¿Por qué necesitamos celebrar un día de la no-violencia y de la paz? El 30 de enero de 1948, asesinaron a Mahatma Gandhi, considerado el apóstol de la no violencia y reconocido líder espiritual de la India. Aunque nunca le dieron el nobel de la paz, este día escolar de la no violencia y la paz se celebra desde 1964, y está reconocido por la ONU desde 1993. Es el mejor homenaje que podemos hacer por este hombre que tanto bien ha hecho por la humanidad.
Por su carácter escolar, el objetivo de la jornada es la educación en los valores que se relacionan con la no violencia y la paz: el diálogo, la tolerancia, el amor, la solidaridad, la justicia, el respeto y la buena convivencia. Es la ocasión para que toda la comunidad educativa vibre en torno a estos valores tan necesarios en el mundo global que estamos construyendo.
Y como siempre que dedicamos un día a un asunto, tan importante como éste, seguimos preguntándonos por la fragilidad del ser humano. Nuestros ideales hablan del amor universal, pero el egoísmo campea por doquier; apostamos por la no violencia en la resolución de los conflictos cotidianos, pero la violencia y la venganza es la respuesta más rápida que se nos ocurre; y se nos llena la boca de la palabra paz en nuestras conversaciones, pero la televisión y las redes nos está informando, continuamente, de las guerras que aún existen y con imágenes “muy duras”
Crear la cultura de la paz y la no violencia no es fácil. Y sin embargo nos 'jugamos' en la educación de cada persona, empezando en la infancia, la creación de un futuro en el que la justicia y la paz favorezcan el mundo mejor que todos soñamos.
El otro día en mi clase dos alumnos (adolescentes) se pelearon -del verbo pelear- por un bolígrafo. Claro lo del boli era la excusa, 'el vaso' estaba lleno de otros 'ingredientes'. El acoso escolar está con mucha frecuencia en los medios de comunicación y las redes sociales.
Y no lo olvidemos, los alumnos son también hijos de unas familias y vecinos de un barrio. Y sabemos del maltrato intrafamiliar, conocemos de la violencia callejera, por no hablar de las agresiones y venganzas de todo tipo.
¡Cuidado! Que no estoy refiriéndome a los sectores marginados y pobres. Porque 'los ricos también lloran'. Son los ricos, los políticos y otros personajes influyentes los que generan las guerras, luego mandan al campo de batalla a los hijos de los vecinos...
Este mundo injusto que habitamos, tan desigual y con tantas diferencias, no ha surgido de la nada y menos de un grupito de personas: ¡No! Cada cual ponemos a lo largo de nuestra vida una o varias 'piedrecitas para hacer la montaña'. La montaña del egoísmo, del odio, de la venganza, del '0j0 por 0jo y diente por diente', de las agresiones, de los asesinatos, de las violaciones, de los maltratos,...
Pienso que todo esto no se arregla en las aulas. La escuela tiene el privilegio de educar y tiene que estar a la altura de lo que se espera de ella. Pero la primera educadora es la familia y tiene que decir mucho más. Y otras instituciones como las religiones, las distintas asociaciones -formadas por personas- también tienen que hacer su aportación y no digamos los políticos (de todos los colores) personas públicas que tenían que ser los verdaderos modelos de convivencia y respeto, que por eso les hemos elegido, ¡Vaya tela! ...
Termino con unas palabras de Gandhi: “Pienso hablar con cierta alegría de mis experiencias de tipo espiritual. Soy el único que las conoce y de ellas es de donde he sacado la energía que me anima en la acción política... Cuanto más medito en mi pasado, más claramente percibo mis limitaciones. El fin que me propongo alcanzar, cueste lo que cueste, desde hace unos treinta años, responde a la palabra moksha. Se trata del cumplimiento de uno mismo, con la visión de Dios cara a cara. A este fin tiendo con todo mi ser, por medio de mi vida y de mis actos. Todo converge a ello: mis palabras, mis escritos y todas mis empresas en el terreno político. Pues bien, yo siempre he estado convencido de que lo que puede uno de nosotros lo pueden todos los demás".
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