Me pregunto si nuestro Señor Jesucristo se ha encontrado a gusto en las custodias que hoy se han paseado por las calles.
Para mí, que el Jesús de los evangelios, se encuentra más cómodo entre los pobres.
En el día de hoy, no ha dejado de 'rondarme' por la cabeza, la parábola del llamado Juicio Final, que nos narra el evangelista, Mateo, en el capítulo 25. La verdad es que no tiene desperdicio.
Me van a permitir que se la recuerde:
Para mí, que el Jesús de los evangelios, se encuentra más cómodo entre los pobres.
En el día de hoy, no ha dejado de 'rondarme' por la cabeza, la parábola del llamado Juicio Final, que nos narra el evangelista, Mateo, en el capítulo 25. La verdad es que no tiene desperdicio.
Me van a permitir que se la recuerde:
Y dijo el Hijo del hombre: ‘Vengan, benditos de mi Padre, a recibid el Reino que se os ha
preparado desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me dieron de
comer,
tuve sed y me dieron de beber,
era emigrante y me recibieron,
estaba desnudo y me vistieron,
estaba enfermo y me visitaron,
estaba encarcelado y me vinieron a ver.
Entonces los justos
preguntarán:
‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o
sediento y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos emigrante y te recibimos,
o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel,
y fuimos a verte?’
El Rey les contestará: ‘Os aseguro que todo lo que hayan hecho a uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo hicieron a mí.’
Tal vez resulte más fácil ver a Jesús, sacramentado, en las custodia de plata y oro que en los harapos de los pobres, de los excluidos, de los sin techo. A lo mejor resulta menos complicado pasear por las calles con sus músicas y mantos de colores, detrás de la ornamental custodia, pero no vamos a los centros de acogida, las cárceles y hospitales.
No niego que Jesús, nuestro Señor, sea venerado. Pero con el mismo fervor deberíamos venerarlo en "sus hermanos menores".
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