Suelen llegar sin haberles llamado.
En algunas ocasiones, sí se ha preparado el terreno. En cualquiera de
los casos son un fastidio. A uno le gustaría que la vida le fuese
normal, sin muchos sobresaltos. Los problemillas, de la vida ordinaria,
sabemos que están en el "guión". Pero aquí estamos hablando de aquellos
sucesos que nos desbordan, que son verdaderos contratiempos o
desgracias. Vamos, que terminan alterando nuestras vidas.
Estas son algunas de las situaciones difíciles: La muerte de un familiar cercano; quedarse en paro o bajar de categoría laboral, en lo que supone de reconociemiento. La ruptura de la pareja que termina en divorcio, con las inevitables consecuencias para todos los miembros de la familia, en especial los hijos. La mala suerte de sufrir el maltrato y el abuso intrafamiliar. El accidente que te deja en la silla de ruedas 'y tú solo pasabas por allí'. El cáncer que te va consumiendo la vida. El fracaso de la empresa en la que se habían puesto tantas esperanzas. La amistad que se pierde por un mal entendido. La crisis que nos viene, por esto o por aquello, y termina en depresión,...
Cuando te ocurren estas cosas, empiezas a darle vueltas al "coco" y se te va oscureciendo el horizonte hasta casi hundirte. Muchos te dirán, para consolarte, que hay cosas peores o, tal vez, que no hay mal que cien años dure. Pero ellos, no están pasando por el problema, no tienen el trauma que tú estás experimentando. El túnel se te hace muy largo y no sabes bien, si va a tener salida. La verdad es que se pasa mal. Pero hay salida.
A los que tienen una corta edad, esto puede ser un terremoto que les descoloca para toda la vida. Pero para eso estamos los adultos que les acompañamos. Conozco a personas que siguen con el psicólogo, por las secuelas que les dejó tal o cual contrariedad que tuvieron. Y también, conozco a personas que, tras los 'primeros traspiés', decidieron levantarse de su postración y retomar la vida con ilusión, aunque les costase 'sudor y sangre'.
En todos estos asuntos de los reveses y adversidades de la vida, es muy importante recordar los momentos en los que las cosas te iban bien. Retomar los hábitos que te hacían la vida más llevadera y agradable, aunque en un primer momento, no les veas sentido; y apoyarte en la persona, de confianza, que nunca te ha abandonado. Y, sobretodo, retomar el protagonismo en tu vida.
Ayuda mucho, también, tener un ideal en tu vida, disponer de un proyecto, tener un horizonte por el que vivir, y cuando te lleguen estos reveses, experimentarás que después de la "tempestad viene la calma". Lo cual no te evitará el sufrimiento y el dolor por la situación inexperada que ha llamado a tu puerta. Y lo más importante tanta congtraariedad, asumida y bien gestionada te ayuda a crecer y madurar como persona
En todo caso, mejor mirar de frente que 'torcer o bajar' la cabeza.
Estas son algunas de las situaciones difíciles: La muerte de un familiar cercano; quedarse en paro o bajar de categoría laboral, en lo que supone de reconociemiento. La ruptura de la pareja que termina en divorcio, con las inevitables consecuencias para todos los miembros de la familia, en especial los hijos. La mala suerte de sufrir el maltrato y el abuso intrafamiliar. El accidente que te deja en la silla de ruedas 'y tú solo pasabas por allí'. El cáncer que te va consumiendo la vida. El fracaso de la empresa en la que se habían puesto tantas esperanzas. La amistad que se pierde por un mal entendido. La crisis que nos viene, por esto o por aquello, y termina en depresión,...
Cuando te ocurren estas cosas, empiezas a darle vueltas al "coco" y se te va oscureciendo el horizonte hasta casi hundirte. Muchos te dirán, para consolarte, que hay cosas peores o, tal vez, que no hay mal que cien años dure. Pero ellos, no están pasando por el problema, no tienen el trauma que tú estás experimentando. El túnel se te hace muy largo y no sabes bien, si va a tener salida. La verdad es que se pasa mal. Pero hay salida.
A los que tienen una corta edad, esto puede ser un terremoto que les descoloca para toda la vida. Pero para eso estamos los adultos que les acompañamos. Conozco a personas que siguen con el psicólogo, por las secuelas que les dejó tal o cual contrariedad que tuvieron. Y también, conozco a personas que, tras los 'primeros traspiés', decidieron levantarse de su postración y retomar la vida con ilusión, aunque les costase 'sudor y sangre'.
En todos estos asuntos de los reveses y adversidades de la vida, es muy importante recordar los momentos en los que las cosas te iban bien. Retomar los hábitos que te hacían la vida más llevadera y agradable, aunque en un primer momento, no les veas sentido; y apoyarte en la persona, de confianza, que nunca te ha abandonado. Y, sobretodo, retomar el protagonismo en tu vida.
Ayuda mucho, también, tener un ideal en tu vida, disponer de un proyecto, tener un horizonte por el que vivir, y cuando te lleguen estos reveses, experimentarás que después de la "tempestad viene la calma". Lo cual no te evitará el sufrimiento y el dolor por la situación inexperada que ha llamado a tu puerta. Y lo más importante tanta congtraariedad, asumida y bien gestionada te ayuda a crecer y madurar como persona
En todo caso, mejor mirar de frente que 'torcer o bajar' la cabeza.
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