Acabo de recibir un regalo y, como los niños, me he sorprendido gratamente: ¡Un regalo! ¡Qué bien! Con cierto nerviosismo retiro la cinta, el papel multicolor y... aparece el mes de septiembre, acompañado del nuevo curso y varias cajitas, a cual, más bonita.
La verdad es que si comparamos, casi tiene más significado el nuevo curso que comienza, que el nuevo año que nace en invierno. Aunque si hablamos de la economía, los dos meses tienen mucho en común: Después de Navidades hablamos de la 'cuesta' de enero; si bien, con el nuevo curso escolar, lo de la 'cuesta', queda corto y habría que hablar de 'pendiente abrupta'. Entre la ropa, los libros, la mochila, el material escolar,... y con dos o más hijos, vamos, ¡Para echar a correr!
Pero no seamos materialistas, aunque el dinero esté de por medio. Hay cosas mucho más importantes.
Quién más y quién menos, ha disfrutado de unas merecidas vacaciones. En el ambiente se respira la novedad de algo que está naciendo. Entre otras cosas, muchas familias mentalizan a su prole, para el nuevo curso. Algunos infantes empiezan a ir al cole. Otros han cambiado de etapa y dejan la infancia para pasar a la adolescencia. Están los que se quieren especializar en los ciclos o los que dan sus primeros pasos en la universidad. Todos ellos son los protagonistas, pero sin duda, sus familiares les acompañan, les animan, les motivan, hasta les 'empujan' (que hay de todo); pues son conscientes de la importancia de la educación y formación de sus hijos e hijas.
Pero, como decíamos, el nuevo curso no se queda en la escuela. Abre sus puertas a otras realidades. En muchos casos, con nuevas oportunidades. El verano, ha sido la ocasión para poner muchas cosas en su sitio; también, para olvidar las torpezas que se tuvieron; además, para revitalizar los aciertos que se vivieron; e incluso, para motivarse a seguir caminando: como personas, como pareja, como familia, como amigos, como grupo social o religioso, como ONG, como Asociación,...
No es lo mismo caminar juntos que solos. Y si caminamos solos, que sea durante un trecho, porque necesitamos encontrarnos con nuestra realidad más personal. Pero no olvidemos volver al camino: nos están esperando.
Al nuevo curso le acompañan diez largos meses, mucho tiempo disponemos para caminar, para reflexionar, para aprender, para reír, para llorar, para amar, para perdonar, para creer, para mirar, para dialogar, para descansar, para respetar, para jugar,...
En fin, feliz curso y a disfrutar de las oportunidades que nos presente la vida.
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