En estos días que estamos esperando la venida de un nuevo Papa, por
la ejemplar renuncia de Benedicto XVI, me he animado a escribir sobre la
Iglesia, a la que pertenezco y a la que tantas cosas le debo en mi vida. Ya se
sabe que en esta coyuntura, la Iglesia, tiene la posibilidad de ir avanzando
según la tendencia y el carisma del Papa elegido. Esperemos que el Espíritu de
Jesús se haga notar, de forma especial, en esta ocasión. Por eso me ha parecido
bien explicitar la Iglesia en la que creo, lo que espero de la Iglesia y,
porque no, algunas sus cosas que me resultan 'chirriantes'. Y sin más
preámbulos expongo:
Creo que el origen de la Iglesia, está en el Dios que nos presentó Jesús y que, a lo largo de la historia, continúa su intervención a través del Espíritu de Jesús.
Creo que la Iglesia es la Familia de Dios y que todos somos iguales. Nadie es más que los demás y, nadie, es menos que los demás. Es lo que llamamos la Fraternidad de los Hijos de Dios y que tiene su origen -simbólico- en el Bautismo que recibimos.
Creo que en la Iglesia, cada uno de sus miembros, tiene una vocación querida por Dios para ser feliz y hacer felices a los demás. Sean hombres o mujeres; laicos, religiosos o sacerdotes; todos han sido llamados por Dios a la vida y a la Misión de anunciar el Reino de Dios, en este mundo que habitamos.
Creo que la Iglesia tiene que ser 'un icono' en el mundo: de la igualdad entre los seres humanos, de la apuesta y cercanía con los más indefensos, de la indignación y denuncia ante las injusticia y deshumanización existentes, es decir, que sea una 'conciencia crítica' del mundo globalizado y ejemplo de servicio solidario a los más débiles y marginados del sistema. En la opción preferencial por los pobres tiene su credibilidad la Iglesia en la que creo.
Creo en la Iglesia que se esfuerza por el diálogo con otras las Iglesias y que, juntas, forman el verdadero Pueblo de Dios. Creo que el camino y los puentes creados por el Ecumenismo, son las vías más adecuadas para alcanzar la unidad de todos los Hermanos y Hermanas de la única Familia de Dios.
Creo que la Iglesia tiene vocación universal y está llamada al diálogo con las otras Religiones, con los Humanismos ateos, para que todos los seres humanos lleguemos -desde nuestra identidad- a respetamos, a entendernos, y a construir la gran familia del género humano, en dónde la concordia, el amor y la paz sean las bases de una humanidad más justa y feliz.
Denuncio que la Jerarquía haya secuestrado y hecho exclusivamente suyo el ministerio sacerdotal, excluyendo a las mujeres del mismo y a las personas casadas.
Denuncio todo lo que son privilegios y ostentación por parte de algunas personas dentro de la Iglesia, ya sean desde la Jerarquía o desde otras Instituciones o Asociaciones de carácter religioso.
Denuncio a los que se amparan en la Iglesia para practicar un espiritualismo, demasiado celestial, que les aleja de los demás y no se preocupan de la pobreza y la justicia en el mundo.
Denuncio a los que tanto compromiso por los demás les lleva a protagonismos de carácter ideológico, olvidándose del Referente por el que hacen las cosas y terminando por abandonar la barca.
Denuncio al clero que se cree con la primera, la del medio y la última palabra -en todo- y a los laicos y religiosos, que se callan porque es más cómodo no complicarse la vida.
Espero que con el nuevo Papa, la Iglesia vaya avanzando por los caminos de Dios.
Creo que el origen de la Iglesia, está en el Dios que nos presentó Jesús y que, a lo largo de la historia, continúa su intervención a través del Espíritu de Jesús.
Creo que la Iglesia es la Familia de Dios y que todos somos iguales. Nadie es más que los demás y, nadie, es menos que los demás. Es lo que llamamos la Fraternidad de los Hijos de Dios y que tiene su origen -simbólico- en el Bautismo que recibimos.
Creo que en la Iglesia, cada uno de sus miembros, tiene una vocación querida por Dios para ser feliz y hacer felices a los demás. Sean hombres o mujeres; laicos, religiosos o sacerdotes; todos han sido llamados por Dios a la vida y a la Misión de anunciar el Reino de Dios, en este mundo que habitamos.
Creo que la Iglesia tiene que ser 'un icono' en el mundo: de la igualdad entre los seres humanos, de la apuesta y cercanía con los más indefensos, de la indignación y denuncia ante las injusticia y deshumanización existentes, es decir, que sea una 'conciencia crítica' del mundo globalizado y ejemplo de servicio solidario a los más débiles y marginados del sistema. En la opción preferencial por los pobres tiene su credibilidad la Iglesia en la que creo.
Creo en la Iglesia que se esfuerza por el diálogo con otras las Iglesias y que, juntas, forman el verdadero Pueblo de Dios. Creo que el camino y los puentes creados por el Ecumenismo, son las vías más adecuadas para alcanzar la unidad de todos los Hermanos y Hermanas de la única Familia de Dios.
Creo que la Iglesia tiene vocación universal y está llamada al diálogo con las otras Religiones, con los Humanismos ateos, para que todos los seres humanos lleguemos -desde nuestra identidad- a respetamos, a entendernos, y a construir la gran familia del género humano, en dónde la concordia, el amor y la paz sean las bases de una humanidad más justa y feliz.
Denuncio que la Jerarquía haya secuestrado y hecho exclusivamente suyo el ministerio sacerdotal, excluyendo a las mujeres del mismo y a las personas casadas.
Denuncio todo lo que son privilegios y ostentación por parte de algunas personas dentro de la Iglesia, ya sean desde la Jerarquía o desde otras Instituciones o Asociaciones de carácter religioso.
Denuncio a los que se amparan en la Iglesia para practicar un espiritualismo, demasiado celestial, que les aleja de los demás y no se preocupan de la pobreza y la justicia en el mundo.
Denuncio a los que tanto compromiso por los demás les lleva a protagonismos de carácter ideológico, olvidándose del Referente por el que hacen las cosas y terminando por abandonar la barca.
Denuncio al clero que se cree con la primera, la del medio y la última palabra -en todo- y a los laicos y religiosos, que se callan porque es más cómodo no complicarse la vida.
Espero que con el nuevo Papa, la Iglesia vaya avanzando por los caminos de Dios.
Muy bien hermano, estoy contigo. Eres valiente.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Muy delicadas y veladas las críticas a la jerarquía de la Iglesia. Yo sería más explícito con relación a la curia vaticana, donde abunda tanta gente con prebendas y vagando cómodamente en el recinto palatino. De cara a los enemigos de la Iglesia, esto hace mucho daño y afianza aún más la percepción que se tiene del verdadero mensaje evangélico de la Vid y los sarmientos, donde se fundamenta el cuerpo místico de Cristo.
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