Aun así, las vacaciones, vienen muy bien a toda la gente. Sean
muchos o pocos los días que se dediquen al descanso y asueto, todas las
personas deberíamos disponer de ellas como un derecho innegociable. Y más,
después de unos meses que hemos estado confinados en nuestras casas. Ahora más
que nunca, la vida que hemos llevado, pequeños y grandes, jóvenes y mayores,
precisamos de un tiempo de ruptura con la rutina de las cuatro paredes, que nos
relaje, renueve y revitalice. No va a ser fácil.
Personalmente ansío unos días de holganza, de ocio y tiempo libre; de
ruptura con lo vivido estos últimos meses. Vivir en un Hogar de acogida de
jóvenes, muy buena gente todos ellos, hace necesario el distanciamiento físico,
de unos y otros. Es verdad que con todas las precauciones y responsabilidades que
se deben tener en cuenta, pero con el convencimiento de que es un bien para
todos.
Aunque las cosas no pintan bien, muchas familias sí van a disfrutar,
tal vez, no todos los días que desearían, de unos días de vacaciones. Las
necesitan como todos, pero tienen la suerte de disponer los medios para irse
fuera de su casa, ya sea al monte, a la
playa, al pueblo e incluso al extranjero. Desearles lo mejor y agradecerles su
contribución a mejorar la economía de todos.
Pero todo en el monte no es orégano. Hay muchos niños, jóvenes y
ancianos, en fin, familias enteras, que no disfrutarán de tales vacaciones
estivales. Los recursos económicos no se lo permiten. Lamentablemente se
tienen que aguantar; quedarse en casa y conformarse, con más de lo mismo y con
la probable tensión por vivir en espacios más reducidos, como lo vienen
haciendo de manera intensa desde marzo. Precisamente estos niños necesitan
alternativas. No pueden seguir así hasta septiembre.
Por los foros que me voy
moviendo, sé de familias que lo pasan mal. Hay quien se ha quedado en
paro, viviendo esta situación con los hijos. Y hay familias que dejan en la
casa a su prole, sola, porque no se pueden permitir dejar el trabajo y no
tienen medios para pagar a ‘los canguros’. El pez se muerde la cola y unos y
otros lo pasan mal. Todo esto cuando las vacaciones tendrían que ser un
desahogo y alivio para todos.
Pero también el verano es
tiempo para la solidaridad. Aunque este año hay muchas restricciones, no faltan
asociaciones, ONGS, instituciones muy variadas que organizan ‘Colonias de verano’,
para embarcar a muchos chavales que, de otra forma, no tendrían oportunidad
para disfrutar de unas merecidas y necesarias vacaciones. Dejar su casa,
separarse un poquito del contexto en el que viven, de seguro, que les va a
despejar y facilitar unos días divertidos, entretenidos y enriquecedores para
ellos y sus familiares.
En fin a unos y a otros mucha prudencia, no olvidarse de las mascarillas y la distancia social. Y cultiven los buenos hábitos adquiridos durante el confinamiento. Se trata de ser feliz pero buscando la felicidad de los demás.
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