El evangelio de hoy es muy explícito: “Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»” (Mc 1,14-15) Aunque el texto es de hace 2000 años, aún tiene su vigencia.
En una
mirada al mundo de hoy, me admira, la pluralidad de proyectos que hay para
organizarse uno en la vida. Pluralidad es riqueza. Uniformidad es pobreza. Hoy me
quiero detener en uno de los proyectos, en el cual me sitúo y que no tengo
reparo en manifestarlo: Creo en Jesús de Nazaret y apuesto por la propuesta
suya.
Tal vez, a
determinados sectores sociales, les gustaría vernos encerrados en las
sacristías. Como si el
espacio público fuera de ellos. Cuando la realidad es que los cristianos -para
bien o para mal- ya estamos en la calle desde hace muchos siglos. Pero no
quisiera entrar en la cuestión de quién tiene más derecho de estar en la calle,
porque, como ciudadanos, todos tenemos derecho a estar en la vía pública.
Quiero ser
positivo, y pienso más en sumar y multiplicar, que en restar y dividir. Porque lo hermoso es que cada cual
viva según sus creencias, sus convicciones o sus principios, -pero eso
sí- respetando, conviviendo y construyendo -entre todos- un
mundo mejor para todo el género humano, especialmente los más pobres y
excluidos.
Sin la menor
duda, para alcanzar esta utopía hay muchas alternativas, la historia nos da fe
de ellas. Me quiero
detener en la propuesta o alternativa de Jesús de Nazaret, es la que más
conozco. Pienso que no es ni la mejor ni la peor, es una propuesta -plenamente
humana- que enraizada en el Dios de Jesús, nos ofrece el camino para construir
la familia humana con lazos y vínculos, que nos hacen vivir como hermanos y
hermanas, con plena libertad, justicia, amor y paz.
Todas las personas queremos ser felices, la propuesta de Jesús, basada en
el Reino de Dios, como hemos visto, trata -desde sus orígenes- conseguir dicha
felicidad. El estilo de vida que nos presenta Jesús, se basa en la creación de
comunidades, reflejo de la gran comunidad que llamamos Pueblo de Dios, es
decir, la Iglesia. Muchos hombres y mujeres han escogido este camino. Y como
hombres y mujeres: con sus aciertos y fallos, con sus valores y limitaciones,
con sus alegrías y penas, con sus problemas e iniciativas,… se han esforzado
por vivir la fraternidad humana, cuya plenitud de la misma, llegará en la otra
vida.
Estas comunidades tienen algunos rasgos comunes que
las definen. Son retos y
metas que toda comunidad, de los seguidores de Jesús de Nazaret, tienen y se
esfuerza por conseguirlos. Se pueden formular de esta manera:
1.
Mirad como se aman: La unión, las buenas relaciones, la comunión, el
compartir, el perdón y quererse como hermanos, lo expresan muy bien. En el
mundo que vivimos de divisiones y egoísmos crear espacios de convivencia y
fraternidad son un acierto y referencia para los demás.
2.
Id y enseñad: Explicar el mensaje cristiano del Reino de Dios, las
razones que nos mueven a vivir, el sentido que le damos a esta vida, a la
historia de la humanidad está en la misión que tenemos como seguidores de
Jesús. Esta es otra tarea de la comunidad cristiana, sobre todo en este mundo,
que a veces parece que ha perdido el rumbo.
3.
Los pobres los primeros: La credibilidad de la comunidad se la juega en la ayuda a los pobres y
los marginados. Fue el mismo Jesús el que nos marcó el camino con su ejemplo de
servicio al prójimo. Tantas iniciativas sociales del cristianismo arrancan del
ejemplo que nos dio. Al fin y al cabo los pobres son nuestros hermanos
4.
La celebración de la fe: Celebrar la vida, juntarnos como
hermanos, festejar la fe que nos une, alimentarla con el Pan de vida;
reflexionar y meditar la Palabra del Dios en el que creemos, es la expresión de
que la familia humana es la mejor apuesta que tenemos.
En esto consiste la propuesta cristiana: en ser
testigos de las Bienaventuranzas, ser iconos del Mandamiento del amor y ser
felices haciendo felices a los demás, especialmente a nuestros hermanos y
hermanas más pobres. Todo un reto y compromiso para dichas comunidades.
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