En
estos días cumplo 65 años. Ya me están diciendo que me voy a
jubilar. ¡Y,… me felicitan! En la mentalidad colectiva, cuando se llega a estas
edades, se celebra que ya se deja de trabajar. Es verdad que estoy muy
agradecido por esta etapa profesional, pero la vida sigue en su horizonte del
crecimiento personal y con sus nuevos planteamientos, en sintonía, con los años
que se van sumando en esta nueva fase de la vida que me está llegando.
Por
eso hablo de pensionista, dado que la sociedad lo entiende como
receptor de la pensión que te corresponde a tenor de la vida laboral transcurrida.
Pero claro, la existencia va mucho más
allá del trabajo realizado, en mi caso y con mucha satisfacción, como educador
en los centros educativos y socioeducativos, por los que estoy pasando.
En
este sentido afirmo que no me jubilaré. Me queda mucho por
alcanzar. Incluso el tiempo disponible va a ser mucho más amplio para seguir
desarrollando, con más hondura y calidad, cualquiera de las dimensiones que
configuran mi ser personal.
Por
cierto tengo que aprender a vivir sin prisas y sin agobios. Anticipo
que me va a costar. Entre otras cosas porque el acento, como hasta ahora, no lo
tengo que poner tanto en el hacer, cuanto en el ser. Sin duda un reto.
Aún
hay más, se trata del factor determinante que no me permite jubilarme, me refiero a
mi condición de seguidor de Jesús de Nazaret. Justamente son ya cerca de 40
años, los que han transcurrido desde aquel septiembre, de 1975, en que hice mi
primera profesión como Hermano de la Salle. Mi opción, libremente asumida, de
continuar la Misión del Reino de Dios, fue tomada con el compromiso de que
durase toda mi vida.
Ahora
bien, sí creo que viviré con júbilo, esta nueva etapa de mi
vida. Continuar con el Proyecto personal, en todas sus dimensiones y ‘sin la
presión laboral’ –intuyo- que me va a relajar y ambientar mejor para seguir
desempeñando los compromisos adquiridos, tanto personales como institucionales.
La vida interior, el ámbito comunitario, el compromiso apostólico cerca de los
pobres, la espiritualidad evangélica,… son otros tantos sueños a la espera de
seguir tejiéndolos, en los nuevos tiempos que me estoy adentrando.
Muy buena Reflexion.Tomemos ejemplo.
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ResponderEliminarGenial!!! Yo también ando por esos vericvuetos
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