Nos vamos a servir de la imagen del campo, en concreto, de la agricultura. En otoño, es la época de la siembra, los campos son labrados, y a continuación, se siembra la semilla en la tierra que para ello se ha preparado. Después a esperar durante nueve meses.
Nueve meses tardan estas semillas en dar su fruto.
Nueve meses, a lo largo de los cuales, el frío, el sol, la lluvia, el viento, la nieve y el granizo hacen su presencia y contribuyen a su maduración.
Nueve largos meses de gestación en los que la semilla se ha podrido, el tallo se ha fortalecido y la espiga ha madurado.
La transformación ha sido total, de forma que en el verano, con la siega, se recogen los esperados frutos de la siembra de otoño. Aquí pega lo del refrán castellano inspirado en la Biblia: ”Lo que se siembra se recoge”.
Esta imagen me sirve para el final del curso escolar que "se nos echa encima". Y lo hago porque como sabemos, el curso escolar coincide con la siembra otoñal en los campos. A los alumnos (que también son hijos) se les marcan ("siembran") los objetivos a conseguir a lo largo del nuevo curso que inician.
Pero en los centros educativos no solo están presentes las "semillas" de las diferentes áreas curriculares (asignaturas de matemáticas, lengua, religión...), cada vez más, se está viendo la necesidad de tener presente la educación, llamemos, de valores que van a favorecer, en el alumnado su educación y crecimiento personal. Esto empieza a ser una demanda urgente de muchas familias.
De esta forma, planteamos durante el curso, todo aquello que contribuye a la formación integral de nuestros alumnos y alumnas. Son las tutorías, uno de los instrumentos más siginificativos que armonizan todo este proceso durante el año escolar.
Nueve meses para leer, estudiar, realizar trabajos individualizados o en grupo.
Nueves meses para reflexionar lo que nos va pasando en nuestra vida, que gira toda ella, en torno a la escuela y , a cada alumno, en su nivel.
Nueve meses de reflexiones personales y compartidas, de planteamientos de valores que nos vienen de los libros, de la vida misma.
Nueve meses para crecer en el compañerismo, en la amistad, en la sana convivencia, en el respeto y en el diálogo.
Nueve meses para recoger los frutos que se sembraron en el otoño y que ahora, con satisfacción, se disfrutan (aunque algunos no los recogen todos y tienen que esperar a septiembre).
Es verdad que hablamos del ciclo escolar, pero parecidos planteamientos podemos aplicar a las familias, las instituciones, ... también tienen que reflexionar sobre la siega y recogida de los frutos... de aquellas semillas ¿que también sembraron?... (En las relaciones de pareja, en la educación de los hijos, en los proyectos de la comunidad, del grupo, de la organización o asociación...) Porque en septiembre, como que parece que todo empieza y en junio, como que todo se termina.
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