Vivo en Jerez de la Frontera, y después de unos años de crisis, por estar tierras, siguen las cosas más o menos como antes. Pero ya no hablo solo de Andalucía y menos de España. A muchos nos preocupa Europa. Todavía tengo la esperanza de que, los europeos, seremos ejemplo, ante el mundo, de que es posible la unidad política, la unidad económica y, sobre todo, la unidad en el sentido común. Porque con el asunto de los inmigrantes, dejamos mucho que desear. No lo olvidemos hay gente que se sigue muriendo de hambre, que existe la guerra en países empobrecidos, con armamento que les hemos vendido, continuamos expoliando sus recursos, o sea, que sigue habiendo injusticias en el mundo, que claman al cielo. ¡Cuidado con que el árbol, no nos deje ver el bosque!
No es fácil dar una explicación, a lo que está pasando (y menos las personas de a pie, como un servidor), estamos en un mundo globalizado y lo que importa es cuestionarse en qué contribuimos a que estén así las cosas porque aquí en occidente es que nos han 'tocado el bolsillo' y empezamos a ponernos nerviosos. Parecería que han empezado a despertarse, del plácido sueño en el que estaban, las clases medias, aunque en honor de la verdad,en España, están llevando más peso del que les corresponde Los demás siguen más o menos igual. Los ricos siguen siendo cada vez más ricos y los pobres continúan progresando en su pobreza. Lo llamativo, es que aquí tenemos estudios, carreras universitarias, especialistas en todo,... y sin embargo nos 'han chafado' el sistema del bienestar que disfrutábamos, especialmente las clases medias y altas.
En el fondo se sigue 'adorando al becerro de oro', o sea, al dinero. Seguimos aferrados, nos guste o no nos guste, al sistema neoliberal (antes se decía capitalismo). Cada cual, a su nivel y 'status', se esfuerza por acaparar, especular, pisotear, aprovechar, competir, reforzar,... su nivel y 'status'. Funciona el mismo patrón. Lo que ocurre es que los ricos tienen más recursos y los pobres menos, pero todos seguimos las mismas pautas. Claro, que a los más pobres, ni siquiera les damos la oportunidad, por lo que llevan su vida como pueden, comiendo 'nuestras migajas'.
No obstante, sigo creyendo en la bondad del ser humano, por eso creo que en este asunto, hay personas que tienen más responsabilidades que otras, tanto por lo que son, como por lo que representan. Y entiendo que es una 'cualificada' minoría la que maneja los hilos de este 'juego' maquiavélico y escandaloso; injusto y, hasta fraticida, pues, el sistema genera muertes.
Se acuñó en los setenta, en el ámbito de los creyentes, la definición de que la Iglesia era la conciencia crítica de la sociedad, hoy recupero aquella manera de entender la Iglesia y, a título personal, aunque sea testimonial, me permito denunciar, aquello que considero injusto y que va encontra los derechos más elementales de las personas; si bien me muevo en el contexto español, sabemos que la globalización nos envuelve. Por eso denuncio:
A los mercados, a los especuladores, a los banqueros, a los grandes empresarios,... que solo van buscando sus intereses económicos, caiga quien caiga; siendo el egoismo y la usura sus únicas metas.
A los últimos gobiernos, de nuestra reciente democracia, que han justificado y apoyan -por razones políticas y económicaas- a las diferentes dictaduras que existen en el mundo, cuyos dictadores, siguen oprimiendo y anulando los derechos humanos de sus ciudadanos. Nosotros consentimos.
A los políticos, que se han puesto al servicio de la economía y durante los últimos años, se han olvidado de sus fines que son el bien común de sus pueblos, y se han embarrado en muchas corrupciones.
A los sindicatos, que han estado haciendo el juego a los políticos y claudicaron de su más preciada lucha: la defensa de los trabajadores, sobretodo, de los que perdían su trabajo, parece que sus propios intereses les urgían más.
A la Iglesia jerárquica, que es 'muy sonoro' su silencio, en todos estos asuntos, cuando los pobres tienen que ser sus preferidos y, a la vista está, que no les defiende, a lo mejor es que puede perder sus privilegios.
A los intelectuales y profesionales liberales, que arriman sus conocimientos a los poderosos y abandonan al pueblo, constituyéndose en casta excluyente y superior, con numerosas prebendas.
A muchas Instituciones, Asociaciones, ONGs, que se preocupan más de la imagen y el prestigio, que del compromiso por un mundo más justo, que cambie las estructuras deshumanizadoras.
A las clases medias, que con su casa, su coche, su comida y su cama, se han conformado y se han despreocupado del mundo que les rodea. No entro en los detalles de la picaresca española relacionada con los impuestos, la fiscalidad y los fraudes a la seguridad social.
Y a muchas personas, que llevamos un 'tren de vida', por encima de lo necesario, sabiendo que aún hay millones de personas, que carecen de lo más elemental: la comida para seguir viviendo mañana.
No es fácil dar una explicación, a lo que está pasando (y menos las personas de a pie, como un servidor), estamos en un mundo globalizado y lo que importa es cuestionarse en qué contribuimos a que estén así las cosas porque aquí en occidente es que nos han 'tocado el bolsillo' y empezamos a ponernos nerviosos. Parecería que han empezado a despertarse, del plácido sueño en el que estaban, las clases medias, aunque en honor de la verdad,en España, están llevando más peso del que les corresponde Los demás siguen más o menos igual. Los ricos siguen siendo cada vez más ricos y los pobres continúan progresando en su pobreza. Lo llamativo, es que aquí tenemos estudios, carreras universitarias, especialistas en todo,... y sin embargo nos 'han chafado' el sistema del bienestar que disfrutábamos, especialmente las clases medias y altas.
En el fondo se sigue 'adorando al becerro de oro', o sea, al dinero. Seguimos aferrados, nos guste o no nos guste, al sistema neoliberal (antes se decía capitalismo). Cada cual, a su nivel y 'status', se esfuerza por acaparar, especular, pisotear, aprovechar, competir, reforzar,... su nivel y 'status'. Funciona el mismo patrón. Lo que ocurre es que los ricos tienen más recursos y los pobres menos, pero todos seguimos las mismas pautas. Claro, que a los más pobres, ni siquiera les damos la oportunidad, por lo que llevan su vida como pueden, comiendo 'nuestras migajas'.
No obstante, sigo creyendo en la bondad del ser humano, por eso creo que en este asunto, hay personas que tienen más responsabilidades que otras, tanto por lo que son, como por lo que representan. Y entiendo que es una 'cualificada' minoría la que maneja los hilos de este 'juego' maquiavélico y escandaloso; injusto y, hasta fraticida, pues, el sistema genera muertes.
Se acuñó en los setenta, en el ámbito de los creyentes, la definición de que la Iglesia era la conciencia crítica de la sociedad, hoy recupero aquella manera de entender la Iglesia y, a título personal, aunque sea testimonial, me permito denunciar, aquello que considero injusto y que va encontra los derechos más elementales de las personas; si bien me muevo en el contexto español, sabemos que la globalización nos envuelve. Por eso denuncio:
A los mercados, a los especuladores, a los banqueros, a los grandes empresarios,... que solo van buscando sus intereses económicos, caiga quien caiga; siendo el egoismo y la usura sus únicas metas.
A los últimos gobiernos, de nuestra reciente democracia, que han justificado y apoyan -por razones políticas y económicaas- a las diferentes dictaduras que existen en el mundo, cuyos dictadores, siguen oprimiendo y anulando los derechos humanos de sus ciudadanos. Nosotros consentimos.
A los políticos, que se han puesto al servicio de la economía y durante los últimos años, se han olvidado de sus fines que son el bien común de sus pueblos, y se han embarrado en muchas corrupciones.
A los sindicatos, que han estado haciendo el juego a los políticos y claudicaron de su más preciada lucha: la defensa de los trabajadores, sobretodo, de los que perdían su trabajo, parece que sus propios intereses les urgían más.
A la Iglesia jerárquica, que es 'muy sonoro' su silencio, en todos estos asuntos, cuando los pobres tienen que ser sus preferidos y, a la vista está, que no les defiende, a lo mejor es que puede perder sus privilegios.
A los intelectuales y profesionales liberales, que arriman sus conocimientos a los poderosos y abandonan al pueblo, constituyéndose en casta excluyente y superior, con numerosas prebendas.
A muchas Instituciones, Asociaciones, ONGs, que se preocupan más de la imagen y el prestigio, que del compromiso por un mundo más justo, que cambie las estructuras deshumanizadoras.
A las clases medias, que con su casa, su coche, su comida y su cama, se han conformado y se han despreocupado del mundo que les rodea. No entro en los detalles de la picaresca española relacionada con los impuestos, la fiscalidad y los fraudes a la seguridad social.
Y a muchas personas, que llevamos un 'tren de vida', por encima de lo necesario, sabiendo que aún hay millones de personas, que carecen de lo más elemental: la comida para seguir viviendo mañana.
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