A las puertas del nuevo curso, comparto una reflexión que propuse en una de
las Asambleas, del Hogar, y que hizo pensar bastante a los muchachos. A veces,
aciertas y das con la tecla. Además, el diálogo y los comentarios posteriores
fueron muy interesantes:
Todos caminamos, pero... ¿hacia dónde?
Ya no nos gusta
que nos traten como a niños, pero no queremos tener las responsabilidades de
los mayores.
Algunas personas
quieren tener solo las ventajas, pero no quieren los inconvenientes de los
mayores. Yo quiero ser mayor para hacer las cosas que no me dejaban realizar de
niño; pero, de vez en cuando, me gusta ser niño para que no me exijan las cosas
que tienen que hacer los mayores.
¿En qué quedamos? ¿Ser niño o ser adulto? ¿Ser pequeño o ser
mayor?
A
mí me gusta que los demás respeten mis derechos. Pero algunos derechos que tengo no me
interesan y yo mismo no los respeto.
Un camino: Este año, que ya soy más grande en todos los sentidos, tengo la
oportunidad de hacerme más persona, más libre, más sociable, más responsable,
más feliz, aunque eso me suponga esforzarme; pero sé que así me irán mucho
mejor las cosas y los demás me ayudarán.
Otro camino: Este año, aunque ya soy más grande, no quiero aprovechar la oportunidad de
seguir creciendo como persona. Quiero las cosas fáciles, buscaré la comodidad;
es mejor que se compliquen otros la vida. Yo no tengo la intención de
esforzarme. Eso sí, que no me falte de nada. Y además lo exigiré.
Chaval, tienes que decidirte: ¿QUÉ CAMINO
ELIGES?”
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