Tengo claro, desde hace muchos años, que tenemos tiempo para lo
que nos interesa y nos importa. Sin duda, todos tenemos muy buenas intenciones
y nos gustaría que las cosas fueran mejor, tanto para nosotros como para los
demás. Tal vez, la foto de un niño muerto en la playa nos indigna, pero
eso, solo nos indigna.
Todo el mundo tenemos derecho a ver un partido de futbol o de
tenis. A ver las series televisivas o carreras de motos. Las grandes plataformas como Netflix,
Amazon Prime Video o HBO están haciendo “su agosto” y más con la pandemia. Estamos
en nuestro derecho de mantenernos en forma para lo cual hacer Pilates, ir al
gimnasio, senderismo, usar la bicicleta o practicar footing es de lo más
normal; por otro lado, pasar una tarde viendo los toros o una película,… lo
vemos como la más natural del mundo. Efectivamente, todo lo dicho, es lo más natural y legítimo del mundo
¡Faltaría más!
Por lo demás, en una llamada jerarquía de valores, la familia
es lo primero, después viene el trabajo, si lo tenemos. Estar con los amigos es
imprescindible y, si afinamos un poquito más, dedicarse tiempo a uno mismo es
fundamental.
Estoy más que convencido de que si yo marcho bien y mi
familia funciona bien; que con las personas tengo buenas relaciones y, además,
soy honesto y responsable en el trabajo; sin la menor duda, que ya estoy
contribuyendo a cambiar el mundo.
Sin embargo, la realidad me viene diciendo, que hay muchos hombres
y mujeres, niños y ancianos, que lo pasan mal, que sufren mucho y se mueren de
hambre; que padecen crueles guerras y violaciones de su dignidad y derechos. Es
decir, que vivimos en un mundo injusto. El ser humano genera bien, pero
con las mismas, el ser humano genera mal. Con nuestras conductas, hemos
configurado un mundo incómodo, insoportable, incluso, cruel para muchas
personas, lamentablemente, millones de personas..
Cuando comento estas cosas, suelo plantear la siguiente
cuestión: ¿Quién tiene que cambiar todo este fiasco? Inmediatamente me
contestan que el gobierno, ‘los de arriba’. ¿Solo el gobierno? les pregunto
yo. Porque, tú que me lees, ¿quién
crees que lo tiene que cambiar?... Además del gobierno, los políticos, los
sindicatos, las Oenegés,… ¿Podemos hablar de responsabilidad individual? Sí, de
cada persona. Porque a mi modo de entender, también los pobres, excluidos,
marginados, tienen el derecho de que les ayudemos a salir de tal situación,
para que su dignidad como personas y sus derechos queden restituidos y a salvo.
A lo mejor son imaginaciones mías.
Llegados a este punto es cuando me planteo lo de la indiferencia y el pasotismo insolidarios.
Cuando veo a tanta gente que va a lo suyo, a su bola –dicen ahora-. Cuando veo
a tantas personas que se ‘miran solo su ombligo’ o como mucho están pendientes
de su familia y más allegados (que no es poco si lo hacen bien). Cuando veo a
tantos hombres y mujeres que no dedican parte de su tiempo, que es mucho, a
tareas solidarias y de voluntariado, la verdad, algo no me ‘encaja’.
Dicen que no tenemos tiempo, me han hablado de una película, que
tengo que ver, llamada “El dilema de las
redes” que por lo que me han dicho es una buena descripción del tiempo que
nos roban las redes y los móviles para manipularnos sin enterarnos, y que nos
despistan de los asuntos fundamentales. Pero es que nos gusta y nos entretiene
tanto que todo lo demás lo olvidamos.
Gracias de nuevo, Juanba, das en el clavo. Me aplico el cuento.
ResponderEliminarGracias a ti, que tus palabras me siguen animando
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