Ya era hora. A la primavera parecía que le costaba llegar
este año. Y el invierno se ve que tenía algunas asignaturas pendientes y las
dejó para el final. Pero, como siempre, la naturaleza sigue su curso y los
campos se han llenado de verde y de variadas flores, con sus diversos colores, toda
una sinfonía primaveral.
Sin embargo, este domingo, la primavera que voy a relatar, tiene que ver más que con el campo,
con el Hogar la Salle de Jerez. También ha llegado la primavera, y con
fuerza, tanto en el sentido artístico como, sobre todo, en el humano.
De sobra saben, que estos centros, de iniciativa
y carácter social, se nutren del voluntariado para hacerlos posibles y viables.
Es verdad que los profesionales dan fortaleza, continuidad y formalidad a los
programas que se acometen, pero, sin el voluntariado, faltaría 'como el alma'.
No exagero. En este caso quiero comentar el grupo de personas que nos acompañó
la semana pasada. Algunas, como la pintora, vinieron de Zamora, otras del mismo
Jerez.
Preciosos y adecuados dibujos fueron llenando las paredes y, el grupo de pintores, con paciencia y tacto, se ve que tenían práctica, completaban e impregnaban de hermosos colores las figuras marcadas. El resultado, como ya se lo imaginan, verdaderos murales que no tienen que envidiar las obras de arte que andan por similares parajes. Ni que decir tiene que el buen ambiente y la convivencia se instalaron, durante el ‘finde’, en los espacios del Hogar.
Si la
primavera se hacía presente con el colorido de los murales, sin duda, cabe
señalar otro aspecto, muy importante, que también resalta la fuerza de la
primavera en el Hogar. En este caso son las personas nuevas que nos están
viniendo al mismo. El Hogar la Salle sigue creciendo. Es verdad que nos dejan
algunos jóvenes que han pasado con nosotros dos años de su historia, pero la
vida sigue y, en estos días, nos están viniendo otros jóvenes con la ilusión de
formarse y aprovechar, al máximo, el programa que les ofrecemos,
Si las
despedidas nos entristecen, las nuevas llegadas nos elevan el ánimo y nos llenan de esperanza
porque vemos que merece la pena abrir nuestras puertas, a los jóvenes
inmigrantes, que con timidez dan sus primeros pasos, pero que con decisión y
voluntad enfrentan los nuevos retos que se les presentan en su vida. Sin duda
las idas de unos y las llegadas de otros, son la expresión de que este mundo
necesita espacios de acogida, de ayuda, de integración, de promoción de las
personas,…
Claro
que las paredes pintadas dan colorido al Hogar, pero son las personas
que vivimos y colaboramos, compartiendo nuestras habilidades, tiempo y valores - desde cualquiera de las acciones voluntarias – las que llenamos de primavera,
de rebosante vida, los espacios de esta casa que quiere ser el Hogar de todo el
mundo.
Bendita
primavera
que nos trae colores que alegran la vista, pero, sobre todo, savia nueva que
renueva los ideales y utopías, de cuantas personas simpatizamos y apostamos por
crear espacios creativos, en donde la fraternidad germina y se hace posible.
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