
Retomo una reflexión de hace años. Sigo pensando que hemos nacidos para ser
felices. Precisamente el día 1, es la festividad de todos los Santos: el
anuncio de la felicidad para toda la familia humana.
Cada ser humano, desde su nacimiento, encuentra numerosas
dificultades y trabas para conseguir su felicidad y otras tantas para llegar a
ser plenamente persona. Los obstáculos vienen del propio interior: de la
naturaleza humana, y de fuera: familia, vecinos, amigos, compañeros, en suma,
de la sociedad.
Por otra parte, en nuestro caminar diario, encontramos recursos personales y ajenos
que nos ayudan a avanzar en la dirección de nuestra vocación a ser felices.
Ésta es la continua lucha que se entabla desde que nacemos hasta que morimos.
Queremos y no podemos. Podemos y no queremos. Pero también queremos y podemos.
Toda persona, antes o después, descubre este doble dinamismo que se da en su
interior. Unas veces se opta por querer, y todo funciona, y, en otras
ocasiones, ‘se arroja la toalla’. Ambas opciones son humanas y ambas
contribuyen al crecimiento personal. Recordemos aquello de que no hay mal
que para bien no venga.
Cada ser humano tiene unos recursos y unas capacidades personales que le
posibilitan dar de sí y realizarse como persona. Cada cual tiene los suyos. Por
eso somos distintas unas personas de otras; aunque exista un fondo común. Hay
personas que utilizan muy poco esos recursos y capacidades; prefieren ir
tirando y sobrevivir: se quedan en el camino; otras, les sacan el máximo
rendimiento: llegan a experimentar lo que significa ser auténtica persona,
logran experimentar la felicidad: son felices. Hay hombres y mujeres que
prefieren la mediocridad, las medias tintas, vivir el momento, claudicar ante
la menor dificultad, vivir sin sobresaltos y complicaciones ¿Viven o malviven?
Un coche sirve para ser coche: no puede volar; una persona sirve para ser
persona: no es un vegetal.
Cuando el joven se va haciendo
consciente de todas estas cosas, se enfrenta a los retos de la propia vida. Con
toda claridad, se plantea que todo lo que consiga va a depender de él; sólo por
su propia iniciativa y por su decisión va a estancarse, caminar hacia delante,
o retroceder en la tarea de ser persona, o sea, de llegar a ser feliz.
En este sentido, puede venir bien la imagen, de los dos caminos: Hay en la vida de cada persona muchos caminos, yo los resumo en dos:
En el primero, llegar a ser persona y feliz supone: Ilusión, esfuerzo, constancia, sinceridad, amistad,
reflexión, diálogo, caerse/levantarse, aguantar, sufrir, cambiar, alegría,
optimismo, bienestar, confianza, amabilidad, simpatía, paz, solidaridad,
tolerancia, respeto, educación, libertad, aceptación, superación, trabajo,
amor…
En el segundo, apostar por no ser persona
realizada y no ser feliz conlleva: desilusión, pereza, inconstancia, mentira, enemistad, superficialidad,
cabezonería, claudicación, intransigencia, evasión, infantilismo, tristeza,
pesimismo, malestar, desconfianza, mala intención, antipatía, agresividad,
insolidaridad, intolerancia, falta de respeto, mala educación, manipulación,
rechazo, tirar la toalla, holgazanería, egoísmo…