Como decía la semana pasada, aún me resuenan
los aplausos, de los finalistas de 4º de la ESO, este año de Arcos de la Frontera;
también me llegan los ecos, de la música y danza de los de infantil y primaria,
de la fiesta de final de curso del colegio Sagrado Corazón d Mundo Nuevo (Jerez).
Sonrisas, aplausos, fotos –muchas fotos- de los familiares. Fotos para el
recuerdo de una infancia y adolescencia que no volverán. Y con el cierre del
telón, se acaba el curso. Ahora, a disfrutar de los frutos recogidos.
Con las
vacaciones escolares, se inicia el período estival, en el que las familias
dedicarán unos días de vacaciones especiales: se acercarán al pueblo, si viven
en la ciudad; irán a la playa o a la montaña, según los gustos y las
circunstancias; o se quedarán en casa por que la economía no da para más.
Pero las
vacaciones son vacaciones. Aunque quienes están en paro, dirán que ya está
bien de tantas “vacaciones”. De verdad, lo siento. Sin embargo, las vacaciones,
son muy necesarias. Las personas anhelamos tiempos gratuitos, sin muchos
compromisos y responsabilidades, sobre todo, las que nos vienen de fuera del
hogar.
Hay algo de magia en esto de las vacaciones.
Es una palabra agradecida y esperada. Y es que, en este tiempo estival, pese a
los calores, rompemos la rutina del año. Hacemos un paréntesis en las tareas
que nos ocupan todos los días y, aunque surgen otros conflictos, los abordamos
con un talante más relajado.
También
tenemos la experiencia de ir llenando -el ‘cajón de las vacaciones’- para
hacer tal o cual cosa, y si nos descuidamos, las seguimos dejando para el año
que viene, pues, aunque parezca mentira algunas de ellas seguirán en el cajón. A
mi modo de ver, hay varias cositas que no debemos olvidar:
La atención a la propia persona, no se trata de una obsesión, es que
necesitamos tiempo para ver como llevamos la vida y las vacaciones tienen
margen para ello. ¡Cuántos paseos por el campo o la playa nos lo pueden
facilitar!
La vida
de pareja, (o en comunidad, que de todo hay en la ‘viña del
Señor’) otro gran capítulo de la existencia, se merece atenciones especiales,
sin duda las vacaciones nos aportan una especial complicidad para ello. Las rutinas
de la vida cotidiana, en ocasiones nos asfixian.
Y no digamos los hijos, todo el día con
ellos, qué buena ocasión para estar juntos, disfrutar juntos, jugar juntos,
pasear juntos, cuántas cosas se pueden hacer juntos y qué agradecidos son los
hijos. Claro que los abuelos, si encima se van a los pueblos, también se hacen necesarios en las vacaciones. Aquí la familia al completo.
¡Ah! y no
nos olvidemos de los amigos,
también las vacaciones son buenos tiempos para la amistad. ¡Qué buenos ratos recordando
nuestros tiempos jóvenes!
Pero el círculo
se sigue abriendo y hay personas que aprovechan las vacaciones en plan solidario:
con campos de trabajo, voluntariado en ONGS o proyectos de cooperación y
misioneros en el Tercer Mundo, en fin, que se abre un abanico de posibilidades
todas ellas muy recomendables. Pero, en otra ocasión hablaremos de las
vacaciones solidarias, merece la pena.
En cualquier caso, las vacaciones son de gran
utilidad para el crecimiento tanto personal y familiar, como social y religioso,
curiosamente, ahora se llenan las Redes sociales de imágenes relacionadas con el
Camino de Santiago, una iniciativa en la que se dan muchos de los elementos de
los que venimos hablando.
Buenos, pues lo dicho:
¡¡¡FELICES VACACIONES!!!
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