Vengo
observando, en la propia vida, que cada persona
tiene los recursos para llegar a ser él mismo. Pero como no vivimos solos,
nuestra relación con los demás, va a tener sus frutos, en la medida que todo
aquello que quiero hacer con los demás, antes lo he tenido que vivir y
experimentar en mí mismo.
La clave, de
lo que quiero decir, reside en que todo pasa por uno mismo, antes de llegar
a los demás. En la propia persona generamos lo que somos y nos
constituimos, así, en referencia de lo que somos y hacemos con las personas que
nos rodean.
No obstante añado otro matiz que con el tiempo estoy percibiendo, y es que si bien uno mismo toma la determinación de cambiar, los demás también están afectados por mi propio cambio e incluso, me ayudan a cambiar. Tal vez, uno tome la iniciativa pero juntos lo conseguimos.
Dicho lo cual, todo esto lo
concreto en estas realidades, utilizando la expresión 'EN LA MEDIDA QUE YO... PARA CAMBIR JUNTOS:
En la medida
que me acepte, aceptaré a los demás.
En la medida
que me comprenda, comprenderé a los demás.
En la medida
que me busque a mí mismo, buscaré a los demás.
En la medida
que me encuentre, encontraré a los demás.
En la medida
que asuma mi vida, asumiré la vida de los demás.
En la medida
que me perdone, perdonaré a los demás.
En la medida
que sea alegre, seré alegre con los demás.
En la medida
que me ayude, ayudaré a los demás.
En la medida
que me preocupe por mí, me preocuparé por los demás.
En la medida
que me esfuerce, me esforzaré por los demás.
En la medida
que acepte mis crisis, aceptaré las crisis de los demás.
En la medida
que me valore, valoraré a los demás.
En la medida
que sea optimista en mi vida, seré optimista con los demás
En la medida
que sea solidario, favoreceré la solidaridad en los demás.
Una
buena síntesis, de una amiga: “En la medida en que viva lo que soy potenciaré
que quien me rodea viva lo que es”. (Elena)
Claro que en la medida que
no me quiera a mí mismo, no querré a los demás.
En la medida que no me acepte, no aceptaré a
los demás.
En la medida
que no perdone mis errores, no perdonaré los errores de los demás.
Y así
podríamos seguir, pero, que cada cual ponga su listado.
Por consiguiente, la clave de todo está, en
que la medida que utilice para mí
-y lo planteo en positivo-, será la medida que utilizaré para los demás.
Dicho de otra forma no podré hacer nada a los demás, si antes no lo he vivido y
experimentado en mi propia persona.
Ya sé que exagero, pero la vida me viene diciendo
que damos de lo que tenemos, que es lo único que poseemos y disponemos. Como
dice el evangelio, el árbol da los frutos que tiene.
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