Los Cachorros de Tigre, estaban por incordiar, y empezaron a crear un malestar entre los demás y a
ponerlos contra doña Cierva. Se inventaron mil historias, por ejemplo,
que no les daba bien de comer. Pero,
sobre todo, los Cachorros de Tigre se enfrentaban a doña Cierva
públicamente como última responsable de la Reserva y trataban de dejarla en
ridículo ante los demás Cachorros. Claro, esto no podía seguir así, y doña
Cierva acudió al Consejo Permanente de la Selva a exponer el caso.
El Consejo determinó que, si después de avisar a los Cachorros
de Tigre tres veces seguían creando conflictos entre doña Cierva y los demás Cachorros, no cabía más
posibilidad que expulsarlos de la Reserva, aunque quedaran indefensos, ya que
no estaban del todo adiestrados y preparados para sobrevivir en la gran selva.
Pero que por culpa de unos pocos Cachorros no se iba a perjudicar al conjunto
de todos los demás Cachorros.
Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Los Cachorros
de Tigre no quisieron dar su brazo a torcer y, como querían salirse con la
suya, no hubo más remedio que expulsarlos de la Reserva. Los que más lo
sintieron fueron doña Cierva y don Oso, porque sabían que en la selva
había muchos peligros: estaban las alimañas, las serpientes, las víboras y las
aves carroñeras; en fin, cantidad de enemigos que iban a dificultar la
integración de los Cachorros de Tigre.
No obstante, la vida en la Reserva siguió con
normalidad, aunque a algunos Cachorros les dio que pensar lo acontecido con
los Cachorros de Tigre. Por entonces, y a pesar del escarmiento, los Cachorros
de Zorro insistían en quererse liberar y
salir; claro que, al ser más pequeños, pensaron hacerlo a su manera. Todo
ocurrió cuando unas serpientes se asomaron por la empalizada y llamaron la
atención a estos Cachorros quienes, al principio, muy inocentemente, se
creyeron todas las patrañas que les dijeron las serpientes y empezaron a seguir
sus orientaciones, en vez de atender los consejos que les daba doña Cierva.
Por lo demás, la táctica que utilizaron parecía más
diplomática: Por un lado, cuando estaban con doña Cierva, aparentaban y
decían unas cosas agradables para quedar bien; pero, cuando estaban solos,
maquinaban la forma de fastidiarla, aun sabiendo que doña Cierva y don Oso
se preocupaban por instruirlos y prepararlos para su futura vida en la selva.
Pero, como en la selva y más en la Reserva, tarde o
temprano todo se sabe, doña Cierva y don Oso también se enteraron de las
maquinaciones de los Cachorros de Zorro. Y no le quedó más remedio a doña
Cierva, como la última responsable de la Reserva, de llamarles la atención.
Claro que, como los Cachorros de Zorro eran más pequeños, se les hizo ver que
se dejaran de tonterías y se integraran a la vida de la Reserva, que era lo que
mejor les podía servir para el día de mañana.
Mientras tanto, los demás Cachorros seguían con
interés las diferentes actividades adiestradoras programadas en la Reserva.
Algunas eran más exigentes que otras, pero los Cachorros reconocían que era
mejor esforzarse ahora para poder estar bien preparados y formados para su
futura integración en la selva, ya que como de todos es sabido, en la selva
pueden ocurrir las cosas más inesperadas. Así que, desde luego, se trataba de
estar bien adiestrados.
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