Ya me he pronunciado en otros
momentos, pero este fin de semana me lo han vuelto a confirmar. He estado en
unas Jornadas de Justicia y Solidaridad organizadas por CONFER, el título ya lo
dice todo: “MUJERES Y CAMBIO SOCIAL”.
Tanto las ponencias, como las experiencias han ido narrando la situación de las
mujeres en el mundo y en la Iglesia. Regreso a Jerez agradecido y contento por
haber participado.
Como digo en el título, en el
siglo XXI, la igualdad en la Iglesia Católica, de los hombres y las mujeres, no
se da. Igual leyendo algunos pasajes de la Biblia, tal vez escuchando al Papa
Francisco, o leyendo algunos documentos del Magisterio, se afirme que la
igualdad sí se da. Pero me remito a los hechos. Me convencen más.
Desde san Pedro al papa Francisco,
¿Cuántas mujeres han ocupado el Vaticano como la máxima autoridad en la
Iglesia?
En los órganos de gobierno de la
Iglesia como el Concilio, los Sínodos, Asambleas eclesiales, Conferencias
Episcopales, Arciprestazgos, Parroquias,… ¿Qué presencia, representación y
capacidad de decisión tienen las mujeres?
En las Universidades Católicas, en
los Institutos teológicos, en el Profesorado de los Seminarios, la formación en
los noviciados a la vida religiosa,… ¿Cuántas teólogas son catedráticas,
profesoras, docentes?
En la Sede del Vaticano y su
complejo sistema de organización de la Iglesia hacia el interior de la misma y
hacia el mundo exterior ¿Qué número de mujeres tienen la última
responsabilidad?
En definitiva, el
poder en la Iglesia que está para servir a la comunidad ¿Quién y cómo lo
ejerce? Y nos podemos preguntar ¿Cuántas mujeres ejercen el ministerio
sacerdotal?
No, no somos
iguales. Aunque haya mujeres en el Vaticano, haya mujeres en los Seminarios y
en las Parroquias. Es verdad que dan las catequesis, son empleadas domésticas
eclesiales, algunas son teólogas y a otras se les consulta para asuntos
especializados, pero son una minoría.
Pero es que la
igualdad, dentro de la Iglesia, también tiene que darse en ámbitos de las
pobrezas, de la marginación, de la trata,…ahí, curiosamente, hay más mujeres
cualificadas que varones.
Claro que somos
iguales los hombres y mujeres dentro de la Iglesia. Ya lo dice el Génesis en el
primer capítulo, que fuimos creados a imagen de Dios, varón y hembras nos creó.
Pero eso es lo que dice la Biblia.
Por supuesto que el
Bautismo consagra la igualdad entre el hombre y la mujer y se nos equipara en
la dignidad. Pero ahí se acaba todo. Los derechos están mal repartidos, los
hombres se quedan con casi todos.
Perdonen este último
comentario, pero estoy esperando -del Papa Francisco- gestos proféticos como
los que tiene en otros espacios y ámbitos como la inmigración o el compromiso
con las periferias, de los que me hago eco siempre que puedo.
Este asunto de la
igualdad, en la Iglesia como en la sociedad, no depende solo de las mujeres,
también depende de los hombres. Desde que nacemos, caminamos juntos y nos
necesitamos mutuamente, para realizarnos -en plenitud- como personas y ser
felices.
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