta asimilar esta verdad!
Mis sobrinos me decían, estas vacaciones, que en realidad estoy en un curso de 'Erasmus', por lo de Italia, claro. Pues eso, formándome un poquito más, que nunca viene mal. Se ve que esto de la formación nunca se acaba, aunque ya vaya uno entrando en años. ¡Cuidado que aún soy joven!
Andamos buscando soluciones para 'arreglar' el mundo. Y mira por donde, estos días, estoy viviendo una de las formas para que un nuevo mundo sea posible. Por las mañanas ya se oyen todos los idiomas que manejamos: Bonjour, 早上好, Good morning, Buongiorno, Bom dia, सुप्रभात, Guten Morgen y صباح الخير… nos sonreímos y todas las barreras, fronteras, vallas, se derrumban ¡Ya era hora!
Hombres y mujeres, tan diferentes en razas y lenguas, estamos haciendo un esfuerzo por entendernos, empeñarnos en llevarnos bien, procurando convivir a gusto. Muchas veces no nos entendemos, pero hay un ‘algo’ que nos hace captar lo esencial. Bueno, siempre al lado hay alguien que sabe el otro idioma y te precisa más las cosas. (Que todo hay que decirlo).
Por cierto, no crean que para estas cosas haya que venir a Roma. Allá en donde vivimos, tenemos vecinos extranjeros. Seguro que nos encontramos inmigrantes en la calle. No es raro estar en la cola de los supermercados con personas de otras razas, diferentes lenguas y distintas creencias. Es cuestión de proponérselo pero también se puede saludar, charlar, interesarse por las cosas comunes que todos tenemos, tal vez por sus problemas o cómo le van sus vidas. Incluso, si me apuran, si necesitan ayuda. De seguro que nos sonreímos y todas las barreras, fronteras, vallas, se derrumban. Hagan la prueba.
Creo que Roma está siendo una buena Esquina del encuentro.
Mis sobrinos me decían, estas vacaciones, que en realidad estoy en un curso de 'Erasmus', por lo de Italia, claro. Pues eso, formándome un poquito más, que nunca viene mal. Se ve que esto de la formación nunca se acaba, aunque ya vaya uno entrando en años. ¡Cuidado que aún soy joven!
Andamos buscando soluciones para 'arreglar' el mundo. Y mira por donde, estos días, estoy viviendo una de las formas para que un nuevo mundo sea posible. Por las mañanas ya se oyen todos los idiomas que manejamos: Bonjour, 早上好, Good morning, Buongiorno, Bom dia, सुप्रभात, Guten Morgen y صباح الخير… nos sonreímos y todas las barreras, fronteras, vallas, se derrumban ¡Ya era hora!
Hombres y mujeres, tan diferentes en razas y lenguas, estamos haciendo un esfuerzo por entendernos, empeñarnos en llevarnos bien, procurando convivir a gusto. Muchas veces no nos entendemos, pero hay un ‘algo’ que nos hace captar lo esencial. Bueno, siempre al lado hay alguien que sabe el otro idioma y te precisa más las cosas. (Que todo hay que decirlo).
El encuentro es de formación.
Estamos reflexionando sobre temas muy relacionados con la sociabilidad del ser
humano. Lo miremos desde lo miremos, no
somos islas. Necesitamos de los demás
para ser nosotros mismos. Palabras como familia, unión, comunidad, agrupación,
asociación,
congregación, comunión,
colectividad
, corporación,
grupo, pueblo de Dios, comunicación,
sociedad,…
están muy presentes en el contexto que nos encontramos. Y llevamos una semana.
Pero lo más importante es la
convivencia. Ya desde la presentación del primer día y en los tiempos que
van apareciendo la convivencia y el buen entendimiento son la tónica de
nuestras relaciones. No importa de dónde eres. Eres de la familia y el trato es
de hermanos y hermanas ‘que llevamos muchos tiempo sin vernos’ y nos alegramos
de encontrarnos. Nos interesamos por lo que cada cual hace, por cómo van las
cosas por sus centros y ciudades. Queremos saber más, conocer a los otros,
alegrarnos de su presencia.Por cierto, no crean que para estas cosas haya que venir a Roma. Allá en donde vivimos, tenemos vecinos extranjeros. Seguro que nos encontramos inmigrantes en la calle. No es raro estar en la cola de los supermercados con personas de otras razas, diferentes lenguas y distintas creencias. Es cuestión de proponérselo pero también se puede saludar, charlar, interesarse por las cosas comunes que todos tenemos, tal vez por sus problemas o cómo le van sus vidas. Incluso, si me apuran, si necesitan ayuda. De seguro que nos sonreímos y todas las barreras, fronteras, vallas, se derrumban. Hagan la prueba.
Creo que Roma está siendo una buena Esquina del encuentro.
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