Aún me resuenan los aplausos, de
los finalistas de 4º de la ESO; también me llegan los ecos, de la música y
danza de los de infantil y primaria. Sonrisas, aplausos, fotos –muchas fotos-
de los familiares. Fotos para el
recuerdo de una infancia y adolescencia que no volverán. Y con el cierre del
telón, se acaba el curso. Ahora, a disfrutar de los frutos recogidos.
Con las vacaciones escolares, se
inicia el período estival, en el que las familias dedicarán unos días de
vacaciones especiales: se acercarán al pueblo, si viven en la ciudad; irán a la playa o a la montaña, según los
gustos y las circunstancias; o se quedarán en casa por que la economía no da
para más.
Pero las vacaciones son
vacaciones. Aunque quienes están en paro, dirán que ya está bien de tantas
“vacaciones”. De verdad, lo siento. Sin embargo las vacaciones, son muy
necesarias. Las personas anhelamos tiempos gratuitos, sin muchos compromisos y
responsabilidades, sobre todo, las que nos vienen de fuera del hogar.
Hay algo de magia en esto de las
vacaciones. Es una palabra agradecida y esperada. Y es que, en este tiempo
estival, pese a los calores, rompemos la rutina del año. Hacemos un paréntesis
en las tareas que nos ocupan todos los días y, aunque surgen otros conflictos,
los abordamos con un talante más relajado.
También tenemos la experiencia de
ir llenando -el ‘cajón de las vacaciones’- para hacer tal o cual cosa, y si nos
descuidamos, las seguimos dejando para el año que viene. A mi modo de ver hay
varias cositas que no debemos olvidar: La primera, una atención a la propia
persona, no se trata de una obsesión, es que necesitamos tiempo para ver como
llevamos la vida y las vacaciones tienen margen para ello. La segunda, la vida
de pareja, otro gran capítulo de la existencia, se merece atenciones
especiales, sin duda las vacaciones nos aportan una especial complicidad para
ello. Y no digamos los hijos, todo el día con ellos, qué buena ocasión para
estar juntos, disfrutar juntos, jugar juntos, pasear juntos, cuántas cosas se
pueden hacer juntos y qué agradecidos son los hijos.¡Ah! y no nos olvidemos de los amigos, también las vacaciones son buenos tiempos para la amistad.
Por lo demás, hay gente que aprovecha
las vacaciones en plan solidario: con campos de trabajo, voluntariado en ONGS o
proyectos de cooperación y misioneros en el tercer mundo, en fin, que se abre un
abanico de posibilidades todas ellas muy recomendables. Pero, en otra ocasión hablaremos de las
vacaciones solidarias, merece la pena.
En cualquier caso, las vacaciones
son de gran utilidad para el crecimiento tanto personal y familiar como social y religioso,
curiosamente, ahora se está poniendo de moda, el Camino de Santiago, una
iniciativa en la que se dan muchos de los elementos de los que venimos
hablando.
Buenos, pues lo dicho:
¡¡¡
FELICES VACACIONES !!!
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