En
determinados momentos de la vida, hay asuntos que se tienen que abordar y con
seriedad. Este de los pobres es uno de ellos. A veces me he preguntado, no
tanto por la existencia de la pobreza y de los pobres, cuanto porqué nos
acercamos a ellos. Personas empobrecidas siempre han existido y, la ayuda,
nunca les ha faltado. Desde dar una limosna hasta fundar una ONG, hay una gran variedad de respuestas para
ayudar a los pobres. Este verano, he ido narrando mi experiencia, con los
pobres de Iquitos, y un día me surgieron
las preguntas, que hoy trataré de contestar. De una u otra forma todos
tendríamos que responderlas.
1ª ¿Utilizo a los pobres para ponerme medallas y colgar las fotos en el Facebook?
1ª ¿Utilizo a los pobres para ponerme medallas y colgar las fotos en el Facebook?
La primera parte de la pregunta es la importante, la
otra, es anecdótica. No resulta gratuito afirmar que los pobres son un buen
motivo para muchos intereses sociales y, también, para acallar conciencias. A
veces parece que lo de los pobres es una moda, que en la actualidad tiene su
público, y estar con ellos, realizar alguna actividad, tiene su resonancia en
los demás. No solo los famosos y personajes ricos tienen sus ONGs y
Fundaciones, eso sí, con un buen márquetin publicitario, para que quede
constancia de su generosidad, sino que también, entre los amigos y familiares
uno queda bien, con eso de estar o hacer algo por los personas empobrecidas y
marginadas. Todo lo cual, no quita que haya personas altruistas que mirando el
bien y el progreso, de las personas excluidas y pobres, dedican su tiempo,
dinero y comparten su vida con ellas. Me gustaría estar en este grupo.
2ª Menos mal
que he venido a Iquitos, porque sino…
¿Qué sería de esta pobre gente?
En este mundo de hoy, sigue habiendo ‘salvadores y
redentores’ de las causas perdidas. Piensan que qué sería el mundo sin ellos.
¡Menos mal que estoy yo! Se creen que son los únicos que tienen las verdaderas
soluciones y que son imprescindibles. Personalmente, en algún momento de mi
vida, me vi al estilo de Superman, que iba a cambiar el mundo, al menos a las
personas a las que me acercara, ¡Qué iluso! Me olvidaba de que cada persona es
libre y que no tengo derecho a obligarla a nada. Como mucho caminar juntos y
aprender unos de otros.
3ª Al final del
proyecto: ¿Qué habrán cambiado en sus vidas por mi buen hacer?
Nada. Considerando los procesos de crecimiento de las
personas, 20 ó 30 días en la historia de las mismas, no son suficientes para
cambiarlas, ni siquiera un poquito. Tal vez quedemos en el recuerdo, sobretodo
de aquellas personas a las que más nos hayamos vinculado, como nos ocurre a
nosotros. También puede pasar que alguien se motive para hacer algo que aún
no había descubierto o que le reforzamos lo que ya había intuido. Pero poco
más. Sí creo que estos proyectos son como una ‘anécdota’ en sus vidas (y en las
nuestras), un tanto significativas y que algún provecho se le puede sacar.
4ª ¿Son los pobres un paréntesis en mi vida y,
además, aprovecho las vacaciones?
A lo largo de los años he visto de todo. Lo del
paréntesis lo he constatado muchas veces. Me he preguntado, en numerosas ocasiones, ¿Por qué tal o cual persona, que
se ve tan comprometida, un buen día desaparece y deja la tarea para otros? No
es fácil, por lo que se ve, lo de la constancia y la perseverancia. Casi lo
asemejo, a lo del sarampión, hay que pasarlo, pero, luego la vida sigue por
otros derroteros. Parece que lo del voluntariado va ‘calando’ en la sociedad
civil, no obstante hay que hacer muchos esfuerzos para que avance.
5ª Esta experiencia… ¿Es para que cambien los pobres o para que cambie yo?
5ª Esta experiencia… ¿Es para que cambien los pobres o para que cambie yo?
Creo que es la pregunta clave, en el día de hoy. Desde
mi punto de vista la respuesta es muy clara: Para que cambie yo. Hay
experiencias en la vida que se tienen dentro de un plan que abarca a toda a
persona. Digamos, que la experiencia de estar, vivir, acompañar a las personas empobrecidas
es una de ellas. Vivimos en un mundo injustamente desigual, en el que una
minoría, me encuentro en ella, disfrutamos de todos los beneficios de la
llamada sociedad del bien estar, y que –sin embargo- una inmensa mayoría de la
población carece de muchas de tales comodidades –legítimas, por otro lado- así
que, estar junto a ellas igual nos puede despertar las conciencias y, desde la
base, tratar de cambiar las cosas, pero eso sí, empezando por uno mismo.
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