BARRIADA DE BELÉN - IQUITOS - PERÚ

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UN MINUTO DE FILOSOFÍA: “LOS SUEÑOS Y LOS RETOS ANIMAN EL CAMINAR"

domingo, 11 de marzo de 2012

APRENDER A DESAPRENDER


Salimos del útero materno y lo primero que hacemos es aprender a respirar. A partir de esos inicios, todo en la vida es aprendizaje. Nacemos para aprender. Y, como sabemos, todo aprendizaje es un proceso lento que nos exige un esfuerzo y se produce con la repetición. Por otra parte, está entrando en nuestras conversaciones la expresión ‘desaprender lo aprendido’. Personalmente, prefiero ‘aprender a desaprender’. Hay muchas cosas que, a lo largo de la vida, hemos ido añadiendo a nuestro currículo personal, y que no favorecen nuestro crecimiento. Aún más, pueden entorpecer nuestra realización como hombre o mujer.
A lo largo de nuestra existencia nos movemos en diferentes ámbitos: La familia, la escuela, la misma sociedad; en todos ellos, aprendemos muchas cosas que nos vienen muy bien para nuestra historia. Aprendemos a comer, a caminar, a comunicarnos, a querernos. También aprendemos a escribir, a leer. Asimismo, se nos educa en valores; nos  facilitan el aprendizaje para una buena socialización con nuestros compañeros, colegas o vecinos; e incluso, nos instruyen y enseñan a manejarnos en las nuevas tecnologías. Vamos, que nos equipan muy bien para el futuro.
Claro, que paralelos a todos estos aprendizajes, que potencian nuestra realización personal, también aprendemos muchas cosas, que no contribuyen a nuestro crecimiento y felicidad. En este sentido, aprendemos a ser vengativos, rencorosos, egoístas, mentirosos, celosos, violentos, perezosos, negativos, deshonestos, insolidarios, intransigentes, hipócritas, avariciosos, corruptos, racistas,  incoherentes, groseros, viciosos, aprovechados, intolerantes,… En fin, cada cual tiene los suyos.
Ahora es cuando viene lo de desaprender. Porque hay que desaprender todas estas cosas que nos deshumanizan, nos alejan de los demás, dificultan y rompen nuestras relaciones, incluso, las más cercanas. Hay que desaprender todo aquello que arrastramos y son verdaderos lastres en nuestro crecimiento personal, en nuestro crecimiento familiar y en nuestro crecimiento social.
Pero aprender a desaprender no resulta fácil. Lleva su tiempo, tanto como el que nos llevó aprenderlo. Requiere pararnos, 'bucear por dentro', crear estrategias para desmontar lo que, de hecho, forma parte de lo que somos, aunque no nos guste. Aprender a desaprender, nos exige orden y ‘disciplina’. Los demás también nos pueden ayudar, como nos ayudaron en nuestros aprendizajes, digamos, positivos.
Hay situaciones que tenemos muy arraigadas, que son verdaderos hábitos, eso sí, viciados, y no es fácil deshacerse de ellos. En el ámbito religioso se habla de cambio, de conversión. Todo ello, se llame como se llame, supone un esfuerzo, una ‘violencia interior’ que, en muchas ocasiones, no estamos dispuestos a pagar el precio que se nos pide. Por ejemplo, la imagen que nos hemos ido forjando en la relación con los demás. El rol que desempeñamos en nuestra función pública,… No es fácil, no. Pero hay que desaprender si queremos avanzar.
En el ritmo de vida que llevamos, hay que buscar tiempos y espacios para reflexionar. Necesitamos conocernos muy bien. Discernir aquello que nos humaniza, de lo que nos deshumaniza. También hay que contrastar y confrontarnos con alguien de confianza. Se trata de diseñar los pasos a seguir en el proceso de desaprender; aún más, imaginarnos cómo viviríamos, sin aquello que vamos a desaprender. Todo un reto si nos lo queremos tomar en serio. Esto de aprender a desaprender, tiene lo suyo, pero merece la pena.

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