El 1 de noviembre, los cristianos, celebramos la
festividad de todos los Santos. Me parece muy oportuno. En un mundo tal
convulsivo y revuelto, con tantas dificultades y problemas, con abundantes
tragedias y conflictos, tener un día, en el que visualicemos que todo no está
tan mal, es un alivio y, sobre todo, una 'brisa' de esperanza en el camino
hacia un futuro mejor. Es verdad que hace más ‘ruido’ la maldad, pero la balanza
–creo firmemente- está más inclinada hacia la bondad.
Algunos pueden decirme que, en este día, nos referimos a los
hombres y mujeres que ya nos dejaron y son los 'Santos y Santas' que
recordamos. ¡Ojo! no son santos y santas porque ya están 'en
el cielo' en la presencia de Dios, disfrutando de la felicidad eterna. No.
Fueron unas excelentes personas, mujeres y hombres de buen corazón, que
irradiaron su amor y entrega a todas las personas con las que se fueron
encontrando durante su vida.
En la liturgia cristiana, para este día, se nos ha leído el
evangelio de Mateo, sobre las Bienaventuranzas. Es la propuesta que nos sigue
haciendo, Jesús de Nazaret, para que seamos felices. Estoy convencido de que
hay muchas personas que tratan de vivirlas. Y no porque sean cristianos, creo
que lo que en ellas se dice, son las aspiraciones más hondas de cualquier ser
humano.
Hay hombres y mujeres, que viven su vida desde la solidaridad con
los más necesitados y comparten lo que tienen con ellos. Son pobres, aunque
tengan riquezas, porque su corazón no está en ellas, puesto que las utilizan
tanto para su bienestar como para el bienestar de los demás que carecen de
ellas y son felices.
Hay mujeres y hombres, que empatizan con el que sufre, con el dolor
de los demás. Visitan a los enfermos y van a sus casas. Están al lado de los
ancianos en las residencias y hacen juegos, vestidos de payasos, en las zonas
infantiles de los hospitales y son felices.
Hay hombres y mujeres, que son pacíficos y no violentos. Evitan el
rencor y la venganza con sus semejantes. Crean un buen ambiente de convivencia
allá en donde se encuentren y estén con quién estén y son felices.
Hay mujeres y hombres, que luchan por la justicia. No consienten
las numerosas injusticias y atropellos que padecen sus semejantes. Salen a la
calle, van a las cárceles, están al lado de los indefensos. Quieren y apuestan
por un mundo más justo y son felices.
Hay hombres y mujeres, que son generosos y altruistas. Su tiempo
está disponible para los demás y son muy sensibles a sus carencias. La
misericordia es una de sus mejores actitudes. No les importa compartir su
persona y su historia con los demás y son felices.
Hay mujeres y hombres, que son honrados y honestos. Van con la
verdad por delante y detestan la hipocresía e incoherencias. No buscan el
engaño y evitan llevar una doble vida. Les cuesta ser transparentes pero su
corazón está limpio y son felices.
Hay hombres y mujeres, que son constructores de la paz. No están de
acuerdo con las guerras y van en contra de cualquier violencia, apostando
fuerte por la paz. No les es fácil ser pacíficos, pero están con toda su
energía en ello y son felices.
Hay mujeres y hombres, que son perseguidos por su estilo de vida.
Les calumnian y les hacen el vacío. Les señalan. Van contracorriente y la
apuesta por un mundo más justo y más humano, les acarrea muchos problemas. Su
rebeldía y tesón por sus utopías y sueños les complican la existencia. Pero no
bajan la guardia y son felices.
Hoy es el día para felicitar a todas estas personas y esforzarse por
estar junto a ellas y tratar de acompañarles en el camino.
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