Estamos tan dispersos en el mundo de hoy, que no es fácil distinguir
entre lo fundamental y lo secundario en la vida, o bien, entre lo que ocupa el
primer lugar de mis prioridades y lo que está en quinto o sexto lugar. Si
tal vez esto no está tan claro en cada persona, imagínense cuando nos juntamos
con los que nos rodean y vivimos cada día,... como para ponerse de
acuerdo.
Aquí lo que echo en falta es un trabajo personal. Pararse del tren cotidiano y dedicarnos un tiempo a nosotros mismos. Tano nos acapara lo que nos rodea desde la familia, pasando por el trabajo o el paro, y llegando hasta las redes sociales con lo que nos entretienen y dispersan, que nos justificamos que no tenemos tiempo para lo que, sin embargo, es lo central y rige nuestras existencias.
Te invito a tomar una silla o butaca cómodas. Después a dejar el móvil en otra habitación, apagar la tele, el ordenador o la radio. Ayuda a crear silencio, los ruidos propios de la nevera o el trinar de los pájaros, si está la ventana abierta. Una vez que te vas relajando con una respiración pausada y desenganchando de todo lo que te distrae, entonces, te invito a centrarte en la verdad de ti mismo.
Ya te adelanto que este ejercicio no te va a resulta fácil. Entre otras cosas porque no estamos acostumbrados. Pero todo se aprende. Si puedes, tómate en serio este rato que te vas a dedicar. Ya sé que oyes los gritos de los niños, que te acuerdas de algo que debes hacer mañana sin falta, aún así, desentiéndete. No es fácil, te lo aseguro; pero si persistes el entrenamiento, terminará dando óptimos resultados.
El asunto está en descubrir qué mueve y motiva mi vida. ¿Dónde estoy poniendo los acentos de mi existencia? ¿Qué justifica que haga tal cosa y rechacé tal otra? Porque, ¿tengo una escala de prioridades a la hora de tomar una decisión, aunque sea la de salir a la calle? ¿Qué llamadas escucho y trato de dar respuestas? Porque:
No es lo mismo que te anime la política, o que sea la corrupción
No es lo mismo que te ilusione el bien común, o que sea la economía especulativa.
No es lo mismo que te impulse el consumo responsable, o que el consumismo
No es lo mismo que te preocupen las personas, o que sea una ideología
No es lo mismo que sea o el amor sincero, o que el placer hedonista,
No es lo mismo que te motive la solidaridad, o que sea el egoísmo
No es lo mismo buscar la verdad, que ser un mentiroso
No es lo mismo la actitud de ser honrado, o que uno sea deshonesto
No es lo mismo que te mueva la fe, o que sea el ateísmo
No es lo mismo que te impulse la amistad, o que sea el qué dirán
No es lo mismo que te anime el respeto, o que sea la intolerancia
No es lo mismo que te atraiga la paz, o que sea la violencia
Y no es lo mismo ser una veleta, o que ser un faro. Me temo que hay muchas veletas y pocos faros.
Aquí lo que echo en falta es un trabajo personal. Pararse del tren cotidiano y dedicarnos un tiempo a nosotros mismos. Tano nos acapara lo que nos rodea desde la familia, pasando por el trabajo o el paro, y llegando hasta las redes sociales con lo que nos entretienen y dispersan, que nos justificamos que no tenemos tiempo para lo que, sin embargo, es lo central y rige nuestras existencias.
Te invito a tomar una silla o butaca cómodas. Después a dejar el móvil en otra habitación, apagar la tele, el ordenador o la radio. Ayuda a crear silencio, los ruidos propios de la nevera o el trinar de los pájaros, si está la ventana abierta. Una vez que te vas relajando con una respiración pausada y desenganchando de todo lo que te distrae, entonces, te invito a centrarte en la verdad de ti mismo.
Ya te adelanto que este ejercicio no te va a resulta fácil. Entre otras cosas porque no estamos acostumbrados. Pero todo se aprende. Si puedes, tómate en serio este rato que te vas a dedicar. Ya sé que oyes los gritos de los niños, que te acuerdas de algo que debes hacer mañana sin falta, aún así, desentiéndete. No es fácil, te lo aseguro; pero si persistes el entrenamiento, terminará dando óptimos resultados.
El asunto está en descubrir qué mueve y motiva mi vida. ¿Dónde estoy poniendo los acentos de mi existencia? ¿Qué justifica que haga tal cosa y rechacé tal otra? Porque, ¿tengo una escala de prioridades a la hora de tomar una decisión, aunque sea la de salir a la calle? ¿Qué llamadas escucho y trato de dar respuestas? Porque:
No es lo mismo que te anime la política, o que sea la corrupción
No es lo mismo que te ilusione el bien común, o que sea la economía especulativa.
No es lo mismo que te impulse el consumo responsable, o que el consumismo
No es lo mismo que te preocupen las personas, o que sea una ideología
No es lo mismo que sea o el amor sincero, o que el placer hedonista,
No es lo mismo que te motive la solidaridad, o que sea el egoísmo
No es lo mismo buscar la verdad, que ser un mentiroso
No es lo mismo la actitud de ser honrado, o que uno sea deshonesto
No es lo mismo que te mueva la fe, o que sea el ateísmo
No es lo mismo que te impulse la amistad, o que sea el qué dirán
No es lo mismo que te anime el respeto, o que sea la intolerancia
No es lo mismo que te atraiga la paz, o que sea la violencia
Y no es lo mismo ser una veleta, o que ser un faro. Me temo que hay muchas veletas y pocos faros.
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